Además, el ambiente alrededor de todos se había vuelto notablemente más sofocante, y podía observar cómo el aire alrededor de Sadrac se ondulaba y distorsionaba, creando esas ondas de calor características que se producen cuando algo está extremadamente caliente, como si el Rey fuera un horno humano a punto de estallar—. Mis intenciones eran completamente... —Tus intenciones me importan tanto como el polvo bajo mis botas… —susurró Sadrac, acercándose hasta quedar a centímetros del noble que inconscientemente tuvo que alejarse por el calor que manaba del Rey—. ¡Lo que me importa es que te atreviste a acercarte a la reina de Pyrion como si fueras su igual, como si tuvieras algún derecho a hacerla sonreír, a regalarle cosas, a establecer algún tipo de familiaridad con ella! Debido al calor

