Lo primero que la Elfa notó, con un alivio tan intenso que casi la hizo colapsar, fue que en los brazos de Sadrac se encontraba el pequeño Frosty, vivo y aparentemente ileso. El cachorro llevaba puesto un collar nuevo de cuero fino color marrón oscuro con herrajes dorados y además el collar tenía una medalla. —¡Frosty! —exclamó Brielle, llevándose una mano al corazón mientras sentía que las lágrimas de alivio comenzaban a formarse en sus ojos—. ¡Está vivo! ¡Oh, gracias a todos los dioses de hielo que no lo incineró! —vociferó Brielle y luego se cubrió la boca porque sentía que estaba a punto de llorar. Sadrac pensó que esa reacción fue exagerada, pero no dijo nada al respecto, simplemente entró a la habitación con más cojera de la que tenía en la mañana, sin dejar de observar cada reacci

