Nada es imposible.

2133 Words
Laura Ese día transcurrió muy tranquilo, hice mis compras en el supermercado, regresé a mi casa e hice lo acostumbrado, un poco de ejercicio, tomé el sol en la piscina y luego un poco de estudio para mi nuevo proyecto. Ya llevo viviendo en California quizás unos 3 años y algo, es una hermosa casa en la zona más cara y privada. Antes de esos 3 años era una persona de clase media, después de mi divorcio provocado por una infidelidad o quizás más, de parte de mi ex-esposo, padre de mi hija, quedé completamente devastada, él era todo para mi, estábamos juntos desde que yo tenía 18 años de edad, era lo único que conocía. Tenía un poco de conocimiento acerca de las inversiones, y quedando sin un peso decidí pedir un préstamo al banco y comenzar a invertir, en realidad fue suerte la que tuve, una de esas acciones me hizo millonaria, y desde ese día no he dejado de invertir. A la mañana siguiente, cuando regresé a mi casa como de costumbre, después de llevar a Trini a la escuela, hago un poco de gym, y me preparo para tomar el sol después de prepararme un café, me acomodo en el área de la piscina y disfruto de mi incomparable vista. Veo que se alumbra la pantalla de mi teléfono, es un número que no tengo registrado, así que decidí no responder. 5 minutos después vuelve a entrar una llamada del mismo número, al notar la insistencia la curiosidad llega a mí, así que respondo. —Hello —digo con curiosidad. —Hello, ¿es Laura Ferreira? —dice un hombre, muy serio y con voz metálica y aguada a la vez, y notablemente su lengua principal no es el Español. —Sí, soy yo —digo pausadamente, con aún más curiosidad. —Hola, sé que esto te va a parecer algo raro, pero tengo que hablar contigo, en persona —dijo aquel hombre, con muy pocas comas. —Bien, ¿y se puede saber quién eres tú?, ¿y cómo para qué necesitas hablar conmigo en persona? —dije, mientras me pongo de pie y doy un pal de vueltas tal vez por la inquietud que esto me está causando. —Si, yo soy Hugo Yanes, no te dije mi nombre porque pensé que me reconocerías por la voz —dijo, y un irónico “ja” salió de mí al instante. —Hugo Yanes —pronuncié tranquilamente, para luego pensar que de seguro es una broma con respecto a lo sucedió ayer en la radio —¿y cómo por qué te tendría que reconocerte por la voz?, como sea, soy una persona muy ocupada y no tengo tiempo para este tipo de bromas, así que le deseo muy buen día, señor Yanes. —¡No cuelgues!, si no me crees te llamaré por cámara —dijo muy rápido, tanto que no me dio tiempo a responder, y en segundos entraba una video llamada a mi teléfono, y sin pensarlo respondo. —¿Ahora si me crees? —dijo, mientras que yo me quedo en un estado de trance, observando esos profundos ojos grises azulados, su perfecto rostro, el cual siempre pensé que era puros retoques y filtros, más allá de querer parecer “sorprendida”, intenté actual algo normal, como si el fuese alguien normal, y como si no me gustara desde que tengo memoria. —¡Hugo Yanes! —¿y a qué se debe el honor? —dije, tratando de parecer lo más calmada posible, cuando en realidad mis piernas comenzaban a temblar, y forzaba mis cuerdas vocales para que mis palabras salieran sin presión. —¿Podemos vernos hoy?, estoy muy cerca de tu casa —dijo, y tal vez la emoción no me ha dado la oportunidad de pensar en que Hugo Yanes quiere verme. —¿Para qué? —respondo, intentando ocultar mi asombro y curiosidad. —Solo quiero hablar unas cosas contigo —dijo, haciendo resaltar una vez más su aguda voz. —Bien, te mando mi ubicación, ¿a las 7 te parece? —le respondí, tal vez haciendo una que otra mueca con mi rostro. —A las 7 estaré esperándote en la puerta de tu casa. Y sin más colgó, sin siquiera decir adiós, yo aún estoy con mi boca entreabierta, tanto que mis labios se secaron, aún no he podido reaccionar, intento buscarle una explicación coherente a esto, y la única que llega a mi mente me aterra. En pocos segundos llega un mensaje de texto sacándome un poco de mi trance, es él. —Tiene que ser algo privado, no quiero que nadie lo sepa, espero que me puedas cumplir con eso. Sí, no le respondí, y sí, tuve que llamar a alguien porque no sabía exactamente si esto era real, así que entré a mi gran sala y vi a Bebi verme extrañada —¿pasa algo? —le pregunto y esta niega con su cabeza —¿por qué me ves así? —pregunto. —¿Hablabas con el futbolista? ¿Ese que tanto le gusta a Trini? —pregunta la curiosa Babi, es la empleada principal de la casa. Al escuchar sus preguntas supe que si era real, me acurruqué en mi enorme sofá —eso creo. —digo esto y veo cómo ella sonríe y me acerca un sándwich. Sin estar aún conforme y recordando la cita de las 7, llamo a mi alocada amiga, Jessica. —¿Y qué se le ofrece? —dice mi amiga con voz de que aún no se levanta de la cama. —¿Qué haces?, ¿podemos vernos ahora? —dije, prácticamente suplicando. —¿Ahora? —respondió, alto exaltada e inconforme. —Es demasiado urgente, lo más urgente que te he pedido en mi vida —continuo con mi súplica, tanto que mis ojos se cierran y junto mis dos manos simulando un rezo. —Te llego en 1 hora —dijo, y un aliento de tranquilidad llegó a mí. —Perfecto, muchas gracias, te amo. Esa fue una de las horas más largas que he tenido que esperar en mi vida, los nervios me invaden completamente, ¿por qué ese hombre tan perfecto quería verme? ¿Querrá matarme?, ¿o tal vez demandarme por todo lo que dije de su mujer en la radio? —Por dios, ¡cómo demoras!, por fin estás aquí —grito al ver a mi amiga Jessica entrando por la puerta. —Demoré 40 minutos, más rápido imposible, cuenta, ¿qué pasó?, ¿qué te tiene así mujer? —pregunta extrañada. —No me lo vas a creer —dije mientras la jalé por un brazo y la llevé a sentarse en el gran sofá de la sala. —¡Habla! —exclamó con mucha ansiedad. —Sabes que ayer opiné acerca la entrevista de Marina y ella respondió, ¿cierto? —Si, me lo contaste todo y también vi, todos hablan de eso. —Ve, mira —digo mostrándole el mensaje que me mandó Hugo y también las llamadas. —Hui, ¿nuevo galán? —dice coqueteando con su mirada —¿y se puede saber quien es ese hombre que no quiere que nadie se entere? —¡Es él!, es Hugo Yanes. —digo esto y veo cómo comienza a burlarse en mi cara, como si yo estuviera loca. —Laura Ferreira ¿Qué tomaste? —¡Qué es él!, que me llamó y no respondí, después le respondí y no le creí nada de que fuera él, posteriormente me llamó por cámara y lo vi, era él, ¡quiere verme!, sabe mi nombre, sabe mi número de teléfono, la dirección de mi casa, parece que sabe todo de mí y quiere verme hoy. —No te creo —dice muy, pero muy asombrada, poniendo cara de espanto —¿y qué vas a hacer? —¿Cómo que qué voy a hacer?, pa eso estás tú aquí, ¿qué voy a hacer? —pregunté, abriendo mis ojos a más no poder. —No me abras los ojos así, pareces vaca normalmente, no necesitas abrirlo más —dijo, recordando ma envidia que siente por mis grandes y claros ojos. —Yo si te creo porque yo lo vi —dice Bebi interrumpiendo nuestra aturdida conversación —no lo conoces, por muy famoso que sea no lo conoces, no vas a salir con ese hombre sin saber qué es lo que quiere de ti, así que yo les preparo una cena deliciosa, organizo todo bonito en la terraza y ahí hablan tranquilamente. —¿Y si me tira de la terraza? —pronuncio algo asustada. —Yo te consigo 2 guardaespaldas —dice Jessica. Si, de la agencia de su padre. —Que sean 4, y sí, prepara todo Bebi, me gusta esa idea. —Pon una cámara en la terraza —agrega Jessica. —Aquí hay cámaras en cada rincón —digo mientras veo a todo mi alrededor. —¿Qué plato quiere que prepare? —pregunta Bebi. —Mariscos —responde Jessica adelantándose. —Bien —dice Bebi retirándose. —¡Bebi no deja escapar una! —rumorea en voz baja Jessica a su amiga, la cual notablemente no estaba escuchando. —¿Qué crees que quiera? —pregunto llena de dudas. —¿Regañarte por haber hablado así de su querida esposa? —¿Tú crees? —pregunto teniendo que sea eso, Hugo es un hombre con muchas influencias, si lo desea puede acabar con mi vida y nadie se quejaría. —¡Quién sabe!, si viene en buena onda, deberías de aprovecharte de ese bombón y devorarlo por completo, ¿qué ropa te vas a poner?, mira como tienes ese cabello, ¿a ver tus uñas?, ¿por lo menos estás depilada? no, no, vamos al club, te tienes que ver increíble —dijo, impresionando cada rincón visible de mi cuerpo. —¿Qué dices?, no, de verdad estoy preocupada porque no sé qué quiere él y a ti eso es lo único que se te ocurre. —¿Quieres pasar todo el día pensando en eso?, ¿no verdad?, ¡vamos!, además, por favor Laura, eres la mujer soñada de cualquier hombre, así que deberías de comértelo completo, ¿te imaginas?, por dios ¡solo de imaginarte con él me pone! Volteo mis ojos a mi amiga y ella sonríe de una manera perversa, esta tomó mi mano y me jaló guiándome a fuera para así irnos para el club —Pasas por Trini hoy, después la llevas a su entrenamiento de fútbol que es hasta las 7 —le digo a el chofer —¡muchas gracias Juan! —¡Así será señora! —responde Juan muy amable. Ya en el carro Jessica llama a la empresa para conseguir los guardaespaldas, quienes estarán en casa a las 6, una hora antes que Hugo. —Ya está todo listo —dice Jessica mientras conduce ese increíble carro deportivo. —Que bueno, te debo una, gracias —digo, estando verdaderamente agradecida. —De nada, pero en realidad me debes muchas. —Eso es muy cierto —dije finjo eso sonreír, llamé a Trini y le dejé saber que Juan pasaría hoy por ella y le recordé lo mucho que la amo. Llegamos al club y nos atienden como las reinas que somos, mani y pedi, fácil, masajes, cabello, maquillaje, en fin todo el consentimiento que existe. Regresamos a la casa a las 6, los guardaespaldas ya estaban ahí, les dimos todas las indicaciones. Ya en mi habitación con mi amiga, llega el momento de la verdad. —Ahora sí, ¿qué ropa usaré? —digo viendo las puertas de mi closet, el cual aún no he abierto. —Lo más sexy que tengas en ese maravilloso closet, te quiero ver radiante —responde mi fashionista amiga. —No, estaré en mi casa, así que me pondré ropa cómoda —refunfuñé, con algo de majadería tal vez. —Sobre mi cadáver, no, por favor, no, no, ¡cenarás con Hugo Yanes!, por el motivo que sea, cenarás con el hombre más famoso del mundo, cenarás con la persona con más seguidores en sus redes mundialmente, ¡cenarás con el hombre más deseado de este universo! Debes de entender que no te puedes poner una ropa cómoda, tienes que ponerte una ropa a la altura —dijo, primero exaltada pero luego pausadamente. —¿Tú te quedaras? —pregunté, suplicando que dijera que si. —¡Por supuesto que me quedaré!, ¿qué piensas?, ¿qué solo tú lo conocerás?, error, si no te lo comes tú, me lo como yo amiga mía, pero él sale de aquí comido, ¡sí o sí!
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