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Yo, su millonario pecado

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El orgasmo es un gran comedor de palabras que solo permite el gemido, el aullido, la expresión infrahumana, más no la palabra.

La vida la sorprenderá, cuando le ponga de frente la mejor oportunidad de su vida, la cual no dudará en aprovechar. Mientras está en el altar, a punto de decir el típico “acepto”, aparece su amante, él futbolista, más borracho que una uva, a interrumpir la ceremonia, pero el pobre futbolista no contó con que él terminaría siendo el novio de esa ceremonia, y que su su ahora esposa, se convertirá en su millonario pecado.

De amantes a esposos ???

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Nada es casualidad.
Veo que se alumbra la pantalla de mi teléfono, con una llamada entrante de un destinatario guardado con un emoji de peligro, me desespero por responder, pero no quiero parecer demasiada interesada, aunque lo extraño demasiado, hace un poco más de un meses que no lo veo. Jugueteo con el teléfono en mis temblorosas manos por unos cortos minutos, cuando una vez más se alumbra la pantalla, pero ahora con un mensaje de texto. —¡Hola pecado mío! ¿Me has extrañado?, ¿o has olvidado que éxito? La emoción en mí se hace presente, así que mi cara dibuja una enorme sonrisa, corro a mi cama y me dejo caer en ella como una pluma, al no dar aún una respuesta, él insiste con simple signo de interrogación, así que asumo que ya es momento de responder ese mensaje de texto. —Hola bebé, he estado bien, ¿y tú? —escribo esto tan rápido como mis dedos lo permiten, ahora llevo el teléfono a mi pecho y espero su respuesta, la cual fue inmediata. —Si, me he podido dar cuenta de eso por tus rëdes soci@lës, yo con muchas ganas de tenerte encima de mí, ¿Puedes hablar? Al leer ese mensaje supe lo que me diría, precisamente hoy cuando tengo una gran reunión de familia y amigos en mi casa, aunque mi necesidad de verlo es indescriptible, así que decidí llamarlo yo. —Hola —dice Hugo, con tu típica voz metálica de soldado, pero apuesto a que tiene una sonrisa en su rostro, igual o más grande que la mía. —¡Hola! —respondo yo con el mismo ánimo, ya que no pretendo que se percate de mi emoción. —Estoy muy cerca de tu casa, ¿qué tal una escapadita?, tú y yo, luna llena, la playa, champán —dijo, intentando que yo caiga rendida ante el pecado. —La verdad es que tengo una reunión en casa, y Estefan está aquí, no podré hoy —dije, fingiendo tristeza en mi tono de voz, ya que, en realidad si puedo escapar, pero no, no pretendo convertirme en la que siempre está dispuesta para él, esa época ya pasó, ahora yo soy la que pone las reglas —pero, mañana tal vez si pueda —dije, ya que tampoco pretendo perderme nuestro encuentro. —El inoportuno de tu prometido, como siempre metido en medio —dijo sarcásticamente, dejándome ver una vez más que aún no supera el hecho de que muy pronto seré una mujer casada, lo que aún no sabe es, quién será mi verdadero esposo. —¿Tal vez si me hubieses dejado saber antes? —¿Ahora tengo que dejarte saber cuándo iré? —dijo, en un tono de reclamo. —Si no quieres que estas cosas pasen te aconsejaría que si, ¿acaso crees que no tengo nada más importante que hacer que no seas tú? —ruda y egoísta, amo hacerlo rogarme, en mi defensa, hace más de un mes que no se reporta, ¿no creerá que podrá llegar cuando quiera y que yo estaré ahí como una esclava sumisa, dispuesta a satisfacer sus más perversas necesidades. Hugo —Bien, espero que mañana el cara linda de tu prometido te de algo de tiempo, adiós —dije, y lleno de rabia y celos, colgué. Laura Ferreira se ha convertido en eso que no puedo dejar de ver por mucho tiempo, ella es lo único qué hay en mi mente a cada momento, tal vez me llamen masoquista como me dice mi amigo, ya que, desde hace un tiempo ella se a dedicado a hacerme la vida miserable, con el hecho de que se casará con un imbécil surfista mucho mas joven que ella, y sí antes se me complicaba verla, ahora es peor. El problema es, que, me enamoré de mi amante, prácticamente soy un esclavo de su cuerpo, de ella, vivo en una constante ilusión, donde mi vida perfecta es a su lado. Es una de las mujeres más importantes para mi, aunque nunca se lo diga, ya que siempre está a la defensiva, y la entiendo. No es nada típica, no es nada común, es una llama prendida que nunca se apaga, siempre me sorprende con algo nuevo, cada vez que nos vemos me espera más candente que la vez anterior. Laura Ferreira tiene las llave de mi corazón en sus manos, y aún no se da cuenta, o simplemente no quiere aceptarlo. Laura Ese hombre me gusta, y muy pronto será mío, ya que, no es un hombre libre, tiene su hermosa y perfecta mujer, así que yo únicamente soy su amante, y no me quejo, no puedo quejarme, porque ni en mis mejores sueños vi esto venir a mi vida, pero, para emparejar la situación, decidí darle un chin de su propia medicina, y me busqué un prometido yo también. A ese hombre yo lo consiento y lo hago sentir especial, es especial para mí, y más allá de mi frialdad y arrogancia, intento dejárselo saber, no soy la típica mujer que solo lleva a su amante a la cama y ya, yo juego con él, lo seduzco, le envío fotos muy candentes, hago que me compre ropa interior y eso lo enloquece, cada vez que nos vemos preparo algo especial, siempre una aventura diferente, somos la definición perfecta de sexo, amor y pasión, pero no siempre todo fue color rosa, y créanme, esto se pondrá aún peor muy pronto… 1 año atrás. Laura Voy yo muy tranquila en el carro, llevando a mi hija a la escuela, escuchando la radio donde no dejan de opinar acerca una entrevista que le hicieron a la mujer del mejor futbolista del mundo, Hugo Yanes, es un tema que me interesa, ya que, una pequeña porción de mis millonarias ganancias son donadas a la fundación, Pies a el balón, de Hugo —¡yo también quiero dar mi opinión! —digo esto y veo a mi hija verme extrañada —apunta ese número mi amor —le digo a mi hija Trinidad, pasándole mi teléfono para que apuntara el número que decían en la radio. —Madre, ¿en serio vas a llamar? —dice la pequeña tomando el teléfono y anotando el número —bien, ya está. Después de unos 10 minutos en línea, ya dejé a mi hija en la escuela y de regreso por fin me ponen al aire para así poder expresar mi humilde opinión. —¿Cuál es tu nombre y desde dónde nos llamas? —preguntan los locutores de la emisora con la emoción que los caracteriza. —Mi nombre es Laura Ferreira, y los llamo desde California —digo, mientras paro en un semáforo en rojo. —Bien Laura, entonces dinos, ¿qué opinas de todo lo que están comentando en las redes acerca de Marina y su entrevista? —Tengo muchísimas opiniones al respecto, antes de esa entrevista ella me gustaba, me parecía bien, pero verla en acción es algo totalmente diferente, se puede apreciar perfectamente su frialdad y lo creída que es, no es para nada humilde, esa frase que dijo “yo antes limpiaba casas y ahora pago para que limpien todas mis casas”, eso no es de una persona humilde, eso se llama especular demasiado algo que no lo consiguió ella, ella dice que ha luchado mucho en su vida, o sea, todos luchamos en esta vida, todos tenemos nuestras propias luchas, y si hoy en día puede pagar para que limpien todas sus casa, casas que imagino que ni siquiera están a su nombre, no es por su esfuerzo, es por la fama y el dinero que conlleva ser la mujer de uno de los mejores futbolista del mundo. —Esto está candela, es cierto, esa frase que dijo, ¡Dios!, ¿y dinos cuál sería tu más humilde consejo para Marina? —dijo el locutor, dándome aún más cuerda, cuerda que no necesito. —Yo no soy consejera, yo solo doy mi opinión de lo que pude ver en esa entrevista, o más bien, de lo que ella dejó ver. —¿Pero qué le dirías? —insiste el locutor de la emisora, tras la voz de él se pueden escuchar muchas más voces que dicen estar de acuerdo con mi opinión. —Con un Hugo Yanes al lado, cualquiera puede darse el lujo de pagar para que limpien sus casas —digo, mientras parqueo para entrar a un supermercado. —Pero ella tiene sus propios negocios y trabaja muy duro, según lo que nos deja saber a diario tras sus rëdës s0cialës. —Sí, eso está bien, siendo la mujer de quien es, por supuesto que se le van a abrir las puertas mundialmente, pero no es porque ella es Marina López, es porque ella es la mujer de Hugo Yanes. —A veces las mujeres pueden ser un poco celosas, incluso envidiosas —dice una voz diferente desde la radio. —Error, no solamente las mujeres, todo ser vivo, siente celos y envidia, pero si se refiere a mí, sí, por supuesto que puedo sentir celos de ella, ¡quién no quisiera tener a Hugo Yanes en su cama! —dije, y muchas risas se escucharon. —Eso es, eso es mi hermosa Laura, tienes toda la razón, ¿quién no quisiera tener a Hugo Yanes en su cama?, y cuéntanos más de ti, porque queremos saber qué clase de personas son las que están a favor y quienes en contra ¿A qué te dedicas? —Soy madre de una niña de 10 años, divorciada, y me dedico a las inversiones —digo esto tan rápido como pude, ya no quiero hablar más. —¿Inversiones? ¿Qué tipo de inversiones? —insisten. —Si lo que quieren saber es mi estado financiero para definir porque mi opinión es negativa, pues tengo el dinero suficiente, quizás más que el mismo Hugo Yanes, muchas gracias y adiós. —Bueno, ya la escucharon… ¿Qué? —dice el locutor principal sorprendido cuando le dejan saber que la mismísima Marina López se encuentra en línea —hay alguien más en línea, dice que es Marina, no se vayan mi gente, aquí tenemos a Marina en línea. ¿Marina y este privilegio? Escuché eso y no colgué el teléfono, ahí me quedé escuchando y por supuesto ahí ellos me dejaron, espero que no esté enojada por mi opinión. —Yo escuchando todas las opiniones que tienen las personas acerca de mí, esa tal Laura Ferreira que acaba de llamar, sé que me estás escuchando. —Si, aquí sigo —digo con mi más cínica voz, creo que esto comienza a ponerse interesante, así que enseguida busqué asiento en la cafetería del supermercado. —Pues escucha muy bien, tú lo que eres es una persona muy envidiosa y que pretende ser algo que no es, muestras una vida de lujos en tus rëdës s0ciales y no tienes ni un peso en tu cuenta de banco, entonces opiniones como la tuya me importan muy poco, y ni en tus mejores sueños mi marido se fijaría en alguien como tú, precisamente si se enamoró de mí y decidió tener una familia conmigo es por mi forma de ser y por mis sentimientos, porque yo estoy más consciente que todos ustedes de que cuando yo conocí a Hugo yo no tenía ni un peso, y ahora lo tengo todo. Muchas gracias. —Espera Marina, no cuelgue —dice la radio quien pretende encender aún más ese momento dándome la oportunidad de defender mi opinión, y así fue. —Si la única opinión que te importa es de las personas con las cuentas bancarias explotadas en millones, no deberías de ser una figura pública, porque a esto es a lo que te expones, a menos críticas constructivas, y si no sabes cómo sobrellevarlo y se te sale de las manos terminas en esto, las personas con las cuentas bancarias llenas no tienen tiempo para ver lo aburrida y patética que me imagino que es tu vida, haciéndote la buena y la santa, porque en realidad eso es lo único que dice tu marido acerca de ti, que eres una muy buena persona, y excelente madre para sus hijos... Das pena, y si investigas un poquito más a fondo, tal vez te puedas dar cuenta que hoy en día nadie tiene sus millones en una cuenta de banco haciendo nada. Hasta nunca —le respondo y acepto que fui algo grosera, pero personas como ella me irritan, me irritan porque yo también vengo de abajo, yo también sé que es no tener nada, y sé que es tenerlo todo, y ahora que lo tengo todo no voy por la vida menospreciando un trabajo, mucho menos a las personas. —Esto no se va a quedar así, te voy a demandar por daños y perjuicios, y arrepentirás de cada una de tus palabras, maldita mujer —dice la insultada Marina y luego cuelga su teléfono.

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