Pasaron algunos días sin que Diane tuviera comunicación con su prometido, a propósito, no quiso siquiera mandar un mensaje de texto, la idea era que él pensara que ella estaba avergonzada por lo vivido días antes. Ese día decidió romper el silencio y llamarlo. — ¡Hola!— saludó con algo de timidez— ¿sigues enojado?— preguntó. — Amor, ¿cómo crees que me voy a enojar contigo? Eres lo más preciado en mi vida— aseguró Arthur. — Y entonces, ¿Por qué no me llamaste? —dijo ella con voz de consentida. — ¡Mi amor! ¿Acaso no sabes, que estoy regresando de un viaje de negocios? ¡Estuve tres días fuera!— explicó — creo que no revisaste mis mensajes donde te lo informé, llegué ésta mañana, exactamente hace seis horas. — ¿En serio? Tampoco me llamaste apenas llegaste— dijo Eleanor— la verdad tenía

