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I N F R A C C I Ó N

Capítulo uno

-SADDY

Un día igual que los demás, las personas transitan las calles como si nada y la euforia del sol quema mi piel.

Veo el reloj en mi muñeca, solo faltan quince minutos para salir de mi puesto de trabajo, a lo lejos miro una camioneta mal puesta y camino hacia ella.

Mi última boleta el día de hoy.

Toco la ventana del pasajero, sin esperar una respuesta saco la PDA y hago la infracción con los debidos parámetros establecidos, la coloco en el parabrisas y de un momento a otro es arruinada.

Junto mis cejas. Con que esas tenemos, pues yo puedo pasar todo el día en esto.

La hago nuevamente y toco la ventana, vuelvo a dejarla en el parabrisas y saco el espray blanco de mi chaleco, me coloco en frente del auto y sin pensarlo dos veces rallo el capó.

Para remolcar.

Ya sé que esto no es correcto, pero que más da, estoy cansada de gente que se crea más lista que yo.

Sonrío ante mi gloriosa victoria y saco mi móvil para llamar a la grúa, la puerta del conductor es abierta y trago grueso cuando veo a tal imponente hombre.

Sus ojos mieles me escudriñan toda y mi cuerpo se eriza —Oye, ¿qué demonios te pasa? Eso que hiciste es ilegal. Conozco mis derechos —juega con los audífonos que carga puestos y levanto mis cejas.

Cruzo mis brazos y me coloco lo mas recta posible para parecer intimidante — Señor, usted ha violado las normas de transito y encima me viene a decir a mí como hacer o no mi trabajo. Me parece imperdonable después de la falta de respeto que ha hecho —giro meneando mi cabello y camino a mi fachoso vehículo.

Subo al carro y mis ojos viajan a los suyos del otro lado de la calle.

Sacudo mi cabeza y me tiro a andar en dirección a la estación central, prendo la radio y coloco las noticias de medio día.

“En otras informaciones, los policías de Tasperville hallaron un cuerpo en una casa abandonada en el pueblo de Westlam. Según las declaraciones el cuerpo fue hallado en terribles condiciones de tortura medieval y coincide con las muertes de las jóvenes mexicanas desaparecidas la semana pasada. ¿Estaremos enfrentando algún tipo de asesino en serie?”

Apago la radio y me estaciono. Claro que es un asesino en serie, la desaparición de esas chicas y luego esta otra lo confirman. Bajo del auto y paso a recepción viendo como Carlos me recibe con una sonrisa de oreja a oreja —Saddy, Saddy. Creo que estás en aprietos —ladeo mi cabeza sin entender —tu supervisor desea verte —me señala el pasillo.

Suspiro, otro regaño es, lo puedo asegurar.

Voy hacia el despacho de mi jefe, toco la puerta y paso sin recibir su aprobación —Señor Beltrán, he terminado mi jornada, ¿para qué me desea? —da vuelta a su silla giratoria y me señala el sillón al frente mío.

— Tendré más información sobre eso, jefe. Estoy esperando que la dirección de investigación judicial traiga los resultados y análisis de las escenas del crimen —muerdo mis uñas e inconscientemente presto suma atención a su conversación —usted estará al tanto para prestar las declaraciones pertinentes, no se preocupe, adiós — cuelga la llamada y sus ojos furiosos me escanean de arriba abajo.

—Yo sé que no estuvo bien rallar ese coche con mi spray, pero es que no quería moverse ese tipo desagradable además que me insulto…

Levanta su dedo índice —Estás despedida.

—¿Cómo?

—Lo que oíste, estás despedida —se levanta de su silla y sale de su oficina, camino detrás de él para pedir explicaciones, pero, de repente, las puertas son azotadas.

—Mi hija ha desaparecido, mi pobre hija ha desaparecido —voy hacia la desconsolada señora en el piso y la levanto con un acto de humanidad.

—¿Cuánto tiempo lleva su hija sin volver a casa? — el señor Beltrán cruza sus brazos y la examina con sus ojos azules casuales.

—¿Cuántos años tiene su hija?

—Tiene veinte años, pero entiéndame por estar preocupada, ella no es de estar fuera de casa, no le gusta ni salir. Sin volver a casa tiene un par de horas, desde que la mande al supermercado del centro —sorbe su nariz— ¿me ayudaran? Mire, aquí hay una foto de ella — abre mis manos y me la da la fotografía.

Observo a la chica morena de cabello rizado con detenimiento. Si digo que la ayudaré puede que mi jefe se apiade... —Sí, no se preocupe —siento la mirada del señor Beltrán taladrarme la nuca —buscaré la manera de encontrar a su hija —giro lentamente para ver sus ojos y bajo la mirada rápidamente.

—Gracias señorita —limpia sus mejillas mojadas y con un pañuelo en la mano abandona la estación.

Llego la hora de enfrentarlo.

—Vera señor…

Levanta su dedo índice como de costumbre y se acerca peligrosamente a mí con un aura totalmente oscura —esto lo resolverás —su aliento choca a un costado de mi cabello —TÚ SOLA —da media vuelta y camina directo a su despacho.

Toco mi frente y suelto todo el aire que tengo retenido. Carlos se posiciona a mi lado —ahora si que la fregaste —bajo mis brazos y lo observo.

—No lo había notado, Carlos —ruedo mis ojos y salgo de la estación.

Tengo trabajo que hacer, pero el caso es que ni siquiera sé por dónde empezar. Piensa Saddy, ¿qué es lo que haría un verdadero investigador? Subo a mi auto policial por defecto y pego mi frente al volante.

Esto no es fácil.

Las vagas palabras del noticiero llegan a mi mente. Claro, debo empezar por el último lugar donde fue vista, pero ¿cómo hago eso?

Muerdo mi labio. Por el momento iré a ese supermercado y ahí se me ocurrirá algo.

Prendo el auto y a lo lejos, antes de salir, veo a la señora, retrocedo y sin dejar de seguirla con la mirada la observo subirse a una furgoneta negra de vidrios polarizados. Junto mis cejas, tal vez no soy investigadora, pero esto se ve bastante sospechoso. Guardo mis distancias y comienzo mi seguimiento por toda la ciudad.

Me detengo al ver como baja del carro y camina directo al centro comercial. Quito mi chaleco de reflectores y apago el motor del auto, dejo que la furgoneta salga del lugar y corriendo me bajo del auto en dirección a la que ella ha salido prácticamente volando.

Sus ojos verdes escudriñan todo su alrededor antes de poder seguir, saca su móvil y de un momento a otro una avalancha de personas pasa haciéndome imposible mi seguimiento hacia su persona. Sin dejar de buscarla empujo a todo aquel que se cruce en mi camino hasta ver nuevamente su abrigo color rojo encendido.

Mi mirada nuevamente se topa con la suya y me erizo completamente, veo la cara de la vieja ahora sonriente y se desvanece completamente cuando gira a mi dirección.

Con seguridad me acerco a ellos y ambos colocan su atención en mí. Cruzo mis brazos y alzo mis cejas — ¿y bien señora? ¿Me va a decir qué hace con este hombre cuando en realidad su hija está desaparecida? y además está sonriente ¿no debería estar afligida? —alzo una ceja y me enfoco completamente en él.

— Mire detective déjeme que le explique, este hombre es un investigador privado al cual le pague para que investigara también el paradero de mi hija y ahorita mismo me está dando información sobre ella.

Giro mi cabeza hacia ella —¿pero su hija no lleva solo unas horas desaparecida? Como es posible que haya contratado a alguien y que ya tenga información…

—Soy más eficiente que tú, eso es seguro —vuelvo a verlo y achico mis ojos.

— Bien, ya que los dos trabajamos en el mismo caso —doy una falsa sonrisa — trabajaré contigo — doy una palmada en su hombro —si ya le contaste tu información, nos podemos ir, investigador —señalo el camino de vuelta a la entrada del centro comercial.

Sus ojos parecen querer matarme y sus brazos se flexionan ligeramente, da un paso hacia mí e inconscientemente doy uno hacia él, por sus labios se asoma una bonita sonrisa y gira en dirección a las puertas —has hecho este juego para mí excitante, muy excitante. 

Alzo una ceja —¿Qué quieres decir con eso? ¿Me estás amenazando?

Niega, se inclina y toca ligeramente mi cuello— solo digo que deberías tener un poco mas de cuidado conmigo.

Sonrío —No te tengo miedo —mis manos se posan sobre mi taser.

—Pues deberías —trago grueso sintiendo ese escalofrío de antes recorrer mi columna y sonríe ante su victoria definitiva. Camina delante de mí a pasos agigantados y su ancha espalda es lo único que me deja a la vista cuando desaparece de mi foco.