Capítulo treinta y nueve
Esto está conectado definitivamente.
La puerta de en frente es abierta por una señora un tanto mayor de edad quien nos mira con total recelo ante la situación de tener a dos policías en la puerta de su casa, da dos pasos hacia atrás desapareciendo de nuestra vista sin decir nada y da un grito llamando seguramente a su esposo, el señor que puso la denuncia, y el mismo no demora nada en llegar y salir a atendernos con un gesto de preocupación y a la vez miedo por lo que seguramente podamos decirle.
—Buenas tardes señores agentes, ¿en qué les puedo ayudar? —nos abre la puerta de en frente dejándonos pasar al interior de la residencia mientras que la señora acomoda unas cuatro sillas en la parte de en frente para que nos sentemos.
Asiento dándole las gracias por
