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972 Words
Narra Javier. —Mmm… qué lindo colchón. ¿Cuándo estuvo tan cómodo y suave? Hay un olor dulce y a rosas, ¿otra vez dormí en lo de una chica y no me acuerdo? Pero que yo sepa, anoche no salí. No me sentía bien… Abro los ojos lentamente. Las paredes son violetas, y hay fotos de chicos por todos lados. Me paso la mano por el pelo y me asusto; algo anda muy mal acá. ¿Cómo me creció el cabello de un día para el otro? Miro hacia abajo, mi camiseta se vuelve apretada en donde debería estar suelta. Me toco y me sobresalto. ¿Pechos? ¿En serio? No puede ser, esto tiene que ser un sueño. Todavía estoy soñando. Sigo bajando. Oh no, no, no, no. ¿Por qué tengo tanto trasero, si yo soy demasiado plano? ¿Dónde está mi masculinidad? Miro mis manos; están pintadas de un perfecto rojo y bien cortadas, tengo las piernas demasiado suaves y una cintura pequeña. No puedo creerlo, ¿qué es esto? Me levanto y me miro al espejo. Lanzo un grito, y me sale con voz suave y femenina. Una chica, muy hermosa, me miraba desde el otro lado. No, es mi reflejo. ¿Qué hago dentro de una chica? Bueno, estuve bastantes veces adentro de una chica, pero no de esta forma. Me siento un travesti; ni siquiera tengo los ojos ni la sonrisa que conquistan a tantas chicas. Mi nombre es Javier, lo sé. En mi mente, o en la mente de esta chica, suena mi voz real, ¿pero por qué estoy así? Me golpeo la cabeza contra la pared. En serio, esto es increíble. No recuerdo el momento en que me cambié de cuerpo. Esperen… si yo estoy en el cuerpo de ella, ¿ella dónde está? ¿En mi cuerpo? Sonrío, por lo menos le va a gustar lo que ve. ¿Y si su alma está atrapada conmigo y no puedo dejarla salir? Algo así como que poseo su cuerpo. Reviso el cuarto y encuentro una puerta. Entro. Azulejos de todos colores y toallas con flores lo decoran. Casi me muero. Me desnudo y entro a la ducha. Lindo cuerpo tiene esta chica. Me paso el jabón por todos lados, pero con cautela; solo toco a la chica cuando ella se deja, y esta vez no sé qué hacer. Salgo de la ducha y me seco el cuerpo. Una mancha roja aparece en la toalla. ¿Sangre? Oh, por mi Dios santo, no me digas que justo está en sus días. En serio me mato. ¿Cómo se supone que voy a saber qué tengo que hacer? ¡Yo soy hombre! Ni sé cómo se usan esas porquerías de higiene femenina. ¿Justo ahora se le ocurre indisponerse? Me arreglo como puedo y salgo, busco ropa. Todo ajustado, vestidos, sandalias… ¿no hay nada suelto? Me pongo una camiseta gris con botones y unos jeans rotos. Por lo menos no parezco tan femenino. Espero que esto sea una prueba angelical y vuelva a mi cuerpo en dos minutos, aunque algo dentro de mí tiembla y me dice que no voy a volver tan rápido a mi cuerpo. Camino dos pasos; qué ropa incómoda. Me siento incómodo. Abro la puerta y salgo a la sala… Narra Marina. Me duele la espalda, me siento mareada; el colchón tiene olor a humedad, hay olor a hombre… ¿Me secuestraron? Ay Dios, tengo miedo. Me levanto rápidamente. Me siento rara… miro mis manos y grito bastante fuerte. Una voz de hombre sale de mi garganta. ¿Qué es esto? Miro el departamento; definitivamente es una casa de un chico. Las paredes blancas están algo amarillas y tienen huecos. ¿De quién? No lo sé. Busco un espejo y al mirarme, grito nuevamente. ¿Por qué soy un chico? Toco mi cara, o la de él mejor dicho. Increíble, esto tiene que ser un sueño. ¿Dónde está mi cuerpo? Tengo tantas preguntas y nada de respuestas. Miro un papel que está pegado en la heladera. “Luciano pasa a buscarme a las 17:30 para ir al ensayo”. ¿Estoy en una banda? ¿Un grupo de baile? ¿Qué cantan o bailan? ¿Quién es Luciano? Miro unas fotos; cuatro chicos, de las cuales uno soy yo –o él– y otros tres, bastante lindos. Me sonrojo. Oh, no puedo creerlo. ¿Qué le sucede a un hombre cuando se siente atraído por una chica? No se sonroja; se le suben los calores. Me río. En serio, esto no puede estar pasándome a mí. Me tiro en la cama de nuevo; que es dura casi como una roca y rompo a llorar. No puede pasarme a mí, quiero mi vida, mis amigas, la universidad, el chico que me gusta que empezó a coquetear conmigo… ¡ni siquiera sé cómo se comporta un chico! Y no quiero saberlo tampoco. Ni loca me pienso bañar; ¿cuándo volveré a mi cuerpo? Esto es terrible, me siento muy perdida. Me seco las lágrimas y voy hacia la heladera. Solo hay un poco de comida algo pasada y verduras. Qué asco. Vuelvo a mirarme en el espejo e intento hacer alguna de las expresiones que usaba para hacer notar mis emociones; ninguna funcionó. Solo veo unos ojos azules bien grandes que me miran asustados. Me acerco más al reflejo; no soy tan fea. Digo feo. Como sea, tal vez si hablo con mis amigas, me creerán que hubo un pequeño problema con mi cuerpo. Pero conociéndolas, no se lo creerían y, aparte, se enamorarían de mí. Qué porquería, doy vueltas por todo el espacio mientras me repito una y otra vez que quiero a mi vida real de regreso. Quiero mi vida, quiero mi vida, quiero mi vida.
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