Estaba nerviosa, pero aún con lo revuelto que estaba su estómago, la rubia de ojos miel se encaminó a Carolina Solero luego de ver a Joseph entrar en la primaria al lado de Adriano, el hijo la mujer que esperaba aún tuviera algo para ella.
Pero, aún sin esa oportunidad, Mía no se detendría. Ella estaba decidida a cambiar su ambiente por algo mucho mejor, y en esa casa donde tantas cosas le dolían no podría hacerlo, por eso buscaría por cielo mar y tierra una oportunidad para ella.
—Buenos días, Carolina —dijo la joven de ojos miel, sonriendo a una que le sonreía—, me gustaría hablar con usted sobre el empleo que me ofreció, si aun le interesa y si tiene tiempo, por supuesto.
Una azabache de ojos oscuros le miró asombrada, muchas veces ya esa joven se había negado a aceptar su propuesta
