Al día siguiente despierto con los rayos del sol en mi cara, al parecer dejamos las cortinas corridas, solo espero que nadie nos haya visto. Me incorporo hasta quedar sentado y jiro la mirada hacia Jessica con la intención de despertarla pero resulta que estoy completamente solo en la cama, abro los ojos de par en par confundido.
«No pudo haberse ido ¿O sí?»
—Buenos días, dormilón. —Sale del baño con el pelo recogido y envuelta en una toalla.
«Aunque me avergüenza admitirlo, confieso que sentí un gran alivio al verla parada allí».
—Hola. —Es todo lo que puedo decir.
—Será mejor que te levantes, ya son más de las diez —me dice con una sonrisa coqueta.
Se acerca a mí lentamente al tiempo que deja caer su toalla al suelo, quedando totalmente desnuda frente a mí, y me da un rápido beso en la boca. Me quedo inmóvil, sin saber que decir o como reaccionar; toda la valentía y determinación que tenía anoche ha desaparecido. Mi pene por su parte si que reacciona, poniéndose rígido al instante.
—Yo iré a tomar una ducha. —Me pongo de pie, cubriendo mi erección con mis manos, y camino con incomodidad hacia la ducha, escuchando una risita burlona detrás de mí.

Una vez abajo, desayunando con todos los demás, es hora del round dos en el paseo de la vergüenza. Hay un silencio sepulcral en la mesa, puedo sentir todas miradas sobre nosotros, en especial la de mis padres. Extrañamente los únicos ojos que no veo son los de Trisha.
—Si buscas a tu ex, se fue temprano. Al parecer no le gustó mucho tu espectáculo de anoche —me dice mi hermano sentado a mi lado.
Alzó las cejas al escuchar la información pero la verdad no me sorprende, Trisha siempre ha sido temperamental y orgullosa.
Después de desayunar Michael y Trevor se levantan de la mesa y se dirigen a la sala para recibir a los fotógrafos de la revista, los mismos que tomaron las fotos de la boda ayer. Hoy regresarán nuevamente para hacer una sesión privada y una pequeña entrevista sobre su fundación para niños sordomudos. Todos los demás también abandonan la mesa, y nosotros estamos a punto de hacerlo cuando escucho el carraspeo de mi padre.
—Hijo ¿Podrías darnos un momento a tu madre y a mí? —pregunta con una mirada seria.
—Si, claro, yo... —Volteó hacia Jessica que nos mira algo incómoda.
—Yo iré a dar un paseo por la playa, ustedes hablen —dice levantándose de la silla y apartándose de la mesa hasta dejarnos solos.
—Y ¿de qué quieren hablar? —pregunto a mi padres cuando volteo hacia ellos.
—Bueno, queremos saber si estás bien. —Empieza hablar mi madre con un tono algo condescendiente—. Es que sabemos que lo pasaste mal después del divorcio y es comprensible que busques consuelo en los brazos de una chica más joven y aventurera...
—Creemos que podrías estar pasando por una crisis de identidad y estamos preocupados por ti. —Mi padre toma la palabra y termina la frase.
«Debí imaginar que se trataría de esto, pienso divertido».
—Mamá, papá, de verdad agradezco su preocupación pero estoy bien. Si es por lo que pasó anoche... —Veo a mi madre sonrojarse con tan solo mencionarlo—fue solo un gran mal entendido y creo que ya me disculpé lo suficiente.
—Claro, es solo que ¿Estás seguro de que esa chica es apropiada para ti? No es para nada tu tipo. —Mi madre dice la última frase en un susurro.
«Definitivamente no lo es... pero eso no impide que me guste».
—Jessica, es divertida e independiente, estoy muy bien con ella.
—Confiamos en ti hijo, sabemos que harás lo mejor.— Mi padre concluye la conversación con esa última frase, gracias a dios, y ambos se levantan de la mesa.
«No sabía que tener una relación falsa era tan difícil».
Salgo de la casa hacia la playa y logro ver a Jessica a unos cuantos metros de distancia, arrojando rocas a la playa, con su largo cabello siendo agitado de un lado a otro por la fresca brisa. Camino hasta donde ella con unas cuantas rocas en la mano que recogí del suelo.
—Apuesto a que puedo arrojar una roca mucho más lejos que tú. —La reto.
—¿Así? Pues ya lo veremos. —Me desafía con una sonrisa en los labios.
Pasamos un rato agradable riendo mientras lanzamos rocas al mar y nos molestamos el uno al otro, hasta que ella decide hablar.
—Y ¿De que querían hablarte tus padres? ¿Acaso te regañaron?— pregunta burlonamente— ¿Te han prohibido salir conmigo por ser una mala influencia y ahora tenemos que vernos a escondidas de todos? —Hace ademanes dramáticos con las manos y finge que está a punto de desmayarse.
Yo solo miro con fingida seriedad intentando no explotar de la risa.
—Jessica, tengo treinta años, no necesito que mis padres me digan con quien puedo salir o no. Ellos solo estaban un poco curiosos, conocen mi tipo. —En cuanto pronuncio la última frase me arrepiento, espero que no lo tome a mal.
—Así que creen que no soy tu tipo... no los culpo, nunca he sido de las chicas que agradan a los padres. —Sonríe al decirlo, pero siento que es una sonrisa algo forzada.
—No es que no les agrades, es solo que creen que eres mi novia y nunca me habían visto salir con alguien tan... extrovertida. —Es la única palabra que se me ocurre en este momento para describirla—. Pero hay algo más de lo que me gustaría hablar contigo.
—Y ¿Qué podría ser? —pregunta alzando un ceja.
—Sobre lo que pasó anoche —antes de que pueda continuar ella se acerca y pone su dedo en mi boca con intención de hacerme callar.
—Shhh. Lo que pasó anoche fue increíble —me susurra en el oído—. Y no se te ocurra disculparte porque la próxima roca que lanzaré irá directo a tu cara —dice apuntándome con una.
—Sí, es solo que me preguntaba si significaba algo. —Sé que es una pregunta incómoda, al menos lo es para mí, pero solo quiero saber en qué posición estamos.
—Significa que hay mucha tensión s****l entre nosotros y que por fin decidimos hacer algo al respecto. —Ni siquiera se inmuta al dar su respuesta—. Tú siempre me dices que actúe como una adulta ¿No? Pues eso es lo que hacen los adultos —dice encogiéndose de hombros.
No estoy seguro de cómo sentirme en este momento, por un lado sé que es la manera más práctica y racional de ver las cosas, y me sorprende mucho que haya venido de ella. Pero por otro lado no puedo evitar sentirme rechazado. Una punzada de dolor me asalta al ver que para ella no significó nada más que sexo sin compromiso.
«No seas patético Roy —me reprendo mentalmente—, tú eres el único tonto que no puede tener relaciones sexuales sin involucrar sentimientos».
Además es más que obvio que una relación entre nosotros jamás funcionaría. Lo mejor es superar esta absurda atracción y asegurarme de que esto no vuelva a pasar.
Noto que he tardado mucho tiempo sumido en mis pensamientos, será mejor que diga algo o pareceré un tonto.
—Creo que, por primera vez estoy de acuerdo contigo.
A eso de las tres de la tarde Jessica y yo ya hemos hecho nuestras maletas y estamos guardándolas en el baúl del auto. Nos despedimos de Michael, Trevor y mis padres y nos ponemos en marcha de regreso a casa.
El camino de regreso es mucho más silencioso de lo que esperaba, Jessica observa el panorama por la ventana mientras yo trato de concentrarme en la carretera. Cuando nos falta más o menos una hora para llegar el teléfono de Jessica comienza a sonar.
—¿Hola? ¿En serio? ¡eso es genial! ¡Gracias! —Cierra el teléfono y luego se gira hacia mí—. ¡Mi auto está reparado! —grita entusiasmada.
—¡Que bien! Eso es genial. —Trato de aparentar tanto entusiasmo como ella.
—Sí, mi mecánico acaba de llamarme. Oye ¿crees que podrías llevarme a buscarlo?
—No hay problema —digo mientras un pensamiento aborda mi mente.
«Puede que esta sea la última vez que la lleve a algún lado».