Narra Nahuel
Mientras estaba en la estación, me llegó un mensaje de Leandro diciéndome que tuviera cuidado y recordándome la dirección a la que tenía que llegar, la miré aunque sabía muy bien cómo llegar al club; es solamente una estación, tengo que caminar hasta el otro lado de la estación, atrás está el club. Guardé rápidamente el celular cuando el tren llegó, las puertas se abrieron y bajaron unas cuantas personas, después me subí quedándome pegado a la puerta.
Cuando llegué a la estación, hice lo mismo que todos los viernes, salí de la estación, caminé hasta la esquina y doblé. Después, caminé hasta mitad de cuadra y entré. El hombre de la puerta me saludó como siempre. Fui hasta la cancha, donde estaba mi entrenador sentado en un banco esperando a los nenes.
—Hola, Nahu. ¿Cómo estás? —sonrió.
—Bien —le sonreí también y dejé mi mochila al lado suyo.
—Andá a cambiarte mientras llegan los chicos —asentí, saqué mi uniforme y caminé rápidamente hasta el vestuario. Me vestí lo más rápido que pude y volví con el entrenador.
Los chicos empezaron a llegar unos minutos después. El entrenador me pidió que ayude a los chicos en el precalentamiento mientras él salía de la cancha. Cuando terminamos el precalentamiento con los chicos, hice que iniciaran los ejercicios. Un rato después, me di cuenta de que el entrenador había vuelto y hablaba con un hombre.
Después de un rato, antes de dividir a los chicos en dos grupos para un partido, el entrenador se acercó a nosotros e hizo que nos sentáramos en el piso alrededor de él. Nos saludó y nos dio la charla de todas las semanas antes de jugar.
—Bueno... —dijo después de la charla—. Chicos, yo tengo que irme, pero él —señaló al hombre que estaba al lado suyo—va a ocuparse de entrenarlos. Su nombre es Daniel, le había prometido que hoy iba a empezar, pero solo se va a quedar a mirar y a aprender. —me miró y me hizo una seña, me levanté rápidamente y me acerqué a él—Él es Nahuel, lleva bastante tiempo en el club y nunca falta —el entrenador puso una mano en mi hombro—, por eso está designado como ayudante con los chicos chiquitos. Más tarde él entrena con los adolescentes —el hombre me sonrió—. Nahu dirigí el partido de los peques, mientras voy a hablar con Daniel —asentí, fui directamente con los chicos que seguían sentados en el piso, armé cuatro equipos y elegí dos para que empezaran a jugar.
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Después de jugar, me acerqué al banco donde el entrenador estaba sentado esperando a los demás, agarré mi mochila y los miré. Saludé a mi entrenador, después miré a Daniel, él me sonrió saludándome con la mano, le devolví el saludo, me colgué la mochila y salí del club. Lean, como me había prometido, estaba afuera esperándome.
—¿Cómo te fue? —me abrazó.
—Bien —mi hermano me sacó la mochila—. El entrenador se va a ir, así que nos presentó al nuevo entrenador.
—¿Te cayó bien?
—No sé, no hablé con él, el entrenador lo presentó, nada más —Lean asintió.
Caminamos hasta la estación y nos sentamos a esperar el tren. Miré a la gente que caminaba por el andén en el que estábamos nosotros y en el que estaba en frente, hasta que el tren llegó. Mi hermano y yo nos levantamos rápidamente y nos acercamos a la puerta.
Cuando llegamos a mi casa, saludé con un beso a mamá y corrí a ducharme. Salí un rato después, mi hermano estaba hablando con mamá en el comedor. Me senté con ellos en la mesa, ella me sonrió y me acercó un platito lleno de galletitas. Empecé a comer mientras seguían hablando, aproveché para distraerme con mi celular. Entré en w******p y miré los mensajes que tenía, había varios del club, así que entré al grupo y los leí, noté que habían agregado un número. Entré al perfil del número, era el nuevo entrenador. Miré su foto de perfil, no le había prestado mucha atención hoy, cuando lo presentaron. En la foto, estaba sentado en una mesa sosteniendo una copa, tenía puesta una camisa blanca que le quedaba ajustada y sonreía a la cámara, pero no la miraba.
—Nahu —miré a mamá rápidamente—, ¿estás leyendo algo importante? —negué con la cabeza—¿Por qué estabas tan concentrado entonces? —me sonrió.
—Por nada, solamente miraba los mensajes del club.
—¿Cómo te fue en el club? —di vuelta el celular y le mostré la foto de Daniel, después empecé a contarle que él iba a ser mi entrenador a partir de la otra semana—¿Y cómo te fue jugando? —bloqueé el celular y lo dejé en la mesa mientras le contaba como había ido el partido que jugamos hoy.
Un rato después, mi hermano se fue, dejándonos a mamá y a mí solos. Papá llegaba más tarde, antes de la cena, así que decidí hacerle compañía mientras lo esperábamos. Mamá empezó a contarme lo que hizo hoy en la peluquería; por suerte, hoy solo trabajaba hasta las dos de la tarde, nos deja bastante tiempo para estar juntos después de mi entrenamiento. Nos sentamos en el sillón para mirar la televisión, pero no dejamos de hablar en el rato que nos quedamos ahí. De vez en cuando, me distraía con mi celular, Camila me mandaba mensajes preguntándome si me gustaban sus dibujos o si podía hablar, que estaba aburrida, pero casi no le contestaba; no quiero distraerme mucho porque me gusta cuando estoy con mamá, es como cuando era chiquito. Además, siempre está trabajando y solo puedo verla y pasar tiempo con ella en la cena.
No nos dimos cuenta cuando se hizo de noche hasta que papá llegó a casa. Mamá se levantó de un salto y fue a la cocina cuando él entró.
—Buenas... —se acercó a mi y me besó en la frente como saludo—. ¿Cómo estás? ¿Llegaste bien a tu entrenamiento? —asentí sonriéndole.
—Puedo ir solo siempre, así no molesto a Lean —papá me miró un poco pensativo, pero no dijo nada, me revolvió el pelo y, después de sonreírme, se fue a la cocina con mamá.
—¿Queres pizza Nahu? —preguntó papá desde la cocina, asentí sonriendo. Sacó el celular y se acercó a la heladera donde teníamos todos los imanes.
Mamá volvió a sentarse al lado mio a mirar la televisión y esperar a que papá terminara de hacer el pedido. Después se sentó al lado mio dejándome en el medio de los dos, como siempre hace.
Cuando terminamos de cenar, fui a mi cuarto y me encerré. Me tiré en la cama y le contesté los mensajes a Cami.
—"Pensé que habías desaparecido y que tu celular lo tenían los extraterrestres." —me reí con su mensaje.
—"No, solamente estaba con mi mamá. Hoy salía temprano del trabajo y quería aprovechar para pasar un rato con ella."
—"Cierto... pero ahora que ya me das bola, ¿me contás como te fue en el club? ¿Te dieron la noticia?
—"Sí, mi entrenador se va." —le envié un emoji triste—"Hoy conocimos a quien nos va a entrenar ahora que se va"
—"¿Cómo es? ¿Voy a tener una razón para ir a verte jugar?" —sonreí, salí de su chat, me metí al grupo, después en el perfil de Daniel, saqué una captura y se la envié a Cami—"Es lindo. ¿De verdad va a entrenarte? Tal vez le diga a mi mamá que quiero acompañarte a las prácticas." —volví a reírme.
—"No creo que le gusten las chicas feas." —envió un emoji triste y uno llorando.
Seguimos hablando hasta medianoche, cuando papá me dijo que tenía que acostarme ya. Me despedí de Cami y dejé el celular en mi escritorio cargando, me puse el pijama, para acostarme después.
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Me desperté escuchando el celular sonar, me di la vuelta y me tapé la cabeza con las sábanas; no sé que hora es, pero no quiero levantarme, estoy cansado. Mi celular siguió sonando, eran mensajes. Suspiré, me levanté y caminé hasta mi escritorio bostezando; capaz era Lean o Paloma invitándome a su casa, o a algún lugar. Agarré mi celular y lo miré, tenía unos cuantos mensajes del grupo, algunos de Cami y un par de un número que no tenía. Abrí los mensajes del número que no conocía.
—"Hola, Nahuel, soy Daniel. Santiago me aconsejó que te agregara, para que podamos hablar de la clase de los chicos." —decía el primero—"Espero no molestarte, Santiago me dijo que vos me podías poner al tanto de como son las cosas en el club, que hacen normalmente." —releí un par de veces los mensajes; me pone un poco nervioso hablar con alguien nuevo. Dejé el celular en el escritorio de nuevo, fui a mi placar, saqué ropa y me fui al baño para ducharme y alistarme. Mientras, pensaba en lo que le podría responder a Daniel. Cuando salí, volví a mi cuarto, agarré mi celular y abrí el chat de Daniel de nuevo. Primero lo agregué y después releí los mensajes. Le escribí lo que pensé que era importante y lo que siempre hacíamos en los entrenamientos. Un ratito después me contestó pidiéndome que, si podía, fuera más temprano para que le enseñara lo que tenía que hacer. Le dije que sí y dejé el celular en donde estaba, salí de mi cuarto para ir al living, papá estaba sentado en el sillón tomando mate mientras miraba la tele. Cuando me miró, me sonrió, dejó el termo en la mesita al lado del mate, se levantó y se acercó a mí.
—Buen día, dormilón —me revolvió el pelo—. ¿Querés café? —asentí. Papá fue a la cocina y puso a calentar agua, mientras, yo me senté en la mesa y, desde ahí, miré la tele.
Papá me trajo la taza y, después de ir a buscar el termo y el mate, se sentó al lado mio a mirar la tele. Nos pusimos a hablar de cualquier cosa, lo primero que se nos ocurría mientras veíamos la película que estaban pasando a esa hora de la mañana. Como con mamá ayer, intenté aprovechar el tiempo que tenía con papá.
Después de mediodía, Cami vino a visitarme, nos metimos en mi cuarto y nos pusimos a hablar. Cómo ayer, empezó a decirme que iba a acompañarme a mi entrenamiento a partir de ahora para ver a Daniel en persona.
—Che, Nahu —la miré—, ¿alguna vez te gustó alguien?
—Vos me gustas, por eso somos amigos —le sonreí, ella sonrió pero negó con la cabeza.
—No así, Nahu, alguien que te guste para ser novios. —se acomodó en mi cama—Así, como tu hermano y su novia —pensé un ratito y negué con la cabeza.
—¿Por qué?
—No sé, me daba curiosidad saber. Nunca te escuché hablar como lo estoy haciendo yo con tu entrenador.
—Nunca miré a una chica como vos a Daniel —ella sonrió.
—Capaz no te gusten las chicas.
—Tampoco miré a un chico así —me miró en silencio unos segundos.
—¿Seguro? —asentí—Deberías pensarlo detenidamente —me quedé callado; ¿qué tengo que pensar?
—¿Por qué me estás preguntando eso?
—Solo tengo curiosidad, Nahu —me sonrió—. ¿Ya viste detenidamente a tu nuevo entrenador? Es muy lindo —asentí aunque no le había prestado mucha atención a Daniel, pero Cami parecía bastante empeñada en hablar de él. Mientras ella hablaba, me quedé pensando en lo que me había dicho; ¿por qué tenía que pensar en si Daniel era o no lindo? Ni siquiera le había prestado demasiada atención como para pensar algo de él.