Capítulo 4

1747 Words
Narra Daniel Me puse a leer mientras esperaba a Lucas en el café. El último grupo había terminado a las cuatro, así que le mandé un mensaje a mi amigo para que nos viéramos en el café después de su trabajo. A la mañana había encontrado bastante información sobre el síndrome de Down en una página, así que la imprimí para poder leerla. Llevaba leyendo ya un par de hojas cuando Lucas se acercó a mí y me saludó. Se sentó adelante mio y mientras yo guardaba mis papeles, él llamó al mozo para hacer los pedidos. Una vez que nos dejaron solos, me sonrió. —¿Qué estabas leyendo? —Información sobre el síndrome de Down —hizo una mueca—. No me mires así, hoy estuve en el entrenamiento de los chicos y no parecían muy difíciles de enseñar. Por ahí los adultos, pero, en general, no parecía cambiar mucho de los chicos que ya entrené hace un tiempo. —Ahora no lo ves porque recién empezás —suspiró—, Dani, no seas tonto, ¿querés? Esos chicos no aprenden como los demás, por eso no están en escuelas normales —empecé a enojarme con él. —Callate, Lucas, ya no opines más —dije desviando la mirada a la ventana—, es mi trabajo después de todo, no el tuyo, no tenés que preocuparte por tener que lidiar o no con esos chicos. Por unos instantes reinó el silencio entre nosotros, ninguno decía nada. El mozo llegó con nosotros haciendo que la tensión se disipara forzosamente con los sonidos de las tazas y los platitos que apoyaba en la mesa, junto con los "gracias" de nosotros cada vez que servía algo. Aún en silencio, y sin dirigirle la mirada a Lucas, sentí su mano sobre la mía en una caricia, levanté la mirada rápidamente hacia él, encontrándome con una mirada cariñosa. —No te enojes, Dani, no quería molestarte, solamente me preocupa que estés en el trabajo equivocado y termines arrepintiéndote. No vas a poder volver al gimnasio, ¿y qué vas a hacer cuando eso pase? —me encogí de hombros. —No sé, lo voy a pensar cuando pase. Por ahora voy a aprender de esto —aparté mi mano de la suya, agarré la taza y tomé un sorbo de café. —Dani. —¿Qué? —se quedó en silencio unos instantes. —¿No vas a escuchar nada de lo que diga? —Capaz cuando seas un poco respetuoso. —No te falté al respe... —No a mí, a los chicos, Lucas —lo interrumpí poniéndome serio—. ¿No entendés que no son inferiores a nosotros? Así que, si no tenés nada bueno para decir sobre ellos, mejor callate, porque no voy a escucharte hablar así de esos chicos —frunció el ceño un poco, pero no respondió nada, solamente tomó un sorbo de su café y miró por la ventana. Nos quedamos en un silencio tenso e incómodo. Yo seguía con el semblante serio, mientras que él conservaba el ceño fruncido. Nunca le había hablado así, desde que nos conocemos, hace mas o menos tres años, nunca habíamos discutido por nada, aun cuando teníamos opiniones distintas, no habíamos llegado a una discusión; aunque ahora no estábamos discutiendo realmente, pero ni siquiera habíamos llegado a esta instancia. —Nunca creí que te iba a ver callado —dije rompiendo el silencio, intentando que las cosas se relajaran un poco—. Creí que mi amigo era una radio encendida siempre —noté que sus labios se curvaban en una pequeña sonrisa. —Nunca había visto esa seriedad en tu cara, creí que ibas a pegarme, o algo así. —Nunca le pegué a nadie, no iba a empezar con vos —le sonreí sintiendo que los dos nos relajábamos un poco. La tensión entre nosotros empezó a disiparse poco a poco mientras hablábamos. Decidí no volver a tocar el tema de mi trabajo; evidentemente, Lucas no es el mejor para hablar sobre eso. Después de lo de recién, prefiero no terminar discutiendo con él. Después de unas horas en el café, decidimos volver a nuestras casas. Lucas hablaba animadamente como siempre, mientras simplemente lo escuchaba como si fuera una radio, como lo había llamado el día que nos conocimos. —Che, Dani —dijo cuando nos paramos frente a mi casa. —¿Qué? —¿Hace cuánto no salís con alguien? Desde que nos conocemos no te vi de novio, ¿no hay nadie que te interese? —negué con la cabeza—¿Seguro? —asentí arqueando una ceja sin entender por qué me preguntaba eso—¿Quedaste mal con tu ex o qué? —solté una pequeña risa. —No, Lucas, solamente no quiero pareja ahora —le sonreí—. Nos vemos mañana, no llegues tarde —lo saludé y entré al edificio. Crucé el palier y subí las escaleras hasta mi departamento. Al entrar, me dirigí directamente al living, tiré mi mochila en el sillón y me desplomé al lado. Encendí el televisor y comencé a buscar algo para ver. De repente, mi celular sonó, distrayéndome del televisor, lo busqué dentro de mi mochila, lo tomé y lo miré, Santiago me había agregado a los grupos de los chicos del club. Me di cuenta, después, que él me había enviado un mensaje privado. —"Hola, Daniel, ya estás en los grupos de los chicos. Nahuel te va a ayudar en lo que necesites, cuando puedas, hablale" —seguido al mensaje, me envió el número del chico. —"Gracias, Santiago. Voy a cuidar bien a los chicos" —le contesté desviando la mirada al reloj; casi eran las ocho y media, seguramente Nahuel estaría descansando o cenando con su familia. Decidí que lo mejor sería que le hable mañana por la mañana. --------------------------------------------------- Volví de correr cerca de las nueve de la mañana, me di una ducha rápida y me senté en mi cama. Tomé mi celular y, sin olvidarme de lo que tenía que hacer, le mandé un par de mensajes a Nahuel. Después de recibir su respuesta, me dediqué a leer el resto de la información que había impreso ayer. Me pasé la mañana leyendo. Cada poco, escuchaba mi celular sonar, pero, después de ver que era Lucas, seguía leyendo sin prestar mucha atención; después de todo, dudo que me esté diciendo algo que no pueda esperar hasta que termine. De repente, me llegó una llamada que no me dejó continuar. Miré la pantalla del celular soltando un suspiro; Lucas necesita desesperadamente que le preste atención al parecer. —Hola —contesté la llamada. —Hola, Dani —dijo alegremente—. ¿Por qué no mirás los mensajes? —Porque estoy leyendo, Lucas. ¿Qué querías? —No me hables así, Dani, me hace sentir molesto —a veces lo sos realmente—. Te llamaba para saber si te molestaría que vayamos con unos amigos míos al boliche. —Sabés que no me molesta, Lucas. —Bueno, bueno, perdón por molestarte... —siguió hablando, pero me distraje con la lectura. Cortamos la llamada diez minutos después, cuando Lucas se dio cuenta de que no le estaba prestando atención en lo absoluto, dejándome en paz nuevamente. Aproveché que Lucas (y el resto del mundo) se había callado para leer todo lo que podía y lo que había encontrado. Después de almorzar, me acosté en el sillón y me dediqué a mirar televisión hasta que empezó a oscurecer. Cerca de las once y media, Lucas me envió un mensaje diciéndome que bajara. Guardé el celular, tomé mis llaves, un abrigo y salí. Bajé rápidamente, crucé el palier y abrí la puerta principal, afuera me esperaban Lucas, dos chicos y una chica maquillada exageradamente. —Dani, ellos son Ana, Lautaro y Manuel —me los presentó Lucas, los saludé a los tres con un beso—. ¿Vamos? —me agarró de la mano haciendo que lo siguiera antes de que contestara algo. Caminamos unas cuadras hablando de cualquier cosa. Tanto Manuel como Ana no dejaban de hablar, tal como Lucas lo hace siempre, en cuanto a Lautaro, él parecía un poco más reservado; estoy seguro que él se siente tan fuera de lugar como yo ahora mismo. Él no metió bocado en lo que llevamos caminando, mientras que yo solo contestaba algunas cosas, o seguía algunas de las bromas de Lucas. —¿Seguros que ustedes no son novios? Hacen una linda pareja —nos preguntó Ana cuando llegamos a la parada del colectivo. Instintivamente solté la mano de Lucas mientras negaba con la cabeza. —Solamente somos amigos —la mirada de Ana se desvió hacia mi amigo. —Nos conocemos hace tres años, si hubiera querido que sea mi novio, lo sería hace rato. —Agrandado —musité con una sonrisa mirándolo. —Sabés que es así —me devolvió la sonrisa—. Además, parece que Dani no quiere novio. Está soltero desde que lo conozco. —Y desde antes también —comenté. —¿Estás esperando a tu príncipe azul? Tal vez ya llegó —acotó Manuel guiñándome un ojo, le sonreí negando con la cabeza—. De todas maneras me postulo como tu príncipe azul —Lucas se abrazó a mi brazo. —Acabo de decirte que no quiere nada, Manu, no intentes —solté una risita. —Cualquiera diría que estas celoso o algo así, Lucas —volví a reír—. Puedo rechazarlo yo solo, ¿sabés? —él me miró haciendo pucheros como siempre. El colectivo llegó obligándonos a comportarnos de nuevo. Nos subimos rápidamente y nos quedamos cerca de la puerta de descenso. Lucas y Manuel empezaron a "pelear" por quien se iba a quedar conmigo, mientras yo me alejaba de ellos y me quedaba con Lautaro y Ana, que estaban a un lado hablando tranquilamente. —Parece que aquellos dos están peleando por tu amor —comentó Ana soltando una risita, puse los ojos en blanco mostrándole una pequeña sonrisa—. Manu no es un mal partido, aunque le gusta salir siempre —negué rápidamente con la cabeza. —Creo que no es mi tipo —contesté; en realidad, no tengo mucha idea de qué tipo de chico es mi tipo, pero, sinceramente, prefiero mantenerme soltero por ahora, o al menos hasta que llegue alguien que sea todo lo contrario a Lucas.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD