Capítulo 9

1866 Words
Narra Nahuel Mi hermano se despidió de mi en la puerta del club, me dijo que si no lo veía a la salida, que volviera a casa solo y que lo esperara ahí, que me iba a llevar a su casa a pasar el fin de semana. Después de darme un beso en la frente, dejó que entrara al club. Saludé al hombre de la puerta, caminé hasta la cancha, me saqué la mochila y la dejé en el banco. Después me giré para buscar a Daniel. Él estaba parado en medio de la cancha mirando para arriba, me acerqué a él y toqué su hombro, pegó un saltito girándose a mirarme. —Ah, hola Nahu —me dio un beso en la mejilla—. ¿Cómo estás? —sonrió. —Bien, ¿usted? —Bien... y no hace falta que me trates de usted, no soy tan mayor —volvió a sonreír. —¿Cuántos años tien... tenés? —Veintinueve —contestó—. No soy tan mayor —lo miré callado, después asentí. —Voy a cambiarme, los chicos seguramente ya van a llegar —me acerqué a mi mochila, saqué mi uniforme y fui al vestuario. Me cambié rápido y volví a la cancha. Ahora, Daniel estaba sentado en el banco mirando su celular, me acerqué y guardé mi ropa en la mochila, después me senté al lado suyo. De repente, una gota me cayó en la nariz, parpadeé y miré al cielo; desde la mañana está muy nublado. Otra gota me cayó en la cara, esta vez en el cachete, miré de nuevo a Daniel que todavía miraba su celular. —Entrenador, está lloviendo —dejó de mirar el celular y miró para arriba. —Vamos a adentro —guardó su celular, se levantó y agarró las cosas que íbamos a usar en el entrenamiento—. Vamos Nahu, no quiero que te mojes —asentí, agarré mi mochila y lo seguí hasta adentro del club. Daniel sacó su celular de nuevo y empezó a escribir, después miró al hombre de la entrada, se acercó a él y le dijo algo, yo me quedé donde estaba. Saqué mi celular y miré el grupo, el entrenador había mandado que, si llovía mucho, no vinieran. Volví a guardar mi celular, me acerqué a la puerta para mirar para afuera, empezaba a llover más fuerte—. Parece que no vamos a tener entrenamiento hoy —pegué un saltito cuando escuché la voz de Daniel atrás mio, lo miré y asentí—. Me dijeron que todas las canchas techadas están ocupadas, así que no vamos a poder jugar hoy. —suspiré un poco triste; de verdad quería jugar hoy. —Creo que tengo que llamar a mi hermano para que venga a buscarme —Daniel asintió. —Vamos a sentarnos y lo llamás ahí. Fuimos hasta un banco que estaba al lado de la entrada y nos sentamos, saqué mi celular y llamé a mi hermano. Me contestó la cuarta vez que lo llamé, me pidió perdón por no poder contestarme antes, me preguntó qué había pasado y, después de decirle que hoy no iba a haber entrenamiento, me dijo que lo espere, que mamá y él tenían cosas que hacer todavía. —Preguntale a tu entrenador si te podés quedar un rato. —Bueno... —me saqué el celular de la oreja y miré a Daniel, él me miró también—. Mi hermano no puede venir a buscarme todavía, está con mi mamá haciendo trámites —él asintió—, pregunta si me puedo quedar acá. —Está bien, decile que me voy a quedar con vos hasta que puedan venir —volví a ponerme el celular contra la oreja y le dije lo que Daniel me había contestado. Lean me prometió que iban a tratar de tardar lo menos posible, que iba a ir a casa a buscar un paraguas y que iba a venir a buscarme, después, colgó. Dejé mi celular en la mochila y miré a Daniel, él me sonrió, haciendo que, de repente, fuera lo único que podía ver. Me sentí tonto cuando me di cuenta de que no podía dejar de verlo mientras sonreía; Nunca me había pasado algo así. —Contame, Nahu, ¿cómo te va en la escuela? —Bien —respondí sintiéndome tonto todavía—. Hasta ahora no desaprobé ninguna materia en ningún año. —¿De verdad? —asentí—. Tus papás deben estar muy orgullosos de vos —me encogí de hombros—. Debes ser muy inteligente —puo su mano en mi cabeza y acarició un poco mi pelo, después la sacó. —Hay chicos en la escuela que dicen que soy un "mogólico" y por eso estoy todavía en cuarto año con veintitrés años. —No les hagas caso, seguro que ellos no saben ni la mitad de cosas que vos. Ellos no deben ser ayudantes del entrenador, ni deben jugar tan bien como vos al fútbol —sentí que la cara me ardía. —Alan es mucho mejor que yo... —dije con vergüenza; de verdad me siento tonto—. Él es el goleador del equipo. —Alan no me parece tan bueno como vos. Además, vos sos muy bueno como defensor y delantero, él como defensor es muy torpe —bajé la mirada sintiéndome incómodo, sentía que toda la cara me ardía, sobre todo los cachetes—. Jugás muy bien, Nahu. —Gracias —dije bajito. Nos quedamos callados un rato. Como estábamos cerca de la puerta, no se escuchaba tanto el ruido de la cancha de básquet, pero la lluvia se escuchaba fuerte. Parecía que llovía bastante, desde donde estábamos no podía ver para afuera. Cerré los ojos, sintiendo que de a poco mi cara dejaba de arder. Me levanté con la idea de ir hasta la puerta para que me diera el viento fresco en la cara, pero solamente di un paso cuando sentí que Daniel me agarraba de la muñeca, lo miré rápidamente. —¿A dónde vas? —Iba a acercarme a la puerta para ver la lluvia —sentí que me soltaba de a poco. Miró mi mochila y la agarró, después se levantó. —No voy a dejarte solo, menos cuando estás al lado de la puerta. —No hace falta... —Si hace —me dio la mochila, la agarré y me la colgué en el hombro—. Vamos —sonrió, después, puso sus manos en mis hombros, hizo que me girara y me llevó hasta la puerta. —¿Por qué no me dejás solo? —Porque no quiero que te pase nada, soy responsable por vos —me paré contra el marco y lo miré, él me sonrió—. Voy a intentar no estorbarte, pero voy a quedarme acá para que no te pase nada. —Creo que Camila tiene razón, Daniel es lindo. Me giré rápidamente y miré para afuera. Cada vez llovía más fuerte y parecía que no quería parar. Suspiré, saqué mi celular y lo miré, tenía un par de mensajes de Camila que no había prestado atención antes. Me había mandado el dibujo que había hecho de mi terminado, seguido me preguntó si me gustaba. —"Me gusta bastante, ¿me lo regalás?" —"Después de que lo vea mi profe te lo doy" —sonreí. —"Lo voy a guardar con todos los demás" —le contesté acordándome de la carpeta llena de todos los dibujos que me regaló desde que nos conocimos. —¿Es tu hermano? —negué con la cabeza y miré a Daniel. —Es mi amiga, se llama Camila —abrí la foto del dibujo y se la mostré—. Estudia dibujo y me toma como modelo siempre —Daniel miró el dibujo y después me miró. —Dibuja muy bien tu amiga —sonrió, yo asentí—. Aunque podría haber pintado tus ojos —"Tenés muy lindos ojos", las palabras que me dijo el otro día resonaron en mi cabeza. Sentí mi cara arder de nuevo solamente pensándolo—. No te avergüences, Nahu. Tus ojos son muy lindos, es algo que puede resaltar en el dibujo —me puse nervioso cuando dijo eso; se da cuenta fácilmente que me da vergüenza lo que dice—. ¿Volvemos a sentarnos? Si tu hermano tarda mucho, nos vamos a cansar parados acá —asentí, me di la vuelta, me acerqué al banco y volví a sentarme, él se sentó al lado mio. Nos quedamos callados por un rato, escuchando el ruido en la cancha de básquet y la lluvia afuera. Respiré profundo y lo miré, Daniel se cruzó de brazos apoyando la espalda contra la pared. —¿De qué trabajabas antes? —me animé a preguntar. —También era entrenador, pero en un gimnasio. Y antes trabajé en una escuelita de fútbol, primero de ayudante y después de profesor cuando me recibí —asentí. —¿Por qué decidiste trabajar acá? —Porque quería irme del gimnasio —me miró sonriendo—. No me gustaba estar con esa gente, además de que las clientas... —se quedó callado—... tenía algunos problemas con las clientas y a veces con algunos clientes. No me gustaba ese lugar —miró a la cancha de básquet. Saqué mi celular y, aprovechando que no me miraba, le saqué una foto para enviársela a Camila. Después volví a guardarlo; aunque me contestara el mensaje, no iba a verlo hasta que mi hermano llegue. —¿Tenés novia? —pregunté sin darme cuenta, él se giró rápidamente para mirarme—. Perdón, es que... —miré mis botines con vergüenza—... es que mi hermano tiene novia y quería saber si vos también... No quiero molestarte con la pregunta —escuché que se acercaba a mí. —Veo que sos un poco curioso —sentí su mano en mi cabeza—. Soy gay, Nahu, así que no tengo novia. ¿Vos tenés pareja? —negué con la cabeza—¿De verdad? Que pena, sos un chico lindo. —¿Lindo? —lo miré. —Lo sos —sonrió—. Tus ojos son muy lindos, igual que tu sonrisa —sentí que acariciaba mi pelo muy suave—. No deberíamos hablar de esto, es inapropiado, sigo siendo tu entrenador —asentí, sacó su mano de mi cabeza y se alejó. —Pero ¿por qué te parezco lindo? —se quedó callado un ratito y después me sonrió. —No lo tomes a mal, no es porque soy gay o busque algo con vos, pero creo que sos un chico lindo. Ya te lo dije, tenés una linda sonrisa y tus ojos destacan muchísimo —se acomodó contra la pared de nuevo—. No me hagas seguir hablando de estas cosas, si alguien escucha y lo mal interpreta, seguramente termine en problemas. —Perdón —dije bajito, buscando con la mirada algo para poder seguir hablándole. Me gustaría que Camila estuviera acá, ella sacaría temas de donde sea, nunca se calla aunque quisiera.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD