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Recuerdos de Infancia Después de que Andreas habló con Björn fue a la cocina para sacar una botella de agua de la nevera. Para su sorpresa, varios herméticos tenían comida lista para calentar. Abrió la boca asombrado cuando revisó algunos a través del vidrio templado y que contenían sus comidas favoritas y combinaciones más ordenadas. También había fruta lista para comer, cereales, yogurt, jugos de fruta. Su nevera jamás estuvo así de completa. El guía sacó uno y lo calentó para comer algo mientras su asistente seguía durmiendo en su cama. Semidesnuda. El sólo recuerdo de su cuerpo junto al suyo al despertar produjo infinitas imágenes y posibilidades en su cabeza. Negó en su mente y trató de alejar esas ideas. Era un actor, profesional y no iba a meterse en problemas porque la asistente asignada o, mejor dicho, que el mismo había elegido fuera tan eficiente y ahora deseable. No olvidaba el castigo impuesto por el presidente por las fotos con esa modelo y lo que menos quería era otro problema entre manos. Ya bastante difícil era saber que estaba vinculado a un fantasma que no podía ver o atrapar y que sus habilidades se estuvieran desestabilizando cada vez más. Su compañero... Era extraño llamarlo así considerando que el primer contacto no fue formal como se hacía para el acoplamiento de las parejas, tampoco podía asegurar que hubo contacto. No sabía quien era o como se veía. Irónicamente, la única imagen que le venía a la cabeza cuando pensaba en su esper, era esa extraña mujer que nadaba esa noche bajo su bungalow en Coral City. Aún recordaba su cabello meciéndose tras su espalda y su piel blanca...Toda la imagen se volvió muy sensual e íntima haciendo que el brillo escarchado de su piel surgiera en su rostro, brazos y torso vibrando hacia la sala y la habitación. Llevaba tanto tiempo sin hacer visibles sus habilidades que el darse cuenta de, como un simple pensamiento desplegaba sus estelas, lo frustraba. Trató de concentrarse en otra cosa después de terminar de comer y se decidió a caminar hacia la habitación secundaria que usaba como estudio de trabajo. Entró al lugar y revisó los guiones esparcidos en el escritorio, los papeles y los tomó para guardarlos en un cajón lateral. El lugar era amplio con un escritorio para trabajar, un sillón reclinable en dirección a varias pantallas dispuestas en la pared contraria y un sofá de tres cuerpos lo suficientemente grande como para servirle de cama improvisada cuando se quedaba trabajando hasta tarde. Andreas lo miró con atención y pensó en las palabras de la G3 sobre acondicionar un lugar para Sei. La joven le llegaba a la nariz por lo que podría dormir en el sofá sin dificultad, pero luego se sintió culpable de dejar a la mujer durmiendo en un sofá mientras él dormía en su cama king size de varios miles. No era su decisión tenerla en su casa, era una orden de la G3, pero había sido educado hasta los doce años por su abuelo en una ciudad de tradiciones y educación a la antigua. Los recuerdos del guía de su niñez no eran muchos, no porque tuviese una infancia difícil como muchos de los niños que estaban en la Cúpula si no porque la vida con su abuelo era tranquila y rutinaria. Una gran casa al estilo colonial con grandes columnas en la entrada, un porche con una mecedora para disfrutar las tardes de verano. Terreno fértil a su alrededor con una huerta para sus necesidades básicas en el patio trasero, un perro y algunas gallinas. Vivían fuera del pueblo por lo que las salidas a la escuela de ida y regreso eran su único distractor. El resto del tiempo pasaba al aire libre o leyendo. Le encantaba leer, aprender de lugares diferentes y personas de todos tipos. Su deseo de ser y actuar como ellos lo hizo ser un buen observador para imitar con rapidez a la gente cercana y parecer otra persona. Ahora, que lo pensaba, podía decir que esa entretención que tenía en su infancia lo había hecho convertirse en actor. A través de sus personajes podía actuar y convertirse en otra persona. Una máscara que no mostrara lo diferente que era y que se sentía. Al ser un metahumano, en especial un guía, aprendió que, para las personas, el ser diferente era ser peligroso y les generaba temor, pero a la vez, el mantenerlos al margen en la comunidad separada sólo lograba que las diferencias que los hacían especiales se convirtieran en algo que había que controlar y, al hacerlo mediante mediciones y rangos, se perdían en la masa y la estructura. Podía recordar cuando sus habilidades aparecieron por primera vez cuando estaba con su abuelo de compras en la tienda de conveniencia del pueblo. Al ver a un hombre amenazar a la vendedora, el brillo en su rostro apareció cuando trató de calmarla. Recordaba el rostro sorprendido de su abuelo y el del hombre antes de desmayarse. Cuando despertó, estaba en su habitación con su abuelo sentado a su lado y un hombre a su lado, vestido con un uniforme gris , el que después identificó como el de un guía. Después de ese día se hicieron los arreglos para asignarle el apoyo económico que la Cúpula otorgaba a las familias de metahumanos al momento de llevarlos al Centro de Entrenamiento para su formación. Debido a la avanzada edad de su abuelo y que el Domo más cercano quedaba a varias horas de distancia, se despidió de su abuelo frente a las puertas de su antigua casa con un fuerte abrazo. - No dejes de soñar, Andreas- le dijo su abuelo acariciando su rostro con su mano callosa y marcada por la edad - Da lo mejor para hacer lo correcto y vivir con tu consciencia tranquila. Eres especial, no sólo por ser un meta humano, si no por ser tú. Lograrás muchas cosas maravillosas y la gente te verá y se sentirá bien. Lo último que recordaba de su abuelo era su mirada calmada despidiéndose con la mano mientras el automóvil del domo se alejaba de la gran casa solariega. Seis meses después uno de sus líderes de grupo le avisó que su abuelo había muerto de un ataque al corazón mientras dormía. Un hombre extraño, con un traje de oficina le habló, informándole que todas las propiedades y dinero de su abuelo le pertenecían como único heredero y que todo quedaría en un fideicomiso hasta que cumpliera dieciocho años. A los dieciocho, cuando el mismo hombre trajeado fue a verlo, se enteró que la casa de su infancia y otras propiedades habían sido adquiridas por el banco debido a malas inversiones de su abuelo, pero el dinero en el fideicomiso estaba a salvo. Ese dinero le permitió instalarse en Eternal Lights y comenzar su trabajo encubierto, pero lo usó sabiamente por lo que el monto había crecido exponencialmente. No era rico, pero podía darse lujos como ese departamento, su auto y la ropa. Lo manejaba de manera encubierta, a nombre de un grupo empresarial por lo que no podía ser rastreado hasta él. Ahora miró el gran sofá y suspiró. Sei iba a estar por poco tiempo, hasta que pudiese encontrar al esper renegado por lo que comprar una cama o cambiar el sofá era improductivo e ineficiente. Lo que sí, iba a comprar sábanas y cobertores mullidos para que no fuera incómodo para ella. Satisfecho con su decisión, salió del estudio y entró a su habitación donde Sei dormía profundamente aún. Suspiró complacido al percibir su suave fragancia mientras tomaba un libro y salía del lugar nuevamente.
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