Eres Mi Compañera
Entró a la habitación donde el guía dormía y se acercó para sacarle los zapatos y cubrirlo con una manta. El verlo tan débil sobrecogió a Sei quien se acercó a su lado y se sentó en el borde tomando su mano. Casi al mismo tiempo la mano del guía brilló al igual que sus ojos.
La joven lo miró sorprendida cuando su rostro y cuerpo se cubrió de escarcha.
-Esper...- murmuró en la bruma de lo que quedaba de la crisis sujetando su mano para atraerla hacia él.
-¿Qué estás haciendo? - preguntó frenética sorprendida de su fuerza. Andreas siempre había sido muy gentil y suave con ella - Acabas de tener una crisis...
-Mi compañera...- le dijo con una sonrisa extraña sentándose en la cama sin soltarla - Te encontré...
-Andreas, estás confundido... No soy tu compañera, soy tu asistente.
-No - dijo acercándola para abrazarla con fuerza hundiendo la cara en su cuello -Puedo sentir tu aura. Es tan hermosa...No te vayas...Te necesito...
La súplica sonó en sus oídos y la estremeció. Nunca había visto al hombre así. Parecía estar sufriendo al buscar al esper que mencionaba. Se puso rígida...¿Un esper? Lo que recordaba de la conversación de la mañana era que cada guía tenía un esper con el que era compatible ¿Andreas había encontrado a ese esper? Claramente le había dicho que no tenía pareja y no le interesaba ¿Cuándo lo había encontrado?
El corazón de la joven se apretó en su corazón. Si Andreas había encontrado a su compañero, el vínculo del que había escuchado sería tan intenso que ninguno de ellos podría alejarse del otro. Con un suspiro trató de alejar el dolor de su amor no correspondido. Qué tonta había sido al ilusionarse como una adolescente. Andreas era un actor y modelo famoso que podría tener a cualquier mujer a su lado, era imposible que alguien tan sencilla e invisible pudiera ser vista por el hombre que la abrazaba pensando en otra.
-Andreas, aún estás aturdido...Trata de dormir un poco. Me quedaré aquí...
-No, no quiero dormirme. Si me duermo te irás...
Sus ojos seguían vidriosos y aturdidos. Parecía no estar plenamente consciente de lo que hacía.
-Andreas, me quedaré hasta que te duermas. Tranquilo...- la joven trató de zafarse, pero el guía no la soltó
-No...Te irás...- su voz estaba cada vez más ansiosa e inquieta. No quería que tuviese otra crisis sin los esper cerca.
-Me quedaré- le dijo palmeando su espalda para calmarlo...
-Te necesito...- susurró besando su cuello con suavidad liberando la bruma a su alrededor y la joven jadeó por la sorpresa. Era como si el mismo Andreas la estuviera acariciando con las manos.
-¿Qué es esto?- le dijo sofocada por las sensaciones que estaba sintiendo.
-¿Te gusta? - preguntó y hubo un silencio como esperando su aprobación.
-Me siento rara...- reconoció al sentir como su cuerpo se amoldaba a él deseando más caricias y sentir eso otra vez.
-Te estaba llamando y no venías...Ahora que te tengo te cuidaré- intensificó la bruma alrededor de Sei haciéndola jadear. Se sentía en un estado de trance...quería más- ¿Por qué no liberas tu aura? ¿No te gusta mi llamado?
-No sé como hacer eso...- le dijo aferrando sus hombros.
-Acaríciame...Tócame... Tus manos tienen tu energía, puedo sentirla.
-Andreas, esto no está bien - le dijo con el último atisbo de lucidez tratando de alejarse, pero el joven no le obedeció. Sólo aumentó la intensidad de sus estelas.
-¿Me necesitas?- preguntó escuchándola respirar agitado besando su cuello mientras metía las manos bajo la blusa suelta para poder acariciar su piel. El toque eléctrico hizo que la joven arqueara la espalda sorprendida.
-Andreas - susurró bajo
-¿Me necesitas? - repitió lamiendo su cuello, deslizando la lengua de manera perezosa y soplando sobre ella con la escarcha de estelas las que que fusionaron en la piel de Sei.
-Si...- confesó al fin
-Libera tu aura...Tócame...-pidió sacándole la blusa por la cabeza y sonrió de placer sorprendiendo a Seirén.
-¿Andreas?
-Eres hermosa...- murmuró embobado mirando a la joven que ya estaba casi a horcajadas sobre él debido a los jalones del guía mientras la acariciaba sacándole el sujetador apreciando su piel en tanto acariciaba su cuello y pecho con los dedos dejando huellas de sus estelas en su piel - Mi hermosa esper
Lo que Sei no podía ver, pero Andreas si, era que el rostro de Seirén, sus brazos y sobre el pecho brillaban con una escarcha parecida a la del guía. Con la respiración agitada y sus ojos brillantes llenos de confusión le parecían al guía lo más sensual del mundo en este momento.
El guía la besó hundiendo la lengua en su boca mientras se desabrochaba la camisa y la arrojaba lejos, ansioso por volver a tocar su piel.
-Tócame...- pidió de nuevo tomando una de sus manos para que la apoyara sobre su pecho y siseó de placer cuando una jadeante Sei extendió los dedos para acariciarlo.
Por un momento pensó que la escarcha que veía en sus yemas era suya ya que parecía estar pulsando al ritmo de su corazón, pero al ver que se fusionaba en la piel de Andreas, sonrió. Sentía como la electricidad recorría su cuerpo a través de los dedos que tocaban la piel del hombre frente a ella y parecía que la embriagaba cada vez más haciéndole desear más.
-Dime que si...- susurró con el aliento caliente en su cuello cerca de su oído - Te necesito... Te cuidaré, compañera...
Seirén miró sus ojos llenos de deseo y anhelo y agradeció que Andreas no estuviera consciente de que no era su preciada compañera... Con el corazón palpitando a toda prisa, decidió que sería su regalo de despedida... Nunca podría olvidar a este hombre que la trató como una verdadera mujer. El no recordaría nada mañana, pero ella lo atesoraría siempre.
Siempre dejaba todo al destino y hasta ahora siempre la había dejado con un sabor amargo. Hoy quería un poco de felicidad para poder recordar y seguir su vida.
-Si, Andreas - susurró acariciando su mejilla donde habían aparecido dos círculos.
Sei vio el rostro sonriente del hombre que luego la besó con intensidad llevándola con él para rodearla con los brazos y cubrirla con su cuerpo.
Sei pensó en el cuento de la sirena que estaban filmando y se imaginó que lo amaría, pero ella regresaría al mar sola. No compartían el mismo mundo y eso no cambiaría.