Ya era viernes para la suerte de algunos adolescentes, Peter se había levantado temprano ese día para que Ámbar no se enojara con él por su tardanza. La tía May también se levantó alegre ese día, gracias al "trabajo" de Peter con el primo de Ámbar ya no tenía que pedir horas extras en su trabajo y podía dormir sus ocho horas diarias.
—Buenos días Peter.
—Buenos días tía May —se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla— ¿Cómo amaneciste?
—Para mi suerte, bien —le sonrió— ¿Ya desayunaste?
—Sí, solo estoy esperando a Ámbar para que me recoja y me lleve.
—Tienes que invitarla a ella y a su primo un día almorzar
—¿Para cuándo le digo que vengan? —la señora May lo pensó un poco antes de contestarle.
—Después de clases si desea, ustedes coordinen el día
—De acuerdo yo le digo —lo boci
