3- No llevare tu muerte en mi conciencia

2049 Words
| MELISSA | No logré caminar cinco pies antes de arrancarme los zapatos. Después de estar durante cinco horas, levantado una olla pesada tras otra, el asfalto fresco se siente como el cielo puro en los dedos de mis pies. Este estacionamiento podría ser un chicle, vidrios rotos y un pantano de cigarrillos y aún así sería el cielo. Camino por el costado del edificio, sacó mi teléfono y deslizó mi dedo en el botón de llamada. Nada. Deslizo de nuevo. Esto debe de ser una broma. Por supuesto, mi teléfono está muerto. Claro. Con este día de mierda que estoy teniendo nada más falta que un perro me míe: mala cita, Mark, el lavado de platos, Mark de nuevo, sin transporte, Mark, teléfono muerto. me digo a mi misma. Estoy preparada, meto la mano en mi bolso y busco mi cargador portátil, que guardo exactamente para este tipo de situaciones. Mientras busco, la cara de Mark parece estar grabada en el interior de mis párpados. Un pequeño tornado oscuro se forma en la boca de mi estómago. me repito en mi cabeza. ¡Dios!, ni siquiera sabía que había vuelto. La máquina de chismes de Ojai no ha dicho nada sobre el regreso de Mark Benson, y la máquina de chismes tiene mucho que decir de los chicos Benson. No lo había visto desde que nos graduamos de la escuela secundaria. Sabía que fue a la universidad. Se escuchaba un rumor de que no había continuado, pero nunca supe si fue verdad, para ese entonces mi madre estaba muy enferma y estaba demasiado ocupada para investigarlo. Además, estaba tan feliz de perder el rastro de él, porque Mark Benson era un hijo de puta exasperante, arrogante y competitivo que literalmente no se detenía ante nada para superarme toda la vida y, Dios mío, ¿Dónde está el maldito cargador de mi teléfono? Mi mano golpea el fondo de mi bolso por segunda vez esta noche. Esto no me puede estar pasando. Desesperada, revisó todo lo qué hay en mi bolso por última vez. Mi antes lindo vestido de verano se está pegando a mi espalda. Hay sudor goteando por mi trasero, me está asqueando. Estoy cansada y enfadada con Elijah y conmigo misma y, por alguna Razón con Mark Benson por aparecer de nuevo en mi vida en el peor momento posible. —Maldito Mark— murmuro para mi misma. Eso me hace sentir un poco mejor. Respiro hondo y cierro los ojos. Dejo caer mi estúpido bolso al estúpido suelo y apoyo la cabeza contra la pared de ladrillos, ya es pasado de media noche y no tengo dinero, ni teléfono, ni trasporte. Solo caminaré, creo. Hace bastante calor. El pueblo es lo suficientemente seguro y suficientemente pequeño. La casa está lo suficientemente cerca. Cuatro, tal vez cuatro millas y media. Además, prefiero caminar que hacer paradas. Incluso, si mi teléfono funcionará, Briana está en el trabajo con su teléfono apagado. La compañía de taxis aquí tiene un conductor y probablemente este borrachos en este momento. Este lugar es demasiado pequeño para usar la aplicación de uber. Tiro mis zapatos en mi bolso. Pase todo los veranos de mi infancia corriendo descalza sobre grava. Estaré bien. Lo tomaré como una aventura. Salgo por la calle principal, en dirección al sur. El centro del pueblo está tranquilo en este momento, iluminado por el brillo anaranjado de las farolas y las de un bar deportivo a una cuadra de distancia, pero incluso eso es bastante tranquilo en este momento. Camino una cuadra, tal vez dos. Mira Monte es aún más pequeño que Ojai, el pueblo donde realmente vivo, así que estoy cerca del borde. Empiezo a relajarme un poco. Es una linda noche. Las estrellas están afuera. Los semáforos en la calle principal cambian de verde a amarillo, a rojo y viceversa a un ritmo predecible y relajante. Y no pienso en Mark ni siquiera un poco. No pienso en el hecho de que su estúpida sonrisa es realmente sexy como el infierno, en el hecho de que sus gruesos y viscosos brazos me dan las ganas de escalar como si fuera un árbol. De todas las personas que se vuelven atractivas, preferiría que fuera cualquier otra persona. Pienso, pisoteando las acera a media noche. Estoy tan concentrada en estar molesta con Mark que no escucho el motor hasta que esta justo detrás de mi, luego se me eriza el vello de la nuca, mi sentidos se pone en alerta instantáneamente. Es ruidoso y gutural y alguien lo está acelerando. ¿Alguna vez ha salido algo bueno de los motores ruidosos y acelerados a media noche? Me preguntó. Me armo de valor, luchando contra la adrenalina y miro por encima del hombro. Hay una camioneta enorme a una distancia, y tiene al menos cuatro personas metidas en la cabina y un par más en la parte trasera. repito en mi cabeza, mientras se forma un vórtice en mi estómago. Probablemente sólo te gritarán y lucir asustada solo empeorará las cosas. Están borrachos, aullando y gritando para resucitar a los muertos. Es probable que vengan del bar deportivo que estaba cerca del restaurante, el único lugar además de Nocciola que está abierto a esta hora de la noche. Dirijo mis pasos más cerca de los edificios. Me enderezo y actúo como si no tuviera miedo. Aunque lo tenga. La camioneta se acerca. Lo miro por encima del hombro, con la esperanza de convertirme en una víctima indiferente en lugar de una víctima solitaria. Prácticamente estoy abrazando el café cerrado a mi izquierda cuando la camioneta se acerca a mi y reduce la velocidad. —¿Qué haces sola aquí y así?— dice una voz. —Vamos, entra— —Estoy bien— le digo, todavía caminando. Estoy buscando salidas, algún lugar al que pueda ir y que la camioneta no pueda seguir, mi corazón late con fuerza. —Mierda, ni siquiera tiene zapatos— le dice uno a otro. Todavía no miro por encima. —¡La echaron sin zapatos!— exclama uno de ellos. Puedo oler el alcohol desde aquí, y examino los edificios más rápido, buscando alguna ruta de escape breve y la veo. Más adelante, hay un pasaje estrecho entre dos edificios, demasiado estrecho para la camioneta. —Podemos llevarte si quieres— dice la primera voz. Los borrachos se ríen. — Será un viaje realmente bueno. No te arrepentirás—, continúa. Escucho más risas. No miro hacia arriba. —Vamos cariño. ¿Adonde vas caminando descalza de todos modos?— —Es terriblemente tarde para estar aquí sola- sigo caminando. No miro hacia arriba. Finjo que estoy sola, que no los estoy escuchando aunque estoy temblando, sabiendo lo mal que esto podría terminar. No puedo creer que haya pensado que esto era una buena idea. —Vamos, vamos. Se que te gusta esto— miro por encima. Ni siquiera pretendo hacerlo, simplemente lo hago. Uno de ellos tiene la polla afuera. Los otros dos se está riendo histéricamente, encorvados alrededor de la plataforma del camión mientras el primer tipo mueve su polla de un lado a otro. Los latidos de mi corazón se disparan, pero fuerzo mis ojos hacia adelante de nuevo. Quiero correr pero no lo hago. No puedo mostrar ningún signo de miedo. —Vete a la mierda— le digo. Más risas se escuchan. Gritan algo que no puedo entender, y luego el motor acelera. Puede que sea el sonido más dulce que he oído en mi vida por un momento, después de que la camioneta se aleja, bajando por la avenida principal, pasándose descaradamente una luz roja. —¡Perra!— escucho un último grito. Luego, dulce silencio. Paro por un momento, tomo una respiración profunda, con los ojos cerrados, y me controlo. Me apoyo contra una pared de ladrillos hasta que dejo de temblar y puedo confiar en mi misma para no llorar. ¿Qué demonios estaba pensado, una mujer caminando sola por la noche? Ahora, mi nuevo plan es; volver al bar deportivo que está en el otro extremo de la avenida que aún está abierto, y voy a caminar hasta allí, pediré usar su teléfono y llamar a todos los que conozco hasta que alguien venga y me lleve a casa. A la mierda la cortesía. Me importa un demonio a quien despierte. Antes de que pueda girar mis pasos, escucho el motor detrás de mi otra vez. Cada músculo de mi cuerpo se contrae. El espacio entre los edificios todavía está ahí, demasiado pequeño para un vehículo y probablemente se conecta con el callejón detrás de los edificios. Si voy ahí, tal vez pueda perderlos. El motor ruge atrás de mi cada vez más cerca, los idiotas guardan silencio esta vez. Me hecho a correr. —¡Melissa!— escuchó la voz de Mark. Me detengo, me doy la vuelta y ahí está el. Conduce una viejo pick up, con las ventanillas bajadas. Puede que sea la primera vez en mi vida que me alegro de ver a Mark Benson. El conduce hasta que esta a mi lado, inclinándose sobre el lado del pasajero. —Sube— dice. —¿Contigo?— pregunto. Mi corazón sigue latiendo. Todavía me tiemblan las manos, a pesar de que tengo apretada una al rededor de la correa de mi bolso, y aunque estoy completamente preparada para caminar a un bar y llamar a todos los que conozco durante la próxima hora, no quiero mostrarle a Max cualquier signo de debilidad. Cruzamos miradas. El solo me mira. —¿Estas caminando descalza por la calle principal a media noche sin zapatos como una prostituta campesina por que tu noche está yendo bien?— Ignoro lo de prostituta campesina y doy un paso hacia la camioneta y sólo le doy una mirada que si fuera pistola ya lo hubiera acribillado con ella. —Solo sube— me dice —No estoy acostumbrada a meterme en autos con hombres extraños a cualquier hora de la noche— —Entonces, tienes suerte de que sólo sea yo- —Eres bastante extraño— —Y tu eres bastante terca, ya sube a la camioneta Melissa, ¿de verdad crees que voy a dejarte caminar sola a casa a esta hora? Ni siquiera estás usando zapatos— Aprieto la mandíbula y miro hacia otro lado, hacia la calle principal. Tiene razón y lo se, pero Dios, odio admitirlo. —Sabes que si no entras, te seguiré a dos Millas por hora, porque no llevaré tu muerte en mi conciencia ¿verdad?— el dice. Miro a Mark. El me mira a mi gentilmente, la forma más irritante de el de mirar. Entones abro la puerta del lado del pasajero y subo. —Gracias— el dice, con una pista de humor en su voz mientras me colocó el cinturón de seguridad. Su camioneta huele a grasa y a auto viejo. Lucha con la palanca de cambios para ponerla en marcha, me mira con una pequeña sonrisa en su rostro. Siento el aleteo en la boca de mi estómago, lo ignoro y reviso dos veces mi cinturón de seguridad. —¿ Es legal traer esta cosa en la calle?— pregunto, mirando alrededor del interior de la camioneta, porque en realidad necesito mirar otra cosa y no a él. —Lo suficientemente legal— dice, volviendo a conducir con un ruido sordo y un leve rechinado. —¿Por qué, te preocupas por algunos golpes?— la camioneta se estremece hacia adelante. Por el rabillo del ojo. Veo a Mark sonreír. Se me retuerce el estómago de nuevo. Sigo ignorándolo. —Lo siento, el clutch se atasca a veces. Bueno en realidad se atasca todo el tiempo. No toques ese tapete— Le hago caso y no toco el tapete. Durante unos minutos nos quedamos en silencio, y miro al frente a través del parabrisas. Hay una grieta larga que recorre la mita de su longitud, aproximadamente una pulgada por encima del salpicadero, y me entretengo yo misma preguntándome que lo causo. me digo. Han pasado años desde que nos vimos. No hay razón en esta tierra para que Mark me ponga de nervios como solía hacerlo. Estoy segura de que ha cambiado. Ambos hemos cambiado.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD