¡Ash! Tenía que venir a presenciar mi enésimo desastre. Se detuvo en seco al verme. Su celular en mano, supongo que a punto de llamarme para decirme que se me acabó el tiempo. Me acerqué a él, con los ojos de pánico fijos en los suyos. —Espere, no me deja entrar porque llevo medias —dije, señalando mis piernas con un gesto desesperado—. ¡Ya lo soluciono! Sin pensarlo dos veces, sin darle tiempo al amigo de Alejo de reaccionar, me quité los tacones. Los arrojé al suelo. Luego, me agaché, y sentí el frío del asfalto en mis dedos. Las medias eran de calzón y estaban atadas a mi cintura. No había tiempo para entrar en un baño y desnudarlas con gracia. —Lo siento —dije al guarda, al aire, al universo—. Pero no tengo de otra. Empecé a arrancarme las medias. Eran fuertes, pero mi desesperac

