Me quedé en silencio. ¿Ese era su retorcido cumplido? ¿Era mi honestidad brutal bajo los efectos del pánico lo que le había divertido? —¡Es que no lo sabía! —mascullé, sintiéndome infantil. Noo, siento que voy a llorar, ¡quiero a mi mamá! Nooo, ella es capaz de pegarme, noo, a ella no la quiero, ¡quiero a mis amigas! Nooo, ellas no, claro que no pueden saber lo mal que la estoy pasando, ¿o sí? Nooo, maldito diablo, ¿cómo me pudiste hacer esto? No puede ser, ¿qué tantas cosas hice ayer? Siii, soy una estúpida demente, ayer le pedí que fuese mi novio de mentiras y ahora... ¡Es el CEO y no de cualquier empresa! ¡Estoy frita como las papas! —Y por eso es divertido —dijo Alejo, volviendo a recostarse—. Ve a Recursos Humanos. La bienvenida fue memorable. Ahora, a trabajar. Y no intentes

