Oliver abrió los ojos, la habitación ahora era iluminada por los cálidos rayos de sol. Sintió un leve aroma a flores que desprendía de su cuerpo haciéndole recordar la maravillosa noche anterior. El cuerpo cálido de su esposo lo tenía aprisionado entre sus brazos, la respiración en su oreja le causaba cosquilleo. Sonrío levemente, se acercó más al cuerpo del mayor tratando de sentirlo más cerca y fundirse con él. Observó sus manos que estaban entrelazadas con una de las de Matthew, miró el anillo que decoraba de manera sutil su mano. Ahora era un hombre casado, con un hombre maravilloso que lo amaba, nunca se lo había imaginado y menos con el hijo Andrew. No quería perderle. Sintió a Matthew removerse y se giró a besarle. — ¿Cómo amaneciste?— Removió sus cabellos castaños. —De mara

