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MYCAL

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Blurb

Northamptonshire, Inglaterra, Gran Bretaña, en donde los padres eligen los esposos y esposas de sus hijas e hijos, oh la asamblea del pueblo, por los bienes, estatuto social, y económica de las familias. Arthur George Capell Cavendish y Ana Harriet Hyde Cecil tienen tres hijas, Anne Victoria Capell Hyde de 23 años, Amelia Isabel Capell Hyde de 20 años, Mycal Julie Capell Hyde quien es una joven de 17 años, dulce, inocente, de buen corazón, al cumplir 17 años es dada en matrimonio con James Jack Scott Grey de 23 años hijo único de Edward James Scott Somerset y Sarah Clara Grey Dudley, pero Mycal está enamorada de Armando Robert Legge Thynne de 20 años hijo único de Charles William Legge Coote y Enriqueta María Thynne Dinamarca, que también está comprometido con Keira Charlotte Sheridan Spencer de 17 Años hija única de Charles Richard Sheridan Brinsley y Hayley Lady Spencer Fox, Mycal y Armando hace todo lo posible por estar juntos a escondidas de sus padres, pero una noticia cambiaría la vida de los dos jóvenes enamorados, al saber que ellos están comprometidos con otras personas, su vida se ve atrapada bajo la presión de las reglas del pueblo donde viven, Mycal será capaz de salir de lo que exige la asamblea y luchar por lo que siente o se someterá a la orden de la asamblea

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CAPITULO 1 💔
—En una casa lujosa vive la familia Capell Hyde. Una figura femenina observaba con ternura a las niñas acostadas en su cama y se preguntaba qué podía hacer por ellas. No quería que las reglas de aquel pueblo afectaran a sus queridas hijas; solo deseaba que fueran felices. Caminó hacia la escalera en busca de su esposo , Arthur , dispuesta a hacer algo por el bienestar de sus pequeñas. —Arthur. —Mmm... dime , Ana. —Ana , al verlo en la sala de su casa leyendo , se acercó un poco nerviosa.—Estaba pensando en... tal vez... que las niñas puedan casarse con quien ellas elijan y... —Fue interrumpida por su esposo , quien la miró inmediatamente. —Estás loca , mujer. Sabes bien cómo es este pueblo. Además , si no elegimos los pretendientes para las niñas , la asamblea lo hará , y no quiero unos ancianos para mis hijas; prefiero escogerlos yo. —Pero Arthur , ellas merecen enamorarse , ser felices. —Lo sé , Ana. Cuánto me gustaría que mis hijas se casaran con el hombre que eligieran , pero así es este país y sus costumbres. Hay que respetarlas para que no haya conflictos con la asamblea. Ya tengo parejas para Anne y Amelia , pero de Mycal aún no. —Entonces, ¿qué te parece si huimos de este pueblo? Podemos comenzar de nuevo en otro lugar y... —Fue interrumpida nuevamente por su esposo. —No , claro que no , Ana. Comenzar de nuevo aceptaría si solo fuéramos los dos, pero las niñas están muy pequeñas para que pasen hambre. —Ella se sintió afligida. Arthur se acercó , puso su mano en la mejilla de su esposa y le dio un poco de consuelo.—No se que más hacer —Cariño, sé que estás desesperada. Yo también lo estoy , pero no podemos salir de aquí al exterior, ignorando lo que podría pasar. —Tienes razón , pero podrías al menos intentarlo. —Ana... —Por favor. —Está bien , lo intentaré. Pero si no aceptan , ve buscando un buen candidato que sea de mi agrado para Mycal. —Está bien , querido. —Ana caminó hacia las escaleras , dirigiéndose a su cuarto. Detrás de ella , su esposo la seguía. AL DÍA SIGUIENTE —Arthur salió muy temprano de su casa. Caminó hacia el consejo del pueblo y realizó la fila para obtener un turno y poder hablar con ellos. —Buen día , Julián , ¿puedes darme un boleto? —Aquí tienes , Arthur. ¿Vienes para anunciar los candidatos para tus hijas? —Sí. —Qué bueno , Arthur , puedes seguir... ¡Siguiente! —Caminó hacia un lado y se sentó en una silla , como todos los demás , esperando su turno. —Arthur Capell. —Sí , soy yo. —Adelante , señor Capell. Los del consejo lo esperan. —Sí , gracias.—Entró al gran salón y avanzó hacia el estrado , donde los miembros del consejo estaban sentados , imponentes y silenciosos. Arthur tomó asiento frente a ellos. —Buenos días , consejo presente. —Buen día , Arthur —dijeron los hombres del consejo. —¿Ya tienes los nombres de los jóvenes que elegiste para tus hijas? —Sí , señor Darío , pero... ¿puedo hablar con usted en privado? —Lo siento , Arthur. Todo lo que tengas que decir debe saberlo la asamblea. ¿Qué te perturba , Arthur? —Bueno , señor Darío y asamblea presente , les quiero pedir que , por favor , solo esta vez , mis hijas queden fuera de esta ley y ellas puedan elegir a sus prometidos... —Fue interrumpido bruscamente por Darío , quien lo miró con fastidio. —Mira , Arthur , sé que no es justa esta ley , pero no te ofendas por lo que te diré: ¿qué corona tienen tus hijas para no cumplir con lo que está estipulado? Todos aquí se han regido por esa ley , hasta tú. ¿Ahora por qué no quieres cumplirla? —Por lo mismo. Quiero que mis hijas sean felices , señor Darío y consejo presente. ¿No creen que es tiempo de cortar con esta tradición y dejar que nuestros hijos se enamoren y vivan felices? —¿Qué tienes contra la ley? —Sí , ¿qué tienes? —Para mí es una ley que protege el bienestar de mi hija. —Sí , podemos elegir con quién casar a nuestros hijos, para que no fracasen. —Es verdad. —¿Ves , Arthur? Todos apoyan la ley. Así que tú también debes regirte a ella. ¿O quieres que el consejo decida por ti esta vez , Arthur? —No , señor Darío , entendí. Gracias por su tiempo. —De nada. —Darío observó a Arthur , pero al escuchar los murmullos entre los presentes , regresó a verlos con el ceño fruncido—. ¿Qué están comentando ustedes? —¿Qué tiene de malo , Darío? Es la verdad. —Sí , aquí todos sabemos que odias tanto a Arthur por casarse con Ana. —Sí , no ocultes que aún amas a esa mujer. Por eso aún no tienes hijos con tu esposa. —¡Dejen de decir estupideces y concéntrense! Estamos aquí en este estrado para llevar el orden , y sobre mi vida personal no les incumbe. —Ok , nos quedó claro , Darío, ¿verdad? —Sí —dijeron los demás, y continuaron con las consultas. ARTHUR —Ah , ¿qué le voy a decir a Ana? Esta mañana estaba tan feliz... —murmuró mientras caminaba—. Pero no es mi culpa que esos viejos sean tan cerrados y no quieran escuchar o dar una oportunidad a nuevas ideas. Siento mucho por mis hijas... realmente lo intenté.—Caminó hacia su casa , pero se percató de que su esposa e hijas estaban en la puerta. Se paralizó al verlas correr entusiasmadas hacia él. Las observó, y la decepción lo invadió . "Apenas tienen diez, siete y cuatro años. Cuando cumplan diecisiete, cada una se casará con un hombre al que no ama", pensó. —Hola , mis niñas , ¿cómo están? ¿Ya desayunaron? —¡Papá! —dijeron las tres al mismo tiempo. —Sí , papá, ya desayunamos con mamá —dijo Anne, la mayor de todas. —Qué bueno , mi niña , entren —Entró a su casa , caminó hacia su despacho y se sentó en el sofá. Escuchó cómo se cerraba la puerta detrás de él; sabía quién había entrado. —¿Qué te dijeron? —preguntó curiosa y nerviosa. —No aceptaron. Más bien , se burlaron de mí. —¿En serio? Empiezo a creer que tú estás de acuerdo con ellos. —Ana , ¿qué cosas dices? ¿Crees que no quiero que mis hijas se enamoren , se casen con el hombre que ellas amen , no con el que tengo que elegirles? ¿Crees que les desearía eso a mis niñas? Lo único que quiero es que sean felices. No quiero que sufran... —Como tú. —Ana , sabes muy bien que agradezco que me hayas dado unas hermosas niñas y ... —Pero no me amas. Aún amas a Enriqueta , ¿verdad? —Ana... —Solo dime , Arthur, ¿aún piensas en ella? —No , Ana. Lo que trataba de decir es que...ya no siento nada por ella se acabó. Llegué a quererte , a encariñarme contigo. Me hiciste papá , y también llegué a sentir algo más por ti , cariño —No mientas. Siempre estará en tu corazón Enriqueta , la mujer que querías para ti , Arthur. Esa es la verdad. —No , esa no es la verdad. Esa es la verdad que tú quieres escuchar , pero mis sentimientos dicen otra cosa , Ana. Yo llegué a enamorarme de ti y soy feliz contigo , con las niñas. Pero me hubiera gustado que tú y yo nos hubiéramos casado por amor , no por nuestros padres. —Entiendo. Discúlpame , Arthur. Me dejé llevar por todo lo que está pasando. Solo quiero... —Lo sé , cariño. Sé lo que tanto anhelas. Yo también , pero no podemos hacer nada. —Espero al menos que mis hijas tengan un hombre como tú en sus vidas. —Tranquila , Ana. De eso me encargo yo. Descuida , mis hijas serán amadas , respetadas , valoradas . —Está bien. Sé que lo cumplirás. Ahora salgamos de aquí; las niñas te han esperado para ir al parque. —Está bien , vamos. —Salieron del despacho. —Niñas , vamos al parque. —Está bien , mamá , ya bajamos —contestó la hija mayor. —Anne , baja a Mycal. —Está bien , mamá. —Te ayudo , Anne. —Está bien , Amelia , ve por Mycal. —Ok... ¡MYCAL! —gritó en medio del pasillo—. ¿Dónde estás? ¡Vamos al parque! —En serio , Amelia, lo hubiera hecho yo. —Tranquila , hermana. Verás que Mycal viene corriendo hacia nosotras... ¡MYCAL! —¡Ya voy , Anne , Amelia!—Corrió hacia sus hermanas. Bajaron las escaleras y caminaron hacia sus padres. Juntos salieron a la calle , rumbo al parque que tanto adoraban sus hijas. Fue un momento feliz para ellos , aunque no duró para siempre. Las horas pasaban , los días avanzaban , los meses se acababan... y el día menos esperado para los Capell llegó. Las hijas mayores se casaron con hombres buenos , de buena posición y de buena familia. Sus padresb, inteligentes en ese temav, habían logrado que sus hijas se enamoraran primero de sus pretendientes. Aunque al principio a las dos mayores no les agradaba la idea , supieron respetarla y obedecieron a sus padres. Sabían que ellos no estaban de acuerdo con aquella ley , pero tenían que cumplirla. Sin embargo , había un pequeño detalle , las hermanas mayores también sabían que su hermana menor estaba enamorada , y eso las preocupaba profundamente. Temían que su querida hermana menor sufriera por la ley del pueblo , porque Mycal no era como sus hermanas mayores.

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