CAPITULO 1 đź’”

1743 Words
—En una casa lujosa vive la familia Capell Hyde. Una figura femenina observaba con ternura a las niñas acostadas en su cama y se preguntaba qué podía hacer por ellas. No quería que las reglas de aquel pueblo afectaran a sus queridas hijas; solo deseaba que fueran felices. Caminó hacia la escalera en busca de su esposo , Arthur , dispuesta a hacer algo por el bienestar de sus pequeñas. —Arthur. —Mmm... dime , Ana. —Ana , al verlo en la sala de su casa leyendo , se acercó un poco nerviosa.—Estaba pensando en... tal vez... que las niñas puedan casarse con quien ellas elijan y... —Fue interrumpida por su esposo , quien la miró inmediatamente. —Estás loca , mujer. Sabes bien cómo es este pueblo. Además , si no elegimos los pretendientes para las niñas , la asamblea lo hará , y no quiero unos ancianos para mis hijas; prefiero escogerlos yo. —Pero Arthur , ellas merecen enamorarse , ser felices. —Lo sé , Ana. Cuánto me gustaría que mis hijas se casaran con el hombre que eligieran , pero así es este país y sus costumbres. Hay que respetarlas para que no haya conflictos con la asamblea. Ya tengo parejas para Anne y Amelia , pero de Mycal aún no. —Entonces, ¿qué te parece si huimos de este pueblo? Podemos comenzar de nuevo en otro lugar y... —Fue interrumpida nuevamente por su esposo. —No , claro que no , Ana. Comenzar de nuevo aceptaría si solo fuéramos los dos, pero las niñas están muy pequeñas para que pasen hambre. —Ella se sintió afligida. Arthur se acercó , puso su mano en la mejilla de su esposa y le dio un poco de consuelo.—No se que más hacer —Cariño, sé que estás desesperada. Yo también lo estoy , pero no podemos salir de aquí al exterior, ignorando lo que podría pasar. —Tienes razón , pero podrías al menos intentarlo. —Ana... —Por favor. —Está bien , lo intentaré. Pero si no aceptan , ve buscando un buen candidato que sea de mi agrado para Mycal. —Está bien , querido. —Ana caminó hacia las escaleras , dirigiéndose a su cuarto. Detrás de ella , su esposo la seguía. AL DÍA SIGUIENTE —Arthur salió muy temprano de su casa. Caminó hacia el consejo del pueblo y realizó la fila para obtener un turno y poder hablar con ellos. —Buen día , Julián , ¿puedes darme un boleto? —Aquí tienes , Arthur. ¿Vienes para anunciar los candidatos para tus hijas? —Sí. —Qué bueno , Arthur , puedes seguir... ¡Siguiente! —Caminó hacia un lado y se sentó en una silla , como todos los demás , esperando su turno. —Arthur Capell. —Sí , soy yo. —Adelante , señor Capell. Los del consejo lo esperan. —Sí , gracias.—Entró al gran salón y avanzó hacia el estrado , donde los miembros del consejo estaban sentados , imponentes y silenciosos. Arthur tomó asiento frente a ellos. —Buenos días , consejo presente. —Buen día , Arthur —dijeron los hombres del consejo. —¿Ya tienes los nombres de los jóvenes que elegiste para tus hijas? —Sí , señor Darío , pero... ¿puedo hablar con usted en privado? —Lo siento , Arthur. Todo lo que tengas que decir debe saberlo la asamblea. ¿Qué te perturba , Arthur? —Bueno , señor Darío y asamblea presente , les quiero pedir que , por favor , solo esta vez , mis hijas queden fuera de esta ley y ellas puedan elegir a sus prometidos... —Fue interrumpido bruscamente por Darío , quien lo miró con fastidio. —Mira , Arthur , sé que no es justa esta ley , pero no te ofendas por lo que te diré: ¿qué corona tienen tus hijas para no cumplir con lo que está estipulado? Todos aquí se han regido por esa ley , hasta tú. ¿Ahora por qué no quieres cumplirla? —Por lo mismo. Quiero que mis hijas sean felices , señor Darío y consejo presente. ¿No creen que es tiempo de cortar con esta tradición y dejar que nuestros hijos se enamoren y vivan felices? —¿Qué tienes contra la ley? —Sí , ¿qué tienes? —Para mí es una ley que protege el bienestar de mi hija. —Sí , podemos elegir con quién casar a nuestros hijos, para que no fracasen. —Es verdad. —¿Ves , Arthur? Todos apoyan la ley. Así que tú también debes regirte a ella. ¿O quieres que el consejo decida por ti esta vez , Arthur? —No , señor Darío , entendí. Gracias por su tiempo. —De nada. —Darío observó a Arthur , pero al escuchar los murmullos entre los presentes , regresó a verlos con el ceño fruncido—. ¿Qué están comentando ustedes? —¿Qué tiene de malo , Darío? Es la verdad. —Sí , aquí todos sabemos que odias tanto a Arthur por casarse con Ana. —Sí , no ocultes que aún amas a esa mujer. Por eso aún no tienes hijos con tu esposa. —¡Dejen de decir estupideces y concéntrense! Estamos aquí en este estrado para llevar el orden , y sobre mi vida personal no les incumbe. —Ok , nos quedó claro , Darío, ¿verdad? —Sí —dijeron los demás, y continuaron con las consultas. ARTHUR —Ah , ¿qué le voy a decir a Ana? Esta mañana estaba tan feliz... —murmuró mientras caminaba—. Pero no es mi culpa que esos viejos sean tan cerrados y no quieran escuchar o dar una oportunidad a nuevas ideas. Siento mucho por mis hijas... realmente lo intenté.—Caminó hacia su casa , pero se percató de que su esposa e hijas estaban en la puerta. Se paralizó al verlas correr entusiasmadas hacia él. Las observó, y la decepción lo invadió . "Apenas tienen diez, siete y cuatro años. Cuando cumplan diecisiete, cada una se casará con un hombre al que no ama", pensó. —Hola , mis niñas , ¿cómo están? ¿Ya desayunaron? —¡Papá! —dijeron las tres al mismo tiempo. —Sí , papá, ya desayunamos con mamá —dijo Anne, la mayor de todas. —Qué bueno , mi niña , entren —Entró a su casa , caminó hacia su despacho y se sentó en el sofá. Escuchó cómo se cerraba la puerta detrás de él; sabía quién había entrado. —¿Qué te dijeron? —preguntó curiosa y nerviosa. —No aceptaron. Más bien , se burlaron de mí. —¿En serio? Empiezo a creer que tú estás de acuerdo con ellos. —Ana , ¿qué cosas dices? ¿Crees que no quiero que mis hijas se enamoren , se casen con el hombre que ellas amen , no con el que tengo que elegirles? ¿Crees que les desearía eso a mis niñas? Lo único que quiero es que sean felices. No quiero que sufran... —Como tú. —Ana , sabes muy bien que agradezco que me hayas dado unas hermosas niñas y ... —Pero no me amas. Aún amas a Enriqueta , ¿verdad? —Ana... —Solo dime , Arthur, ¿aún piensas en ella? —No , Ana. Lo que trataba de decir es que...ya no siento nada por ella se acabó. Llegué a quererte , a encariñarme contigo. Me hiciste papá , y también llegué a sentir algo más por ti , cariño —No mientas. Siempre estará en tu corazón Enriqueta , la mujer que querías para ti , Arthur. Esa es la verdad. —No , esa no es la verdad. Esa es la verdad que tú quieres escuchar , pero mis sentimientos dicen otra cosa , Ana. Yo llegué a enamorarme de ti y soy feliz contigo , con las niñas. Pero me hubiera gustado que tú y yo nos hubiéramos casado por amor , no por nuestros padres. —Entiendo. Discúlpame , Arthur. Me dejé llevar por todo lo que está pasando. Solo quiero... —Lo sé , cariño. Sé lo que tanto anhelas. Yo también , pero no podemos hacer nada. —Espero al menos que mis hijas tengan un hombre como tú en sus vidas. —Tranquila , Ana. De eso me encargo yo. Descuida , mis hijas serán amadas , respetadas , valoradas . —Está bien. Sé que lo cumplirás. Ahora salgamos de aquí; las niñas te han esperado para ir al parque. —Está bien , vamos. —Salieron del despacho. —Niñas , vamos al parque. —Está bien , mamá , ya bajamos —contestó la hija mayor. —Anne , baja a Mycal. —Está bien , mamá. —Te ayudo , Anne. —Está bien , Amelia , ve por Mycal. —Ok... ¡MYCAL! —gritó en medio del pasillo—. ¿Dónde estás? ¡Vamos al parque! —En serio , Amelia, lo hubiera hecho yo. —Tranquila , hermana. Verás que Mycal viene corriendo hacia nosotras... ¡MYCAL! —¡Ya voy , Anne , Amelia!—Corrió hacia sus hermanas. Bajaron las escaleras y caminaron hacia sus padres. Juntos salieron a la calle , rumbo al parque que tanto adoraban sus hijas. Fue un momento feliz para ellos , aunque no duró para siempre. Las horas pasaban , los días avanzaban , los meses se acababan... y el día menos esperado para los Capell llegó. Las hijas mayores se casaron con hombres buenos , de buena posición y de buena familia. Sus padresb, inteligentes en ese temav, habían logrado que sus hijas se enamoraran primero de sus pretendientes. Aunque al principio a las dos mayores no les agradaba la idea , supieron respetarla y obedecieron a sus padres. Sabían que ellos no estaban de acuerdo con aquella ley , pero tenían que cumplirla. Sin embargo , había un pequeño detalle , las hermanas mayores también sabían que su hermana menor estaba enamorada , y eso las preocupaba profundamente. Temían que su querida hermana menor sufriera por la ley del pueblo , porque Mycal no era como sus hermanas mayores.
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