Irene —No eras tú ahí. Al menos, no la Carla que conocía —dijo Steve, con un tono grave y pausado, mientras asentía hacia el pilón del escenario y se acercaba lentamente a mí. Sus pasos eran firmes, deliberados, y cada uno resonaba como un eco en mi pecho. Me tensé de inmediato. Apreté con más fuerza el traje n***o de mi hermana contra mi pecho, como si fuera un escudo capaz de protegerme de algo que no alcanzaba a comprender del todo. Había algo en su mirada, en la forma en que me observaba, que me hacía sentir desnuda, vulnerable. Aunque realmente así estaba delante de él. Pero era algo más en su mirada, como si pudiera ver algo en mí que ni yo misma entendía. La certeza en su voz me inquietaba, pero lo que realmente me aterraba era que sentía que tenía razón. Que en ese escenario no

