Nuevo Hogar

4078 Words
-El camino en el auto fue tranquilo, ninguna de las dos quería hablar, yo creo que era necesario ese silencio para poder hacer un cierre en mi capítulo más trágico. Al llegar, escuchaba risas y voces, eran los niños que habitaban ahí, Sara detuvo su auto, era un Mustang Rojo, debía tener al menos unos 50 años, dirán por que lo sabia, bueno los apliques en su interior estaban bastante desgastado, se que Sara trataba de mantenerlo en forma pero el paso de los años siempre pesa. En mi corta vida viaje tanto en autos que los sentía más como mi hogar, mi madre jamás tuvo uno, decía que era peligroso, en nuestras múltiples mudanzas de ciudad, los autos que nos llevaban eran de todos los tamaños, colores y estilos. Mamá siempre hablaba con los hombres que nos transportaban, ellos se sentían orgullosos de las máquinas que manejaban, así que yo muy atenta tomaba nota de todo.- - ¿Llegamos? Pregunté un poco nerviosa. - A si es Lunita, es hora que conozcas el lugar.- -Me baje del auto, Sara sacó del auto una pequeña valija, supongo que era mía, aunque no sé en qué momento buscaron mi ropa. Ingrese al lugar, los niños me miraban de arriba abajo, era más que obvio que yo era una extraña, tenía un soporte en mi brazo izquierdo, él doctor me había dicho que debía tenerlo unos días hasta que mi herida sanara.- -Mi niña, acompáñame, te quiero presentar a la directora. - Mientras caminábamos veía cientos de puertas. Me preguntaba cuántos niños vivirían aquí. -Al llegar a la oficina de la directora Sara me indicó dónde sentarme, en lugar era de tonalidades cálidas, habían diplomas y fotos con muchas personas. -Bienvenida a nuestro hogar, Soy Mirian la directoria de este lugar. ¿Como estás Eva Luna ?- La mujer que me preguntaba era una pelirroja de facciones profundas, sus ojos eran color esmeralda. Aunque estaba sentada podía deducir que era muy alta. -Estoy bien, fue lo único que pude decir. -Que alegría escucharlo, Sara te llevará a tu habitación, ya verás que conocerás muchos amigos aquí, te gustara el centro Santa Catalina. -Sara me ayudo a levantar, ella tomó mi mano, seguimos caminando esos largos pasillos hasta el final, había una puerta blanca que decía, Primavera. -¿Que significa? Pregunté -Lunita aquí está dividido por áreas, la habitación en la que estarás, son para las niñas de siete a diez años, todas las habitaciones aquí tienen un nombre. A ti te toco esta por tres años, por lo visto. -Entiendo qué hay un sistema de clasificación, por su puesto que debe haber un control en el lugar. -En la habitación había alrededor de 10 camas, es lógico deducir cuántas niñas teníamos esa edad promedio. En el momento estaba vacío, ellas estaban en clase o jugando en el parque comunal- Mencionó Sara -Me instale en la cama que estaba cerca a una ventana, Sara dijo que estaba disponible así que no hubo problema, puse mi ropa en el armario y me senté a mirar al rededor.- Te dejaré sola, en una hora deberás ir al comedor principal, queda bajando las escaleras a la izquierda. No lo olvides.- Yo solo asentí. -¿Mi nuevo hogar? Me preguntaba entré suspiro, las lágrimas volvieron a estar presente en mi, el pensamiento que me mortificaba era justamente mi madre. Temo que llegue a olvidarla, ¿Si olvido su voz? ¿Si su canción de cuna desaparece?. No podía permitir que eso pasara. A lo lejos escuché una campana, alguien informaba que era momento de comer, la verdad no tenía hambre pero se que debía ir. Hice lo que Sara me indicó, baje las escaleras y luego a la izquierda, no fue difícil encontrarlo ya que los gritos y sonidos de las vajillas me indicaron el camino.- -Había quizás unos 500 niños, podía ver de todas las edades, algunos apenas comenzaban a caminar, otros ya se veían como adultos. De nuevo estaba esa mirada, debía acostumbrarme a la situación, pase y tome una charola, hacía exactamente lo mismo que los demás, recibí un plato de comida y bebida. Busque un asiento que estuviera lejos de todos y me senté. La comida no era mala, pero de nuevo llegaba a mi mente mi madre, su comida siempre estaba en el punto Perfecto. Sentí que alguien se acercaba a mi, levante mi mirada, era una niña rubia, tenía los ojos azules como el cielo, su sonrisa era encantadora- -¡Hola! Me llamo Amelia. ¿Como te llamas tú? -Me llamó Eva Luna. -Que lindo nombre, creo que nadie jamás se olvidara de ti. -¿Por que lo dices? Pregunté asombrada. - La Luna está en todas partes, siempre que miremos hacia el cielo recordaremos que existe una niña llamada así. - Bueno la verdad era que ella tenía razón, todas las noches estaré presente. - La comida la pasamos entre risas y una que otra tristeza, nos contamos nuestra vida anterior, Amelia no recordaba mucho ya que tenía cinco años de estar en ese lugar, ella era mayor que yo, actualmente tenía ocho años. Las dos hicimos conexión rápidamente, ella dormía en la cama que estaba junto a la mía, me enseñó el lugar, me explicó las normas básicas. Por primera vez en la vida encontré una amiga. Descubrí que Sara no vivía aquí, ella era una trabajadora social, se encarga de ayudar en la transición, la adaptación y comodidad de los nuevos integrantes, era poco lo que la veía por aquí. La directora sí que era un fantasma, solo la veía en eventos importantes o cuando algún alto funcionario de la ciudad venía a ver el lugar, el resto de tiempo estaba encerrada en su oficina.- - El hogar Santa Catalina era patrocinado por las esposas de los magnates del país, para sentirse bien con ellas mismas donaban mensualmente un parte de su capital, venían una vez al año, compartían con nosotros diez minutos, tomaban miles de fotos y se marchaban. Debo reconocer que Sara tenía razón, no daban a ningún niño en adopción. Al cumplir los 18 años debíamos salir al mundo, buscar un empleo, una vida.- - Mi amistad con Amelia se fortaleció cada día, al pasar los años nos hicimos promesas, las dos saldríamos del lugar y viviríamos juntas, ella se iría un año antes, pero juró que me esperaría, mientras tanto encontraría un lugar donde vivir. El recuerdo de mi madre seguía intacto, pese que los años iban pasando yo cada día la tenía en mi mente.- -Finalmente el día había llegado, en la puerta del instituto estaba yo, abrazando a Amelia. Ella debía partir, Sara le había conseguido un empleo en un restaurante local, necesitaban alguien que ayudara con la limpieza. Amelia estaba feliz pues así sería más fácil conseguir el dinero para el departamento de nuestros sueños. En diez meses yo cumpliría los 18 años también, así que debía esperar solo un poco.- - Fueron meses de vacío infinito, mi mejor amiga casi hermana ya no estaba, en mi libreta marcaba los días que faltaban para ese anhelado encuentro.- -Las puertas por fin se abrieron, mis ojos buscaban desesperadamente el reflejo de Amelia, la angustia se estaba apoderando de mi, entonces en cuestión de segundos la vi, bajaba de un auto verde, era ella la que manejaba, es increíble que el trabajo en el restaurante le diera lo suficiente para tener su propio vehículo. Corrí hacia su encuentro, ella estaba más hermosa que nunca, su cabello brillaba con el sol, su piel era casi una porcelana, vestía con ropa muy a la moda y juvenil. Todo en ella era innovador.- - ¡Amelia! Que alegría verte de nuevo, fueron meses tan oscuros para mi sin tu presencia. -Mi pequeña Luna, mírate en solo unos meses te convertiste en una gran mujer- Bueno la verdad es que si había cambiado, mi cabello estaba más oscuro, mis ojos eran casi como los de mi madre, todos decían que la adultez me había caído de perlas. -¿Entonces a donde iremos? Pregunté ansiosa -A casa, a nuestro nuevo hogar. - Todo el camino fue maravilloso, Amelia me contaba del mundo, todo lo que había hecho, las personas que conocía. Yo estaba más que feliz, no sólo estábamos juntas si no que también tendría esa clase de experiencias. Llegamos a un edificio en el centro de la ciudad, se veía muy elegante, el vestíbulo era gigante, había decoraciones de color dorado con pequeños apliques en piedras. ¿Tanto dinero tiene Amelia?. Seguimos el camino hacia el ascensor, marcó el piso diez, en total eran doce así que estaríamos muy arriba. Al abrirse las puertas, quedamos Justo en la sala del apartamento. ¿Como es posible que un ascensor llegue hasta ahí?.- -Amelia, ¿eres millonaria? La verdad pregunté muy asombrada por el lugar. -No mi luna solo he tenido suerte. -Pues vaya suerte, nunca en mi vida había visto tanta lujo, todo en el lugar era nuevo, los colores que predominaban era el n***o y blanco. Los electrodomésticos eran digitales, ni hablar del espacio, la verdad era como todo el parque comunal del instituto. -Puedes usar lo que quieras del lugar, ahora acompáñame, te mostraré tu habitación. Yo la seguí como un perrito que va tras su amo, me sentía tan abrumada por todo lo que veía. Al llegar a la puerta de la que sería mi habitación me quede sin habla. Era realmente hermosa, todo era blanco, tenía mi baño propio, en el armario habían algunas prendas que Amelia había comprado para mi. ¿Estoy soñando verdad?.- -Tonta, eres mi amiga y te mereces lo mejor. -Amelia voy a trabajar muy fuerte como tú en el restaurante, pagaré todo lo que me estás dando.- -La verdad no trabajo ahí desde hace unos meses. -¿Ah no? Yo si decía que era imposible ganar tanto en un trabajo así. ¿Que es lo qué haces?. De verdad deseaba saber, quizás pueda que me empleen allí. -Tranquila hoy solo descansa, luego te contaré todo. Prepararé algo de comer, te espero en la cocina.- Ví a Amelia salir de la que ahora era mi habitación, lo primero que hice fue lanzarme a la cama, no puedo ni describir la sensación vivida en ese momento, todo en ese lugar era alucinante. Me dirigí al baño, me di una ducha rápida bajo esa deliciosa agua caliente, salí y tome unos jeans y una camisa blanca. Habían muchos vestidos pero quería algo como yo, sencillo. - -Al llegar a la cocina, sentí el olor de la salsa pesto que tanto adoraba, Amelia si sabía como hacerme sentir en casa. - ¡huele delicioso Amelia!- -Se que te gusta, ahora siéntate ya te llevo la comida. Tal como lo indicó me senté en el comedor, la vista daba hacia la ciudad, podía ver todo desde ese piso.- -Amelia me dio mi plato, me sirvió un jugo de naranja y colocó algunas tajadas de pan, mis pastas estaban deliciosas, no tenía idea que ella supiera cocinar. ¿Esto lo aprendiste en el restaurante?.- -Si, eso y mucho más. -Bueno me contarás cuál es tu trabajo, pero lo más importante. ¿Podré trabajar contigo?. -No seas ansiosa Lunita, descansa hoy, ya mañana te contaré todo. No entiendo por qué le da tantas vueltas al asunto, ¿será algo malo o peligroso?. - -Seguía disfrutando mi cena, le conté Amelia lo que hice en estos meses sin ella, pude observar que poseía un celular, cada minuto sonaba, ella respondía y seguía con la conversación.- -Podrás tener uno también, Amelia hizo referencia al celular, sabía que la observaba. Pues la verdad nunca había visto uno de cerca, en el instituto solo Sara poseía celular, sabía de los avances del mundo, tampoco era una cavernícola. Don Thomas, el encargado del mantenimiento todos los días llevaba el periódico, luego que él lo leía me lo obsequiaba, me encantaba saber que pasaba fuera de esas paredes. Siempre tuve información sobre tecnología, economía, farándula y temas médicos. Si algún concepto no lo entendía, el señor Thomas me traducía.- -Esa noche la pasamos viendo películas, habían risas y emociones encontradas, creo que mi vida comenzaba a brillar, podía ser fuerte por mi madre.- -Al amanecer salí de mi habitación, la verdad no supe a qué hora me quede dormida, busque a Amelia por todo el lugar, pero no la encontré. Me di una ducha rápida, escogí un vestido color rosa, se ajustaba muy bien a mi cuerpo, me revise en el espejo, me veía muy bien. Me serví un poco de jugo de naranja, tome una manzana y salí. Recordé el código que Amelia utilizo para que el ascensor llegaría hasta ahí, oprimí el botón del primer piso. La música que sonaba era armoniosa, no podía describir si era un Jazz o un Blues, pues era muy bajito su sonido.- -Llegue al vestíbulo, empuje la puerta y salí, la ciudad era un caos, todos corrían de un lado a otro. Parecía que todos tenían afán por llegar, comencé a caminar, iba tomando referencia por donde pasaba, no quiero perderme el primer día de mi libertad. Llegue hasta un parque, era inmenso, habían personas haciendo ejercicio, otras en picnic, algunas más en planes amorosos. Cada uno en su propio mundo. Sin previo aviso, la lluvia se presentó, sentía como esas grandes gotas caían sombre mi. Yo estaba emocionada, mientras todos buscaban resguardo yo danzaba bajo ese milagro. El pensamiento de mi madre llegó a mi, al parecer ella tenía mi edad actual, cuando yo nací. Me encantaría que estuviera aquí danzando conmigo.- -La mirada de la gente se hacía más profunda, supongo que me creen loca, quien en su sano juicio estaría aquí mojándose, lo más lógico es que me resfriare después de esto. Decidí marcharme, volví caminando al departamento, no tuve problema en el regreso, era fácil recordar la nomenclatura con la que se identificaba las calles.- - Al llegar Amelia estaba enojada, no entendía por que me había ido, no conocía la ciudad y era seguro que me perdería. Tuve que calmarla por más de media hora, cuando por fin lo hice, pude ir a cambiar mi ropa. Una taza de Té estaba en mi mesa de noche, aunque Amelia estuviera enojada se preocupaba por mi. Me coloque ropa deportiva y muy abrigadora.- -Mañana te llevaré a mi trabajo, espero que te sepas comportar. - Esas palabras sonaron extrañas, ¿como que me comporté? No soy una niña.- Antes que pudiera preguntar algo más Amelia abandonó la habitación.- -La noche fue fantástica, dormí plenamente, al despertar ya estaba mi café servido, pase a ducharme, no sabía que ponerme, pero no fue necesario ya que al salir del baño había un vestido rojo en la cama. No negare que era hermoso, pero siento que era para una fiesta.- -No quería hacer enojar a Amelia así que me lo puse, mis curvas se marcaban, podía ver lo bien formada que ya estaba, arregle un poco mi cabello, no uso maquillaje solo puse un poco de brillo en mis labios y salí.- -Mírate, que hermosa estás. -Amelia este vestido parece de fiesta. ¿Seguro estoy bien vestida para ir a tu trabajo? -Estás más que perfecta. -Salimos en busca de su auto, pero lo extraño era que no fuimos al parqueadero, esta vez salimos directamente a la calle, un auto n***o nos esperaba, Amelia se subió y después yo. En el camino no hablamos, ella estaba concentrada en su celular.- -Amelia ¿hacia donde vamos? -¿No estabas ansiosa por conocer donde trabajo? Pues hacia allá vamos. -Algo me dice que esto está mal. -¿Quieres todo lo que yo tengo verdad? -Si, pero ¿a qué costo?. -Amelia no me respondió mas, la escuchaba hablar, decía que estaba en camino, que pronto estaría ahí. Llegamos al lado más oscuro de la ciudad, solo se veían bares y lugares de adultos. Ya presiento cuál es su trabajo, y si es así, muchas gracias no lo quiero. - -Un hombre nos abrió la puerta, puedo decir que me escaneo de arriba abajo, lo vi relamerse los labios. ¡Que asco! No pude evitar decir- -Amelia me tomo del brazo, sentía que ejercía presión sobre mi, prácticamente a la fuerza me metió al lugar. Mis ojos no sabían dónde mirar, habían mujeres validando semi desnudas, aún era de día y el lugar estará a reventar. ¿Estos hombres no trabajan? Me preguntaba.- -Llegamos a una zona marcada como VIP, no tengo que ser una adivina para saber quiénes están ahí.- -Señor Gustaf ella es mi amiga Eva, fue de la que le hablé.- ¿Amelia de verdad me estaba presentando a ese degenerado? Se le notaba desde lejos que no tiene escrúpulos.- -Vaya no mentiste, es una mujer hermosa, me atrevo a decir que es mejor que tú. El hombre hizo una señal con su mano, Amelia me empujó hacia el.- -¿Que esta pasando Amelia? Me trajiste a burdel, si tú eres una puta es tu problema pero yo no lo seré, dije tratando de alejarme de ese inmundo animal.- -Todas llegan ariscas pero se calman en un par de días, tú decidirás si quieres ser tratada como una reina o una esclava. Decía el hombre- -¡Yo me largo de aquí! -Trate de salir pero varios hombres me detuvieron. ¡Amelia! ¿Que me estás haciendo?- -Ella jamás me miro, vi como besó al asqueroso hombre, luego se sentó en sus piernas mientras a mi me arrastraban por el lugar. Me llevaron a una habitación, estaba decorada en tonalidades rojas. Mi cuerpo temblaba, ya sabía lo que iba a pasar, me iban a violar, seguro Amelia me vendió.- -Pasó al rededor de una hora, donde trate de buscar una salida, pero eso parecía un búnker. La puerta se abrió, tome una lámpara, de algo si estaba seguro yo me iba a defender hasta con las uñas.- Pero me lleve una sorpresa, era Amelia la que ingresaba. Pensándolo bien si tengo una la lámpara debería golpearla ¿verdad?.- -Luna tienes que ayudarme, no quería hacer esto, la verdad no tuve opción. -No me creas idiota Amelia, si te gusta esta vida bien por ti, pero a mi no me metas en tus mierdas. -Quiero que me entiendas, hace unos meses que trabajo para Gustaf, el restaurante no me daba ni para comer, escuché de este lugar, todo el mundo hablaba que pagaban muy bien y no obligaban a nadie. Al principio me pareció terrible pero después me acostumbré, era increíble como el dinero comenzó a llegar a mi vida, pero también trajo los problemas, comencé a relacionarme con personas peligrosas, me endeude al punto que he recibido amenazas. ¡Me matarán Luna!- -Es tu problema no el mío Amelia, ahora sácame de aquí, vamos a la policía denuncia, o podemos hacer lo que hacía mi madre, la mudanza constante hace que pierdan el rastro. ¡Vamos!. - -No puedo, a mi me vigilan todo el tiempo, te traje aquí como una forma de pago, me dijeron que por una mujer virgen mi deuda quedaría saldada.- -Pero que hipocresía, ¿tú deuda se pagará con mi cuerpo? ¡Soy yo la que está pagando algo que no gaste! me sacarás de aquí Amelia, no te preocupes no iré a tu departamento más, así deba vivir debajo de un puente lo haré.- -No puedes salir, ya el trato se realizó. Solo despeja la mente, el inicio es venderte al mejor postor, pero si te resistes serás golpeada, y Gustaf tomará tu primera vez. Se inteligente, si te ganas a un buen padrino aquí podrás tener tu libertad lo más rápido posible.- la vi salir de la habitación. -Pero que había pasado, me vendió para pagar sus lujos, ¿donde está mi amiga?. No se que haré, si no hago lo que ellos me digan me entregarán al cerdo de Gustaf, se que prefiero la muerte pero estoy muy segura que ellos no me asesinaran y menos van a permitir que yo me quite la vida. ¿Que haré?- -La puerta se volvió abrir, esta vez era el Cerdo maloliente de Gustaf. -¿Entonces amorcito que elegiste?. Mierda que pregunta más difícil. Se muy bien que tengo dignidad pero ahora quiero salir de este lugar.- -Seré dócil, puedes venderme al mejor postor. Respondí sin emoción alguna- -Eres inteligente aunque la verdad deseaba probar ese cuerpo tuyo, ahora te revisarán quiero comprobar que de verdad seas virgen, te alistarán, te bañarán. Esta noche será tu debut.- -¿Está noche? Tan rápido. -Esto no es un hotel linda, aquí debes pagar tu estadida.- Gustaf salió del lugar, una mujer entró, tenía la cara llena de cicatrices, no me atreví ni hablar, ella me indicaba que debía hacer. Mis piernas estaban bien abiertas para ella, me tocó, me revisó hasta el alma. Salió del lugar sin hablar. Después llegaron otras más, traían ropa y productos de belleza. Me lanzaron a la bañera, podía sentir como me refregaban en cuerpo. A este ritmo me dejarían sin piel. Secaron mi cabello, me entregaron prendas íntimas, eran muy pequeñas. Luego un vestido rojo que no dejaba nada a la imaginación. Me maquillaron, que horrible me veía, parecía como de cuarenta años. Perfumaron mi cuerpo.- -Gustaf entró a la habitación me revisó completamente, sentí como me apretó el trasero.- No sé por qué una parte de mí desea que no tengas un solo postor esta noche, de verdad quiero ser yo el primero en tu vida.- decía el cerdo. -Señor Gustaf ya comenzó el evento, escuché decir, esa voz era única, mi traidora amiga, ella estaba vestida más provocativa que yo. Se nota que disfruta lo que hace.- me tomaron del brazo y me sacaron de la habitación.- -Podía escuchar música, gente hablando, el olor a tabaco era fuerte. Habían más niñas como yo, todas serían vendidas.- sus caras eran más trágicas que la mía. Una rubia delgada se hizo a mi lado, no paraba de llorar, la verdad yo estaba que lo hacía pero debía ser fuerte. No voy a morir en este maldito lugar.- -Oye cariño tranquilízate, imagina que esto solo es un instante, trata de desconectar tu mente de tu cuerpo, se que es difícil, pero si no lo haces, tú vida será una constante agonía- -Sus ojos encontraron los míos, era más joven que yo, estoy segura. ¿Cuantos años tienes? -Tengo 18 años, los cumplí ayer. -¡Malditos mil veces malditos! Por su contextura parece una niña. -Quédate a mi lado en todo momento ¿si? -Si “Pero que hermosa noche, bienvenidos mis señores hoy traemos un ramillete de mujeres hermosas, como sabrán solo lo mejor de lo mejor para ustedes, se que esperan que la joya más preciosa esté al final, pero estoy tan ansioso por mostrarles a una belleza, ella es Amatista la diosa de esta noche” -La idiota de Amelia me tomó del brazo y me subió al escenario, casi caigo por esos tacones tan altos que me colocaron. ¿Así que es es mi nombre? Que imaginación tan patetica la de Gustaf. -No podía ver nada, solo escuchaba la gente hablar, las paletas con números se levantaban, yo estaba haciendo lo que hace un momento predicaba, separa la mente del cuerpo. Los gritos estaban presente. Una sola palabra hizo que volviera a la realidad. ¡Vendida! - -¿Que? -Topacio lleva a la linda Amatista a la habitación VIP, su dueño la esperara allá.- Gustaf estaba feliz veía como contaba dinero. ¿Cuánto abran pagado por mi?. -¡Luna! Debes caminar. -¡Maldita Amelia, pagarás todo lo que me haces! - Deberias estar feliz. -¿Feliz? ¿por que me van a violar? ¡Claro brinco en una pierna! -¡Eres una estupida! El hombre que te compró pago más de diez millones de dólares por ti. -Pues que mal que pierda toda esa plata, que placer pueden sentir con una mujer virgen, estaré llorando y pataleando toda la noche. -Cállate, no cometas una estupidez como esa, pueden golpearte si te escuchan. Nunca nadie había pagado tanto por una mujer en este lugar. -¿Ni por ti? -No, mi primera vez costo quinientos mil dólares. -¿Entonces soy una puta más cotizada que tú? En medio de mi desgracia me alegra.
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