Capitulo 1: las cartas
Nota de Nathalia:
Hacer el amor y tener sexo son dos cosas totalmente diferentes, y es que en una se siente la pasión y en la otra solo una acción de placer en la que el cariño de piel en piel no se juntan como debería ser. Al igual que, el l sexo y el erotismo, dos palabras que son totalmente diferentes, puesto que, cada una tiene lo suyo.
Por un lado las palabras se convierten en metáforas y símbolos de lo que es hacer el amor y por el otro la vulgaridad de un acto de amor en una pornografía en vivo y en directo. La siguiente historia que están por leer, puede ser una historia basada en la ficción y alguna que u otra en la realidad, donde el personaje principal cae en tentación ante la resistencia de ver a un hombre, con una temperatura de hacer el amor. El romance y el desamor son los temas que trata la historia; sin embargo, la felicidad es placentera y también duradera.
Natalia
Las cartas:
Tal vez les parezca extraño lo que están por leer, una locura que solo pudo sucederme a mí, creo yo. No sé, a veces sigo pensando que todo fue un sueño, pues el dolor de toda una vida a tan temprana edad no la podía creer, más bien creía era una pesadilla, pues hablo de mi vida, caracterizada de pesadillas que jamás se superarían ni yendo a un psicólogo. Nunca pensé que el amor doliera tanto. Ahora entiendo el porqué se dice que nadie se escapa de él, pues el amor llega cuando menos te lo esperas y cuando es real, pone tu vida de cabeza.
Mi nombre es Natalia Marchena, y esta es la historia de mi experiencia en el amor. No, no es la típica historia de amor donde el amor es imposible pero que al final quedan juntos. En mi vida no fue así, creo el destino me tenía una buena jugada después de todo. Lo más gracioso es cómo inicia, porque todo empezó con cartas, pero, ¿De quién? Pues ya lo verás.
En los años que llevo de vida, nunca llegué a imaginar que la primera persona con la que iba a tener relaciones sexuales sería con él. No todo fue sexo. Para mí fue lo mejor que me pudo haber sucedido en la vida. Sus palabras me enamoraron por completo y aún así no sabía que era él, lo veía como un nerd y no como el chico atractivo que realmente era. Sin camisa y toda esa vestimenta que ocultaba su hermoso cuerpo, me derretía por completo. No me gustaba por su físico, por su hermoso cuerpo y mucho menos por ser tan guapo, sino su manera de pensar, de ver la vida y en sus bellos sentimientos respecto a las mujeres.
Todo comenzó esa mañana lluviosa, cuando al salir de casa luego de ver la nota de mi madre, me encontré esa nota en la alfombra de la puerta. La lluvia la había arruinado por completo y aún así pude leer todas esas palabras de mi fiel y enamorado secreto. Primero había pensando que se trataba de Sebastián, el más guapo de la universidad pero el más bruto del salón. Yo no era del todo popular al igual que él, pero estaba en la lista de las chicas más hermosas de la preparatoria. Sebastián era el capitán de su equipo de futbol, amado por todas y por todos. Pero...pero, era un patán, se creía la gran cosa y no amaba a las mujeres como debía de ser, solo las buscaba para tener sexo en su lujoso coche y luego dejarlas intentando ignorarlos al día siguiente como si no hubiese ocurrido nada. Pero bueno...todo esto sobre él no lo sabía en absoluto. Obviamente si lo hubiese sabido antes no hubiera pensado era él, ya que él no tenía cabeza para escribir de esa manera, a menos de que contratara un poeta.
Pensé era él por dos cosas, la primera porque siempre me coqueteaba en la universidad y la segunda porque se sentó a lado mío. Todo realmente para hacerme lo mismo que las otras chicas. Bueno...como dije anteriormente respecto a la nota, solo se me vino a la cabeza podría ser él, pues como dije, hizo esa dos cosas que tanto me llamó la atención. Solté entonces una risa y de la nada salió mi vecino con su cara de tonto y esas gafas ridículas que espantaron las mariposas que me había imaginado con las letras pensaba eran de Sebastián.
-Hola Natalia -me dijo saludándome con su mano izquierda
Tropezó entonces con una de las plantas de su jardín y luego cayó, se levantó, soltó una risa horrible y nuevamente me saludó.
-Eh, hola, Rodrigo, ¿Qué tal la mañana? -le dije intentando ser paciente ante sus torpezas de día a día
-Muy bien, muy bien, fíjate que, saqué nuevamente el primer lugar con mi trabajo de ciencias
-¡Oh, que bien! Te felicito en serio, eres muy inteligente...
-Gracias, gracias, ¿En serio te da gusto haya ganado? -me preguntó con una cara de tonto
-Claro que sí, si no hubiese sido por ti no hubiese pasado esa materia que tanto odio. En serio te agradezco, Rodrigo...bueno...ya me tengo que ir, se me hace tarde para ir a la universidad, te veo luego amigo -le dije y marché rápidamente
Alcancé a escuchar su despedida hacia a mí y decirme que me fuera bien, era algo desesperante oírlo hablar y verlo, pero puedo admirar y admitir que era sumamente inteligente. Nunca había conocido a un chico más inteligente que él; sin embargo no me llamaba la atención. Rodrigo era un joven de tan solo dieciocho años de edad, tenía el cabello rizado pero horrible, era piel un poco blanca, sus ojos eran bonitos, pero buen cuerpo no tenía y mucho menos bonita sonrisa, tal ves era algo simpático, solo le hacía falta un cambio de look. Definitivamente estaba descartado en la lista de chicos que quería para mi vida, en la lista de chicos con los que quería experimentar lo que es amar de verdad. Al llegar a la universidad, me encontré a Vanesa, quien era mi mejor amiga y a Francisco, quien era mi mejor amigo y también era gay. Para mí Francisco más que amigo era amiga, y es que el día que me confesó que le gustaban los hombres me llegó como flecha al corazón, pero para partirlo, en ese entonces ¡Me gustaba Francisco! ¡Diablos! Ni yo puedo admitir eso del pasado. Vanesa era casi igual que yo, creo por eso éramos buenas amigas, por tener tanto en común. Éramos tan brutos en ciertas materias y soñábamos con tener nuestra primera experiencia en el amor. De una al ver sus rostros les enseñé las palabras que me habían dejado en la puerta de la casa, les leí el poema y pues estaba firmado con la palabra anónimo. Vanesa y yo gritamos y Francisco miró a Sebastián que estaba muy cerca de nosotros y yo no me había fijado. Ahí estaba mi príncipe, todo hermoso y brillando como el sol, hasta que vino una tipa que ni conozco y lo beso en los labios, ¡La odio! ¿Quién es esa atrevida? ¡Dios! Juro que estaba a punto de tomarla por las greñas y decirle que Sebastián era mío y solo mío aunque no tuviera una factura que comprobara así era. La rabia hizo que cambiara de lugar y entrara al salón de clases. Sin embargo, Vanesa y Francisco se quedaron afuera, mirando el cómo Sebastián besaba a esa tipa.
El coraje en mí hizo que contestara los buenos días de la profesora de manera muy grotesca. Pedí disculpas pero no me perdonó, llamó a todos pero ninguno entró. No pudo con la ignorancia de mis compañeros que le tocó salir y gritar fuertemente que sus pies ya habían pisado el salón de clases. Todos entraron apenados y soltando en silencio, risas de vergüenza pero también de burla hacía la profesora. La señorita Carlota era una mujer muy joven y hermosa, y aunque tenía una cara de monja, era más diabla que la esposa del diablo. Bueno...creo que el diablo debe tener una esposa, ya que hasta pelis hay sobre "El hijo del diablo". ¡Rayos! No podía creer que a mi lado se sentó él y al otro se sentó ella. Creo los deseos del nerd Rodrigo hicieron caer sobre mí una maldición de amorío. En fin...solo intenté presentar atención a las clases sin importar las miradas que cruzaban cada uno. Me sentía como el muro de Berlín entre ellos dos. Qué mal día la verdad. Sus miradas tan cursis no me dejaban concentrar en la explicación de la maestra, por lo que empecé a pellizcar mis piernas como si fuesen pinzas de cangrejos, luego a morderme las uñas y al final, rascarme la cabeza, como si tuviese una tribu de piojos haciendo fiesta en ella.
-Eh, señorita Natalia, ¿Le sucede algo? Porque sí es así, con gusto puede salir de la clase y hacer todo eso que hace con total facilidad -me dijo la profe
-¿Qué? -dije sin haber entendido sus palabras-. Lo siento señorita Carlota, ¿Qué me dijo?
-Hasta dormida estás -dijo y el resto se echó a reír
Tan grande era mi estrés que no podía controlarme, sentía que las risas de los demás eran solo burla por lo que estaba sintiendo en ese momento. Mis mejores amigos no seguían el juego de los demás, siempre estaban ahí para mí. Eran estrellas bajadas del cielo, no sé que haría sin ellos. Mi silencio aún llamaba la atención de la maestra, esperando una justificación por no saber lo que me había dicho mientras pensaba que el chico que me gustaba tenía la chica con la que se había besado al lado mío, ¡Qué perro!
-Perdone señorita Carlota, no volverá a suceder -dije creyendo que me había llamado la atención por desconcentrada
-Espero que así sea, porque a la próxima la llevaré a coordinación
Al finalizar la clase, cada uno se fue retirando, sin embargo, yo me encontraba ahí, en mi silla, esperando a la soledad para que me diera un consejo de eterna amistad sobre los amoríos que no se pueden dar. Mi historia, esta historia, ocurre tan rápida...solo quiero enseñarles lo bonito que fue conocerlo a él, su persona, el cómo me enamoré sin saberlo y como fue nuestra primera vez al hacer el amor.
Luego de todo lo que había pasado y vivido en la universidad, me encontraba de camino a mi casa, deseando en mi mente que al llegar, encontrara una carta más de Sebastián, donde me dijera que la chica que besaba no era nada de él más que solo algo pasajero y que me citaría a un lugar durante la noche y más en esta noche que sería luna llena. No sé cómo sucedió pero al llegar a la casa, estaba una carta de él, aunque nuevamente estaba anónima:
¡Hola!
Siento mucho que el día de hoy haya sido muy triste para ti, espero que, esta noche se borre de tu mente esos malos momentos. ¡Sí! Quiero que me conozcas y sepas quién soy, aunque creo ya lo sabes. Ahora te diré todo pero personalmente y no mediante cartas cuánto te amo.
Tu fiel amor secreto
¡Aaaaaah! Pegué un grito de emoción al pensar que Sebastián me había dejado esa carta, aunque me pareció algo extraño sus palabras. Nunca pensé que sería algo de poeta o al menos que no haya puesto a otra persona a escribir dichas palabras para mí, pues hasta donde sé él solo sirve para la ingeniería mecánica al igual que su padre. Aunque también podría ser que tenía talento para expresar bellos sentimientos a través de las letras pero que no lo sabía, sin embargo, la cosa no era así. Tan solo esperé la noche y esa misma noche que tanto anhelé, conocí lo que era realmente Sebastián. Ese horrible lugar que estaba vestido de belleza natural y que con su presencia lo derrumbaba todo, era donde solía llevar a las chicas y decirles al oido lo mucho que supuestamente le gustaba, para luego tener relaciones sexuales y por último darles una pastilla para borrarles la memoria.
Al entrar a casa me sorprendió ver a mi mamá hablando con Rodrigo, ambos tomaban café con galletas y charlaban de las típicas telenovelas románticas de un amor imposible.
-Hola mamá, ¿Qué hace Rodrigo aquí? -pregunté. Sentí que había sido un poco grosera
-Natalia, hija, ¿Por qué no me dijiste que nuestro simpático vecinito escribía? Hemos estado hablando de novelas, ¿Puedes creerlo? A ambos nos gusta "Amor Real".
-Sí, sí, ya lo sabía, Rodrigo es muy talento...bueno, voy a a mi cuarto, tengo mucha tarea -dije y empecé a subir las escaleras
-¡Espera hija! ¿No vas a saludar a Rodrigo? -preguntó mi madre tomándolo por el brazo
-Eh, hola Rodrigo, espero te la pases bien con mi mamá -le dije y subí a mi cuarto
-¡Ay! Estos jóvenes de hoy en día -expresó mamá soltando una pequeña risa
-No se preocupe señora...
-Ya te dije que no me digas señora Rodrigo, dime Ana
-Está bien Ana. Tal vez Natalia tuvo un mal día
-Puede que si sea pero no me agrada se porte así contigo, eres muy lindo como para no darse cuenta de ello y que también gustas de ella
-¡Haga silencio señora Ana! Podría escucharnos
-Y nos escuchará si me sigues diciendo
-Okey, discúlpeme
-Disculpado, bueno...creo que tienes tareas por hacer, fue un gusto platicar contigo, Rodrigo
Se despidieron entonces con un abrazo y un beso en la mejilla, vaya que mi mamá se creía una joven, ya me estaba llegando a la mente que regalarle el día de las madres: un espejo. Sí, un espejo para que se viera y actuara cómo tal. Y vaya más aún que sabía actuar, porque apenas salió Rodrigo de la casa subió a mi cuarto y entró sin tocar la puerta, quitándome los audífonos en los que escuchaba la música que relajaba mi mente.
-¿Qué pasa? ¿Qué te sucede mamá? -le dije sin entender su reacción. Estaba decidida que no había sido grosera a la hora que llegué
-Mas bien, ¿Qué te sucede a ti? ¿Cuál es tu problema eh Natalia?
-No te estoy entendiendo mamá
-¿Ah no?
-No, ¿Por qué tienes que entrar así a mi cuarto?
-Esta es mi casa
-Pero este es mi cuarto, es mi privacidad
-Y yo soy tu madre, así que puedo y lo hago, eh, ¿Me entendiste?
-¿Y qué es lo que quieres eh?
Mi mamá respiró y se sentó sobre mi cama, se me acercó y me dijo: ¿Estás enojada con Rodrigo?
-¿Qué? ¡No! Ni siquiera trato con él
-¿Y por qué no has sido amable con él cuando llegaste?
-Sí fue amable
-No, no lo fuiste. Anda, dime
-No es nada mamá, normal, a veces diálogo alguna que u otra palabra con él pero es solo eso
-Ah okey, entiendo, ¿Y te gusta?
-¡¿Qué?! Claro que no, en parte...
-¿En parte qué...?
-No, nada
-Okey, ¿Y entonces por qué entraste con ese geniecito? ¿Te sientes mal?
-Vaya que sé actuar -contesté soltando una risita
-¿Cómo? No te entiendo, Natalia
-No me siento mal, mamá
-¿Y entonces?
-Es que...
-¿Es que qué?
-Quería aparentar estar mal para escaparme esta noche?
-¿Qué? ¿Qué ibas a hacer qué?
-Tengo un enamorado secreto y hoy me pidió vernos en la noche
-¿Y quién es?
-Bueno...no es tan secreto del todo, estoy segura es Sebastián
-¿Quién es Sebastián?
-El chico más hermoso de la universidad
-¿Así como es hermoso por fuera lo es por dentro?
-¿A qué se debe esa pregunta mamá?
-No te dejes llevar por el físico, lo que importa realmente son los sentimientos, ¿De qué sirve andar con el chico más hermoso de la universidad e incluso más hermoso del mundo si todo un patán? Un hombre que ni siquiera respeta a las mujeres
-Tienes razón mamá y pues aún no conozco sus sentimientos de lo todo. Solo sé que, todas quieren con él
-Y tú no serías la excepción, dime, ¿Cómo empezó todo?
-Cada mañana al partir a la universidad encontraba una nota con poemas y cosas hermosas
-¿Y Sebastián parece ser de los que escriben?
-La verdad no, pero todo a punta hacía él
-¿Y por qué?
-Bueno mamá porque, siempre me está mirando, me pica un ojo
-Hum
-¿Hum qué?
-Siempre te apoyaré hija, pero esto parece una patada de las más grandes, espero ese tal Sebastián no te vaya a lastimar porque si no, ¡Uf! De las que se va a ganar
-No sabe que tus cachetadas son de las más peligrosas pero tranqui, sé que esta noche será la mejor de mi vida, ¿Y sabes qué es lo curioso?
-¿Qué?
-Que me invitó al lugar más hermoso y mi favorito de este lugar
-No me digas que...
-¡Sí! Frente al lago en el bosque
-¿Y por qué se te hace curioso?
-Porque nadie sabe que ese es mi lugar favorito, solo tú y mis dos mejores amigos
-Es decir, cuatro en total
-No, tres*
-Somos cuatro hija
-Yo no le he comentado a más nadie sobre ese lugar
-Eh, yo sí lo hice
-¿Qué? ¿Y por qué mamá? Prometiste no hacerlo, ¿A quién se lo dijiste?
-A un amigo
-¿A un amigo? ¿Qué amigo?
-Un amigo que no dirá nada así que tranquila, es de confianza
-Hum, entonces, ¿Me darás permiso?
-¿Permiso para qué?
-Para salir esta noche
-Ah, sí sí claro, pero ya sabes que...
-¡Muchas gracias mamá! -le dije alegremente y le di un abrazo
-Estás tragada de este chico
-No hay que exagerar
-Bueno, bajas en un momento para que almuerces
Cuando mi madre salió de mí cuarto, tomé mi laptop y les escribí a Vanesa y a Francisco, quienes se pusieron felices. Ellos sabían de mi enamorado secreto, pero no les agradaba para nada que yo pensara era Sebastián. Esa noche me di cuenta de cómo era realmente. Abrí los ojos pero sin embargo, me encontré al verdadero enamorado secreto, estaba más cerca de lo que imaginaba.
Al terminar de almorzar, miraba el reloj en la pared cada minuto, a la espera de las ocho para marchar. Cuando eran las seis fui al baño a bañarme, duré una hora. Luego me vestí, me perfumé y me puse un vestido bien hermoso como si fuera una princesa. Mi madre estaba feliz por un lado y triste por otro. Ya eran las siete y media de la noche, faltaban treinta minutos, no obstante, me fui hacía el lugar, sin ni siquiera esperar esos treinta minutos. Estaba muy emocionada. Mi madre me abrazó y me deseó lo mejor. Esta sería mi primera disolución amorosa. La experiencia de lo qué es el triste y doloroso amor.
Por el camino sentí que alguien me seguía, por lo que me apresuré. Ya en el lago se encontraba Sebastián acompañado de aquella chica que besaba en la universidad.
-¿Por qué contigo todo es sexo eh? -le preguntó ella
-Eso es el placer para mí
-Eso no es placer si no es sincero
-Estás hablando de hacer el amor, más no de tener sexo, ubícate
-Vaya que la gente tenía razón respecto a cómo eras
La chica se fue enojada y Sebastián intentó detenerla tomándola por la mano izquierda. Ella lo alejó y se fue caminando rápidamente, topándose conmigo sin ni siquiera darme cuenta que era ella. Solo escuché el cómo lloraba, y pues yo caminaba con mucho frío mirando el suelo y a las inofensivas hormigas. Al llegar, estaba allí, estaba de espalda, Sebastián estaba sin camisa, pude ver su pecho, sus músculos, sus cuadritos. Era todo hermoso. Cuando volteó se asustó y me preguntó que hacía allí. No sabía que decirle, era tan hermoso que me hipnotizaba. Sebastian era de ojos verdes, cabello castaño, piel blanca y labios bien rojos. Todo un príncipe, muy apuesto.
-Me has invitado, ya sé que eres tú mi enamorado secreto -le dije apenada bajando mi cabeza. La cara se me había puesto roja.
-¿Perdón? ¿Yo te invité?
-¡Sí! -exclamé-. Sentí que me había exaltado.
-¿Qué dices? No te entiendo, Natalia
-¿No fuiste tú quién me citó aquí?
-Eh no
Cuando respondió aquello me sentí avergonzada, pero fue cuando me di vuelta para retirarme apenada que sucedió todo. Sebastian me tomó por la mano derecha deteniéndome, sentí un escalofríos que me cubrió por todo el cuerpo de su calor varonil.
-¡Espera! -me dijo y colocó sus manos sobre mi cintura acercando sus labios hacia los míos
-¿Qué sucede? -le dije e impuse que se me acercara más de lo normal
¿Qué qué sucede? Has dicho que te he citado aquí
-Pero me dijiste que no has Sido tú. Me doy cuenta que me equivoqué respecto a que eras mi...
-¿Enamorado secreto?
-Sí, ¿Cómo lo sabes?
-Porque yo soy ese enamorado secreto
Al confirmar que era el autor de esas hermosas palabras que encontraba cada mañana en la puerta de mi casa, me besó. Cerré mis ojos y sentí que por primera vez era feliz, y es que el amor de mi madre era una felicidad enorme pero esta que estaba sintiendo al ser besada por Sebastián era de otra altura. Ya sentía que lo amaba de verdad. Hasta que...
-Me encantas, ¿Ya has tenido relaciones sexuales?
-¿Qué? -reaccioné sin entender y quité sus manos de mi delgada cintura-. No, nunca he sido tocada por un hombre.
-Que rico -dijo y continuó besándome
-Espera...espera, Sebastián, para -le decía intentando detener su temperatura
-Me encantas, te deseo, Natalia, te deseo, quiero hacerte el amor
-¿Qué? ¡Suéltame! ¡Suéltame, Sebastián!
-¿Qué es lo que pasa? ¿Acaso no has venido aquí para tener sexo conmigo? -me preguntó enojado
-¡No! Yo pensé que eras lindo
-Soy lindo, soy Sebastián, el más atractivo de la universidad y eso lo sabes muy bien, ¿O a poco...a poco no me deseas? Déjame verte caliente. Deja que entre dentro de ti
-¡¿Qué es lo que te pasa?! -le grité dándole una bofetada fuertemente
Al voltear y colocar su mano derecha en la mejilla donde lo había golpeado, me miró furioso y se me aventó, diciéndome que ninguna mujer lo había negado y yo no sería la excepción. En el suelo empezó a quitarme la ropa, yo gritaba com gran fuerza pidiendo ayuda. Nadie me escuchaba. Salvo por una persona que ya está a por llegar y me salvaría de ser abusada, por un maldito patán del cual estaba ciegamente enamorada.
-¡Ayuda! ¡Auxilio! ¡Ayúdenme, por favor! ¡Ayuda!
-Nadie te va a escuchar baby, esta noche probarás lo que es el verdadero placer del sexo
-¡No! No me hagas daño
Y justo cuando estaba por abusar de mí, llegó Rodrigo quitándomelo de encima hasta golpearlo y dejarlo inconsciente. Gritándole enojado que no se metiera conmigo y que era un asqueroso hombre sin educación alguna. Me sorprendí de que, Rodrigo, hubiese llegado de la nada hasta el lugar donde estaba por ser abusada. Ya no sería este mi lugar favorito, tan solo pensar que allí estaba por ser abusada por Sebastián, se me quería salir el corazón y el alma. A la final, Rodrigo, me abrazó y lo alejé de mí por miedo a lo que recientemente me había sucedido. Me extendió su mano y se la di. Apenada por mi reacción me puse de pie y lo abracé. Me decía que no me preocupara. Se quitó luego su buso y me lo colocó por el frío que hacía. Empezó también a llover y subimos a su camioneta, que era realmente de su madre. Mientras nos dirjiamos a nuestras casas me dijo que me quedara tranquila, que no le contaría nada a mi madre, le agradecí, pero continué triste, llorando tanto por fuera como por dentro, sintiendo un fuerte nudo en la garganta que me quitaba las cuerdas vocales.
-¿Qué hacías con ese hombre en el lago? -me preguntó mientras conducía cuidadosamente
-Rodrigo, limitate a conducir para llegar cuanto antes a mi casa, no quiero hablar de eso -le respondí grosera
-Lo siento, no quería incomodarte -me dijo y se sintió apenado
-Tranquilo, perdóname tú a mí, eh, ¿Y qué hacías tú por ahí?
Se quedó mudo, no sabía qué decirme.
-Eh, bueno...
-¿Podríamos mejor ir a tu casa?
-¡Sí! -exclamó feliz-. Digo, claro que sí, ¿Y por qué esa decisión?
-Bueno...no me gustaría llegar a mi casa y que mi madre me vea llorando y con los ojos tristes, pero...si no puedes tranquilo, iré a la casa de mis ...
-Sí
-¿Sí qué?
-Sí puedes ir a mi casa, no hay ningún problema
-Gracias de verdad, Rodrigo, muchas gracias
-De nada, ya sabes que soy tu amigo