CAPÍTULO 7

1814 Words
Mis manos, junto a mis dedos, no podían quedarse quietos, aunque trataba de no dejarlos a la vista de nadie mientras los movía. Me sentía inquieta, no podía concentrarme en lo que me rodeaba o lo que enseñaba hoy la Señora Torres, solamente veía números en la pizarra, números y signos, que no significaban nada para mí en ese momento. Intenté sujetar el lápiz más de una vez y ver las páginas de mi cuaderno. Pero, estaba a punto de enloquecer y no sabía cómo lograba conservar la calma, de un modo relativo en una actuación casi perfecta. Todo pareció ir hacia abajo unas horas antes, cuando recuperé la conciencia y no vi las fotos en las paredes de mi habitación, no estaban allí o nunca estuvieron allí. Las busque en la caja donde las escondí y continuaban en el mismo lugar, justo en el orden que les había dado. —Eli, ya es hora de ir a casa —Jane me observaba, confundida porque aún continuaba en mi asiento sin guardar ninguno de mis útiles escolares, aunque la campana ya había sonado varios minutos atrás. Traté de actuar normal, como la chica que era antes del accidente y caminé junto a ella como siempre lo hacíamos, escuché todo lo que dijo, aunque no entendía la mayor parte de ello, porque no importa cuánto me enfocara, fallaba al instante. El frío recorrió mis brazos, los sacudí un poco para calentarlos, aunque pareciera una gallina y Jane se burlara de mí. Al sentir un instante de normalidad, me dije que todo estaría bien y tomé la medicina, eso tenía que servir de algo. Sin embargo, todas mis esperanzas se rompieron cuando lo vi de nuevo, él caminaba frente a mí, directo hacia mi casa. Justo en el segundo que mi madre salía, lo vi girar su mirada para conectar con la mía y sonrió como siempre para volverse hacia ella. Entonces, ella resbaló y se rompió el cuello de repente. Quedé impactada al ver que la sangre salía a borbotones y corrí hacia ella mientras gritaba, se estaba muriendo o ya estaba muerta. No podía pensar, necesitaba ayuda. ¡Ayuda! ¡Ayúdenme! Me derrumbé en el suelo, abrazándome para tratar de detener todos los temblores que controlaban mi cuerpo. —¡Eli, cariño! – Llamó mi madre consternada por mi actuar —. ¿Estás bien? —ella estaba bien, me estaba pasando lo mismo de nuevo, primero con Emma y ahora con mi madre. Lo imaginé todo de nuevo, como a él, ¿era él real? ¿Cómo podía saberlo? No, no lo era, solo yo lo veía. Lo busqué, pero ya no estaba, si es que realmente estuvo allí. ¿Qué está pasando contigo? Estaba asustada y por supuesto que no estaba bien, había enloquecido. Exacto, esas eran palabras ciertas. Con solo eso una de las peores ideas de toda mi vida se fue formando en mi mente, ¿estoy realmente bien? —No —mis lágrimas corrían por mi rostro —, necesito ayuda.  Tic–tac, tic–tac, tic–tac, era todo lo que escuchaba en la sala de espera, porque mi madre insistió en ir a ver a la Dra. Grey de inmediato. Por otro lado, Jane no parecía tan convencida; pero, la desesperación es algo que no te deja razonar tan bien como quisiera y si mi madre decía que era lo mejor, no tenía ningún problema y si decía que podría ayudarme, entonces por supuesto que la vería.   —Elaine, me alegra verte —levanté la vista para encontrarme con la Sra. Grey. ¿Cómo que le agradaba verme? —Entra, he hecho un poco de tiempo para ti —me señaló la oficina. —Gracias —dijo mi madre y me llevó con ella. Los muebles color turquesa seguían en el mismo lugar, rodeando una pequeña mesa rectangular de cristal. No me molestaba el color, aunque me parecía peculiar. Me senté junto a mi madre y sujeté su mano, mientras la doctora se posicionó en frente de nosotras, con las manos cruzadas. —Dra. Grey, mi hija no se siente bien, ha estado actuando muy extraño, no creo que la medicina esté funcionando —mi madre habló por mí. —¿Han empeorado tus alucinaciones? —de nuevo me inquietó el no recordar cuando se lo dije, pero necesitaba ayuda, así que asentí. —¿Qué nos aconseja? —preguntó mi madre. —Bueno, estuve pensando en un lugar… —¿un lugar? —. En este tipo de casos, recomendamos que sean ingresados a institutos especiales para recuperarse —¿institutos? Eso no se escuchaba nada bien —. Hay uno en especial, con el cual estoy relacionada, Reviviendo el mañana —de repente empezaba a arrepentirme de estar allí. —Muy bien, haremos lo que nos diga —aceptó mi madre. —Llamaré ahora mismo y concretaré una cita —se levantó para acercarse a su teléfono. Mi corazón latía con fuerza y mi respiración había perdido el control, detenla, me decía una voz. Necesitas ayuda, decía otra. Tenía que escuchar a alguna, antes de que fuera demasiado tarde o ya era tarde. No, estaba decidido, necesitaba ayuda y si no la buscaba… Prefería no pensar en ello.  —Tienen suerte, pueden recibirla en una hora —dijo la Sra. Grey mientras calculaba en su reloj. —Gracias —mi madre apretaba mi mano. Esta era la decisión correcta. ¿Lo era? No dejaba de preguntármelo; pero, aun así no me detuve, no detuve a mi madre, ni tampoco di media vuelta cuando llegue a las puertas de la dichosa institución. Se veía bastante bien, hasta creí que me habían traído a un hotel, solo entra ahí y abre tu mente a las posibilidades, posibilidades, eso era lo que necesitaba. Saber que aún tenía opciones me hacía sentir bien, esta era una y parecía bastante atractiva, en realidad era la única que tenía hasta ahora. No podía ayudarme a mí misma, necesitaba que alguien lo arreglara por mí, lo más pronto posible. Me senté por segunda vez en un mismo día en medio de una oficina, solo podía describirse en una sola palabra, demasiado blanco, está bien, eran dos palabras, incluso podríamos cambiarla. ¿Qué tal? Horripilantemente blanco, “¿relajantemente?” No, de ningún modo, además, ¿esa palabra siquiera existe?. Estas personas van a ayudarte, así que deja de ver todo lo malo y concéntrate en el lado bueno, ¿hay algún lado bueno en todo esto? Eso esperaba; pero, ahora que pienso en ello, no logro ver ni una sola cosa… Ya no importa. —¿Elaine? —una mujer con cabello demasiado arreglado estaba frente a mí. —¿sí? —respondí totalmente insegura. —Tu madre y yo hemos decidido que sería bueno que ingresaras hoy mismo —¿por qué no? Es lo que necesito —. ¿Qué te parece? —voy a estar bien. Asentí y forcé una sonrisa. —Bien, solo necesitamos que firmes unos papeles —me los extendió inmediatamente. Ya los tenía listos para mi, ¿si quiera lo habló con mi madre, o ya lo habían decidido incluso antes de que pusiera un pie allí? Mi nombre se encontraba en ese papel y ella esperaba que lo firmara, ¿no quería que lo leyera? Se supone que no es necesario. No, hay que leerlo, ¿no? —¿Qué estás esperando? —sonrió de forma sospechosa. No una de esas sonrisas amables, era más bien preparada, como si se hubiese mirado al espejo para asegurarse de que era perfecta, que nadie notaría cuán falsa era. Pero, yo lo hice, lo note y por eso leí los documentos. —Los leeré primero —pude ver como intentaba no fruncir el ceño. —Claro, chica inteligente —se mordió el labio. Lo leí, cada palabra, cada oración, cada párrafo y parecía perfecto, querían ayudarme y casi… ¡Casi! Casi dejé de leerlo, hasta que descubrí algo que me asustó un poco. Si firmaba el documento, les cedía todo a ellos, todo mi tiempo. No podría irme por mi propia voluntad si lo deseaba, ellos lo decidirían. Es cierto, me iban a ayudar, pero… También vino a mi mente una cárcel, sentí que querían aprisionarme. No sé si fue intuición, instinto o un presentimiento, pero preferí seguirlo. —¿Es necesario firmarlo? —vi sus cejas levantarse. —Es lo más recomendable —sentí como si se cerniera sobre mi y seguía sentada detrás de su escritorio. —Prefiero no hacerlo, voy a ingresar por voluntad propia y espero obtener la ayuda adecuada; pero, si no obtengo resultados, prefiero marcharme sin ningún problema —dije y vi que frunció los labios. —Bien —tomó los papeles de vuelta. Mi teléfono interrumpió el momento incómodo, Jane quería asegurarse de que estaba bien, lo menos que podía hacer era explicarle todo lo que sucedía. Tuve que dejarla atrás luego de que se tomara la decisión de traerme a este lugar. —¿Estás loca? —no estaba muy de acuerdo con mi decisión, obviamente. —Necesito ayuda.  —Pero… Tú no estás loca, no creo que debas ir a tal extremo —incluso yo quería creerle. —Debo hacerlo...  —No, debes regresar, juntas podemos encontrar una solución, no estás pensando, solamente te dejaste llevar por el momento y mira lo que pasa. Es como si estuvieras en medio de toda una conspiración —se escuchaba enfadada y preocupada —, créeme, lo mejor en este momento es que des media vuelta y salgas de ese lugar, no me importa si tiene un nombre bonito o si se ve limpio, aunque brille o tengan ponis, no es para ti, especialmente si tienen ponis. ¡¿Me estás escuchando?! Por favor, ¡tienes que salir de ahí! —sus palabras empezaban a entrar en mi cabeza. —Elaine, es hora cariño —avisó mi madre —, debes entregar el teléfono, no están permitidos —extendió su mano. —¡Ves! —Su voz me devolvió a la conversación —te van a alejar del mundo, no los dejes, no dejes que te cambien, quieren tomar el control y borrar todo... —continuaba con su discurso, entonces sentí la mano de mi madre en mi hombro y cualquier confusión se disipó extrañamente. —No me van a cambiar Jane, todo va a estar bien, incluso creo que puedes visitarme, ¿cierto mamá? —mi madre asintió —, no te preocupes —la escuché suspirar en resignación —, tengo que irme, te estaré esperando —me despedí. Jane dijo algunas palabras más y se despidió a regañadientes. Pero, seguía preguntándome, ¿estaba haciendo lo correcto? Me hubiera gustado poder decir que sí; pero, solamente terminé descubriendo cuán equivocada estaba.
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