–¿Y por qué lo haces? –Pregunté. –¿Por qué si no somo tan cercano? –Él parece divertido con mis preguntas, así que su humor empieza a cambiar. –¿Recuerdas nuestra primera noche de bodas? –Al hacer esa pregunta de pronto mis mejillas se ponen tan coloradas y calientes. Fue algo que no supe que fuera a pasar. Esa noche siempre será un buen recuerdo para mí. –Nos casamos, pero antes del matrimonio, solo salimos como unas tres veces. –Yo asiento con la cabeza mientras recuerdo esos momentos, en donde fuimos a un museo, en la segunda cita fuimos al teatro y en la tercera cena a una hermosa cena en donde me pidió matrimonio. –Me sentía nervioso al entrar por la puerta de esa cabaña de lujo, que estaba adornada por flores blancas. –Aún recuerdo que el olor de la habitación era riquísimo. –Había

