CAPÍTULO 1

2280 Words
"Nunca dije que no eras atractivo, me gusta tu estilo y ... oh, no me distraigas, estoy tratando de ser paciente pero la paciencia lleva práctica, el hecho está en que no quiero dejarte, ¿está mal eso?" - - Todavía tenía muchas ganas de dormir pero la alarma de su teléfono se mantenía sonando sin parar. Como pudo logró tomar su teléfono y apagarlo de inmediato. Maldijo un rato antes de sentarse sobre su cama de manera somnolienta. Ese día tenía clases a las siete de la mañana y su universidad se encontraba hasta el otro lado de la ciudad, era un largo camino por hacer. Se colocó sus lentes y se decidió por salir de la cama. Todo fue rutinario como siempre. Juraba que debía comenzar a considerar la idea de mudarse pronto a un apartamento cerca de su escuela. Cuando ya estaba listo decidió salir a tomar su desayuno e irse, pero... — Despertaste. — Uh, sí —sonrió— ¿Qué haces tan temprano? — Cocino el desayuno. — Syn, tú nunca cocinas, por favor, no quemes la cocina. — ¡Idiota! Cuando estés enamorado vas a querer ser igual —comenzó a reír— Te dejé comida por ahí, que te vaya bien. — Gracias enana, nos vemos en la noche. — William, espera. —le tomó del brazo. Su hermana comenzaba a actuar igual: Tímida con mejillas sonrojadas, ya estaba preparado para el discurso que le iba a dar acerca del tipo ese. Debía conocerlo lo antes posible para poder patearlo. — ¿Qué necesitas? — Mmm, ¿puedes pasar por mí al trabajo? Quiero presentártelo. — ¿No lo traerás a casa? Syn negó inmediatamente con sus dos manos. — ¿Qué pasa si se asusta? Pensará que soy una intensa que quiere atarlo. — ¿No es así? — ¡Will! —le soltó un ligero golpe. — Mándame mensaje e iré por ti. William tomó su mochila junto con un paraguas antes de salir de su casa, últimamente había estado lloviendo. Todavía tenía tiempo de sobra para llegar y estaba feliz debido a que ese día solo tenía pocas clases. Caminó hasta la parada del autobús y tarareó el ritmo de una canción pegajosa que se escuchaba en sus auriculares. Nunca se había quejado se su vida, era muy feliz. Tenía amigos que lo querían y lo apoyaban en todo, también tenía una novia que amaba mucho y ya llevaba casi dos años a su lado. Estudiaba Ciencias Políticas debido a su gran sueño de algún día ser un gran ministro. En realidad su vida era bastante buena y estaba bien con ello, hasta ese punto no había nada que le molestara. — Mr. William —le llamaron. — Hey, Tom, bastardo —comenzó a reír. — ¿Irás al karaoke saliendo? — No puedo, debo llegar a casa en buenas condiciones. — ¿Por qué? — Mi hermana me pidió que fuera por ella a su trabajo. — Oh... salúdame a mi futura novia —sonrió con picardía. — No lo creo, justamente estoy yendo para ver a su futuro novio. — ¿Qué? ¿Cómo que no lo seré yo? — No seas dramático. La charla continuó hasta que llegaron a  su salón de clases y tuvieron que prestar atención a lo que su aburrido profesor decía. No paraba de hablar acerca de la importancia que el "poder" tenía en las ciencias políticas. William juraba que si alguien más mencionaba esa jodida palabra iba a matarlo pero cuando sus clases terminaron fue libre y corrió a su casa, quería descansar un poco antes de ir donde su hermana. Aún se preguntaba si ese idiota era lo demasiado bueno para traer sobre las nubes a Syn. Veamos... ¿qué aspecto tendrá? William echó a volar a su imaginación, si lo pensaba bien... a su hermana le gustaban los chicos inteligentes, probablemente el idiota usaba gafas, también le gustaban los tipos que usaban pantalones anticuados o con cero sentido de moda, probablemente el imbécil usaba pantalones acampanados. Recordaba que los gustos de su hermana nunca eran buenos, el último chico que le rompió su corazón no era digno de que ella derramara una lágrima. Vestía como mojigato que no mataba ni una mosca pero el imbécil iba engañándola con cinco, todavía le daba mucho coraje recordar aquello. Mi hermana dice que él administra la empresa... Pensaba, quizás el soso era mucho mayor que ella o... un viejo pervertido. Ahora estaba más enojado, ¿y si realmente Syn lo había querido por su dinero? No... De ninguna manera. Retomando los gustos de su hermana podía hacerse una idea: Un hombre más bajito que él, con lentes, brackets, nerd, con bajo sentido de la moda y un mojigato. — ¿No irás por tu hermana? —su madre intervino. Aquella oración lo volvió a la realidad, mierda, se había olvidado por completo de que debía ir. Miró el reloj y ya iba demasiado tarde. Pasó todo ese tiempo pensado en tonterías. Solo se colocó sus zapatos, tomó el paraguas y corrió hacia la parada del autobús, si el maldito transporte llegaba rápido él llegaría a tiempo. No tardó mucho en llegar pero sí fue lo suficientemente deficiente para hacerlo sufrir en ese lapso de tiempo. El tráfico en Bangkok siempre era terrible y por esa razón debía salir con anticipación a todos lados. El autobús se detuvo en el área de centros comerciales que llevaba a los grandes edificios empresariales. Todos iban de un lado a otro con sus trajes formales mientras William iba vestido con jeans rasgados, una camiseta a rayas y su tan querida chamarra de cuero negra. Se sentía demasiado guapo con eso encima pero fuera de lugar en un sitio como ese. No pensó más en el asunto y caminó al lugar de empleo de su hermana, no estaba lejos de ahí pero ya iba demasiado tarde. Aún su hermana no lo llamaba y eso lo calmó un poco, puede que aún no saliera de su jornada laboral. William estaba mentalmente listo para no reírse en la cara de Syn sobre el chico que le gustaba. La molestaría más tarde en su casa. Estaba frente al gran edificio con paredes de cristal y suspiró, al parecer su hermana aún no estaba sentada en el banco donde solían verse siempre. William fue hacia allá y tomó asiento. Para su mala suerte había también alguien sentado ahí, siempre pensó que sentarse a lado de un extraño era incomodísimo y volvía a confirmarlo. El chico que estaba a su lado era guapo. Tan guapo que lo hizo sentir intimidado de su belleza, ¿debería sentarse en otro lugar? Estaba seguro que a lado del hombre de traje se veía inferior, el otro al parecer ni siquiera lo había notado porque seguía escribiendo frenéticamente en su teléfono móvil mientras maldecía y regresaba a escribir aún más cosas. — ¡Maldita sea! —el hombre gritó. William quería reírse. Ese chico se veía tan gracioso mientras hablaba consigo mismo, parecía que no le importaba el mundo a su al rededor o si lo miraran mientras hacía su espectáculo al aire libre. El de cabellos oscuros tomó su portafolio y sacó una pluma, comenzó ahora a hacer anotaciones en una hoja con la misma rutina de maldecir casi todo. En ese momento William no pudo evitar echarse a reír pero ese fue el punto que hizo al contario mirarlo de una mala manera. Era una mirada aterradora que hizo a Will temblar y desviar la mirada hacia otro lado. Su hermana aún no llegaba, ya era un poco tarde. Cuando la llamó ella contestó diciendo que estaría en cinco minutos y que probablemente vería a su chico brillante merodeando por ahí. Pero William aún no veía al mojigato cerca, había visto a uno que coincidía con sus estándares planteados pero al final el chico se besaba con alguien más. ¿Quién podría ser el idiota ese? — ¡No! ¡¿No lo escuchaste?! ¡Harás lo que diga! Ese era el trato. El repentino grito lo hizo saltar de la banca. El hombre de a lado había gritado así como así. Las personas cada vez están más locas hoy en día... William no quería prestar atención pero el idiota de a lado no se callaba, era un demente, ya había maldecido a la persona del otro lado de la línea como cincuenta veces en un maldito minuto, UN maldito minuto. Si a William alguien lo maldijera de esa manera ya se habría hecho bolita y llorado en su cama. Cuando el contrario se calló volteó a mirarlo, quizás ya había muerto de coraje. Pero nada de eso, solo encontró al loco mirándolo fijamente sin decir nada a cambio. Nervioso, se sentía malditamente nervioso, ¿ese loco iba a matarlo ahí mismo? Su vida era tan cambiante, apenas esa mañana había desayunado felizmente con su novia y ahora mismo un loco que hablaba solo iba a matarlo. No dejaba de mirarle. Rayos, ¿tenía algo en la cara? ¿Tenía la pasta de dientes sobre la comisura de sus labios? Limpió discretamente su rostro pero el sin vergüenza le miró con molestia, ¿Qué rayos estaba mal? No iba a seguir en esa jodida situación así que decidió levantarse para irse. — ¿No vas a esperar a tu hermana? —le dijo. — La iba a esperar pero... —se detuvo— Tú... tú... — Me acaba de decir que esté al pendiente por si te veo, me envió una foto tuya —el idiota le mostró una foto de William con el filtro de un conejo. ¡Que humillante! — Tú eres... — Amigo de tu hermana, puede que te haya hablado de mí. No... No puede ser posible, pensaba que estaba algo mal, ¿Él? ¿Ese chico que no se miraba para nada enano, nerd, con poco sentido de la moda y mojigato? Wow, su hermana había superado sus expectativas, ahora entendía el por qué se quería aferrar tanto a él. Un chico de piel bronceada, alto, cabello bien arreglado, que a pesar de ir en un monótono traje gris Oxford de oficinista le lucía bien, quien parecía todo menos lo que había pensado que sería. — Sí —fue lo primero que Will pudo decir ante el colapso mental. — Está por llegar. William aún estaba en shock, el idiota que hablaba solo, era el idiota que le gustaba a su hermana. Al menos algo era seguro, a su hermana le gustaban tipos raritos, este parecía completamente un mandón horrible. Iba a tenerlo bien vigilado. — ¡Chicos! ¿Esperaron mucho por mí? Estoy aquí —Syn se acercó sonriente a saludarnos a ambos pero William estaba demasiado incómodo con la situación. Al parecer el contrario ni siquiera sonrió, ¿es del tipo que carece de emociones? — Hermosísima, ¿por qué tardaste tanto? —preguntó el menor de los tres— Creí que venía tarde pero estoy justo a tiempo. — Tuve que arreglar unos problemas —volvió a sonreír— También gracias por esperarme —habló hacia el de piel bronceada. — No hay problema. ¡Idiota! Háblale bonito a mi hermana. — William disculpa si no te avisé que él iba a estar aquí, no pude enviarte alguna foto de él porque no le gusta tomarse fotos y no tengo ninguna. — No te preocupes, veo que tú le enviaste una foto muy aceptable de mí. — ¡Fue la primera que encontré! — Lo entiendo —se rió nervioso. No solo el idiota ese era mandón, también era engreído, ¿Quién no se tomaba fotos hoy en día? Algo completamente absurdo. Seguido de eso Syn y el otro tipo hablaban sin parar como si William no estuviera ahí, parecía que tenían buena química y eso alegró bastante al castaño, puede que quizás su hermana ahora sí tendría suerte y hasta podría casarse con él pero no sin antes William hacerle un gran cuestionario. — ¿Vamos a comer? —sugirió Syn. — Claro, solo iré a atender una llamada —el chico alto se retiró un momento. William lo miró nuevamente. Se veía con un buen rango, varias personas lo saludaron con respeto, ¿qué tan buena persona podría ser? Si el bastardo le daba una buena y feliz vida a su hermana lo aprobaría. — Y bien... ¿qué opinas de él? —Syn volvió a actuar como una tonta enamorada que se sonrojaba cuando mencionaba la palabra "él" — Está guapo. — Ya lo sé —sonrió— ¿Y respecto a su personalidad? — No parece un mojigato —miró minuciosamente hacia donde el alto seguía hablando por teléfono— ¿No es un fuckboy? Parece uno. — ¡De ninguna manera! Él es muy tranquilo, no suele hablar con casi nadie de la oficina. — ¿Y cómo lo conociste? William se había preguntado eso desde hace mucho, si el tipo ese era cerrado socialmente, un mandón, un gritón y al parecer de horrible carácter, ¿cómo había enamorado a su hermanita? Ella era todo lo contrario. — ¿Nos vamos? —intervino el otro. — Te lo cuento en la casa —fue lo último que Syn dijo antes de tomar el brazo del contrario e ir a comer. Su hermana se miraba muy feliz y pese a todo lo que anteriormente William había pensado del chico ese podía decir que no era tan terrible como lo pensó, era amable con ella, hablaba y hablaba, cosa que no pensaría que haría, no parecía ser alguien hablador pero ahora parecía lo contrario. Ambos caminaban demasiado cerca como si de verdad fueran una pareja, su hermana iba a ganar a ese chico, no tenía duda de ello. — Comeremos comida japonesa, ¿estás bien con ello, Will? — Claro —sonrió a medias. Cuando entraron al restaurante tomaron asiento en una mesa para cuatro, claro, William se sentó frente a ellos que se sentaron juntos. Su hermana decidió ir al baño y ahí fue donde el momento incómodo vino. Con su hermana el idiota parecía muy amable y cordial pero cuando estaba solos él le dio una mirada terrible, como si quisiera matarlo. William tragó saliva, no podía morir ahí mismo. — Emmm —dudó— ¿Y cómo te llamas? ¡Claro! Buena pregunta para comenzar, no conocía su nombre, al menos debía conocer el nombre de la persona que le quitaría el cariño de su hermana. — Brice Myers. No estuvo seguro del porqué pero sintió una corriente eléctrica de su cerebelo hasta el final de su espina dorsal. ¡Terrible! Esa persona le intimidaba.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD