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Hazme pecar padre

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Blurb

Sarah, es una joven que se crió en una familia extremadamente religiosa, pero en la universidad se permitió explorar abiertamente su vida s****l. Al culminar sus estudios, es enviada como predicadora juvenil a una iglesia rural. A pesar de no estar muy convencida, acepta el desafío. Nunca imaginó que ahí encontraría al cura más atractivo y sensual que jamás había visto, el hombre que le hizo perder la cabeza y quién la arrastró a un mundo de lujuria. ⚠️ Novela con alto contenido s****l ⚠️

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Capitulo 1
Sarah era hija de pastor y seguía los pasos de su padre. Su padre era el pastor principal de una gran iglesia con dos pastores asociados y un equipo numeroso, con hermosas oficinas y equipo moderno. Después del seminario, fue asignada a una iglesia similar como pastora de jóvenes. Ahora se dirigía a su primera cita en solitario como pastora de una pequeña iglesia rural. Mientras conducía hacia la iglesia, se imaginó a la congregación esperándola y todo listo en su oficina. Al llegar a la dirección, pensó: «Debía haber un error». La vieja iglesia estaba en mal estado y no había nadie para recibirla. Caminó alrededor del edificio buscando una puerta abierta. Cuando estaba a punto de irse, un hombre se detuvo en una vieja camioneta. El hombre mayor, vestido con un overol de granjero, bajó de la camioneta y dijo: —Hola, Missy, ¿eres nuestra nueva predicadora?. Sarah se encogió, pues no la habían llamado "Missy" desde que estaba en la secundaria. —Llámame John—, dijo el hombre, y para su asombro, le dijo que era el presidente de la junta administrativa. Ella lo siguió mientras abría la puerta de la iglesia. —¿En qué me he metido?—, fue lo único que pudo pensar mientras la conducía por el santuario hacia su oficina. Al pasar por la pequeña oficina frente a la suya, dijo: —Tuvimos una secretaria hace unos veinte años. Desde allí la condujo a la casa parroquial, que estaba en peores condiciones que la casa. —Si necesitas algo, señorita, solo llámame— dijo John mientras caminaba hacia su camioneta. —Ah, por cierto, mi esposa pasará más tarde con un guiso. Sarah se sentó en su ventanal reflexionando sobre los últimos años. El seminario había sido un lugar fantástico para una mujer que disfrutaba del sexo tanto como ella. El 80% del seminario era masculino, así que podía elegir entre pollas de varios países. Le gustaba especialmente Chan, de China, porque cada vez que estaba a punto de correrse, empezaba a hablar chino muy rápido. Su hermana vino de visita un fin de semana y les ofreció un trío de sexo sin parar durante todo el fin de semana. Aunque hablaban un inglés casi perfecto, cuando ella llegó al orgasmo, también empezó a hablar chino a toda velocidad. Greg le había enseñado a tener sexo para la seminarista soltera. Era su mentor principal durante su primer semestre, así que estaban obligados a pasar mucho tiempo juntos. Greg se enojó al enterarse de que tendría que pasar tiempo con una estudiante nueva. Cuando ella lo llamó para programar su primera cita, él le dijo bruscamente que se encontrara con él en la cafetería y que no llegara tarde porque tenía cosas más importantes que hacer. Al entrar Sarah en la biblioteca, lo vio al otro extremo de la sala acariciando el trasero de una mujer que, obviamente, era su visita más importante. Sarah se alegró de haber elegido una falda corta y un suéter ajustado. Se metió en el baño y se quitó las bragas y el sostén. Sarah pensó: «Puedo darle una paliza». Estaba empezando a mojarse solo de pensar en el desafío. La otra mujer la vio venir y se quedó mirando los pezones de Sarah, que amenazaban con perforar el suéter. —Tú debes ser Greg—dijo Sarah mientras se acercaba a la silla de Greg, ignorando por completo la presencia de la mujer que estaba recibiendo el masaje en el trasero. Greg se dio la vuelta y se quedó sin palabras al ver a Sarah. Sarah era claramente la mujer más hermosa del campus. Con 1,75 m, su busto de 96 cm estaba en perfecta proporción con el resto del cuerpo, sin un gramo de grasa en ninguna parte. Sarah era una esclava de su programa de ejercicios, que había comenzado en el instituto para mantener el puesto de animadora principal. —¿Eres Sarah?— dijo Greg cuando finalmente pudo hablar después de la sorpresa de ver a esta diosa de piernas largas. —¿Tienes cita con alguien más a las 3:00?— preguntó Sarah con sarcasmo. Volviéndose hacia la otra mujer, añadió—Espero no interrumpir. Greg le presentó a Sarah a Samantha e intentó conversar un poco sobre el hecho de que ella era de su ciudad natal y estaba de visita durante el fin de semana. Samantha miró a Greg y le dijo: —Te veré en tu habitación cuando hayas terminado– y se dio la vuelta y se alejó. Sarah se sentó a propósito en una silla al otro lado de una mesita de centro para que Greg pudiera ver sus muslos de cerca. Decidió ver cuánto podía hacerle sudar. Metió la mano en su maletín y sacó los formularios que describían la relación entre el mentor y el estudiante. —Bueno, empecemos—dijo Sarah. —No querríamos hacer esperar a Samantha, ¿verdad?— Colocó los formularios sobre la mesa y aprovechó para moverse, lo que le acomodó un poco la minifalda. Tenía a Greg justo donde quería. Durante la siguiente hora, su voz sonó muy seria, pero Greg no pudo evitar notar lo firmes que estaban sus pezones y cómo seguía retorciéndose en su asiento. Al final de la hora, Greg sugirió que su próxima reunión fuera en su habitación, donde podrían tener más privacidad. Ella fingió sorpresa ante la sugerencia y preguntó si las reglas del seminario permitían a las alumnas estar en las habitaciones de los alumnos. La tienda de campaña en sus pantalones era bastante obvia y Sarah decidió abrir las piernas, creando un poco más de incomodidad para su mentor. Sosteniendo sus papeles en su regazo, Greg intentó cambiar de posición su pene, que ciertamente estaba completamente erecto en ese momento, mientras miraba el vello púbico rubio, confirmando que Sarah era rubia natural. Sarah estaba tan excitada que sabía que tenía que terminar esta sesión antes de explotar. Sarah casi corrió de vuelta a su dormitorio, donde se dejó caer en la cama y de inmediato se llenó el coño empapado con los dedos. Tras su primer orgasmo, metió la mano en el cajón de la cómoda, sacó su fiel consolador y lo colocó en su sitio fingiendo ser Greg. Se rió a carcajadas al pensar en la follada que debía estar recibiendo Samantha mientras Greg fingía que le metía la polla por el vello rubio. Sarah empezó a imaginar cómo sería estar con Greg y Samantha. Samantha no era tan alta como Sarah ni estaba tan bien dotada, pero su cuerpo le interesaba porque le recordaba a Rebecca, quien había estado en su equipo de animadoras en la universidad. Siempre que tenían un partido fuera de la ciudad, Rebecca y Sarah compartían habitación, abrazadas, en una cama individual la mayor parte de la noche. La única razón por la que usaban la otra cama era cuando dos jugadores de fútbol americano se las estaban dando de mil demonios. Las otras chicas del equipo pensaban que eran estiradas y simplemente no les gustaba ir al cine ni a otras actividades. Siete días le parecieron una eternidad hasta su próxima cita con Greg. Lo veía de vez en cuando en el campus, pero se lo tomaba con mucha calma, simplemente saludándolo al pasar. Al vestirse para la cita, eligió la ropa más discreta de su armario. Optó por unos pantalones de lana gruesa y un suéter ancho que le marcaba el pecho y la cintura delgada. Sin embargo, debajo llevaba unos shorts de ciclismo ajustados y un sujetador deportivo. Greg iba a morirse de la risa esa noche, pero ella decidió hacerle sudar un poco más. Al llegar a su apartamento, la recibió con shorts y una camiseta sin mangas que le marcaba cada músculo. Su apartamento también era muy cálido, lo cual le vino de maravilla. Le ofreció una copa de vino o cerveza, pero ella se negó diciendo que solo tomaría agua, ya que tenían mucho trabajo. Abriendo su maletín y sacando los formularios, Sarah dijo: «Manos a la obra». Durante los siguientes quince minutos, Sarah evitó mirar a Greg como si fuera pura empresa, y se rió para sí misma al verlo mirar el suéter e imaginar los pechos que ocultaba. —¿Siempre hace tanto calor en tu apartamento?— preguntó Sarah mientras se recostaba en el sofá y se secaba la frente. —Sí —respondió Greg—, por eso estoy vestido así. Perdona que no te avisara. —Está bien—dijo Sarah.—¿Te importa si me quito el suéter y los pantalones? Llevo puesta la ropa deportiva debajo. —Para nada—, respondió Greg con entusiasmo. Ella sonrió, segura de que Greg estaría encantado de ayudarla. Le dio la espalda para que le viera el trasero mientras se agachaba para quitarse los pantalones. Tardó el doble de tiempo del necesario, solo para causar sensación. Estaba de pie con las piernas ligeramente abiertas y sabía que Greg podía ver la forma de su coño en los pantalones cortos ajustados. Se levantó y lo encaró mientras se quitaba el suéter por la cabeza. A él casi se le salieron los ojos de las órbitas al ver lo que el sujetador deportivo le abrochaba. Al mirar sus pantalones cortos, pudo ver fácilmente el efecto que estaba teniendo su actuación y notó que se le formaba una mancha húmeda. —Eso se siente mucho mejor—, dijo ella mientras se estiraba como si estuviera entumecida por estar sentada. —Quizás me tome esa copa de vino—dijo. Greg se apresuró a ir a la barra y regresó con dos copas. Mientras ella tomaba la copa de vino, lo miró directamente a los ojos y dijo: —Entonces, ¿cuánto tiempo te acostaste con Samantha la semana pasada?—. Él empezó a negar que fueran más que amigos y Sarah siguió mirándolo y preguntó: —¿Cuánto tiempo?. —Como dos horas —dijo y luego dijo —¿por qué preguntas? —Solo quería saber cuánto tiempo me quedaría aquí hoy— dijo mientras vaciaba su copa de vino, se la entregaba y se quitaba el sujetador deportivo. Greg se quedó paralizado de asombro mientras ella se quitaba los pantalones cortos. —¿Vienes o te vas a quedar ahí parado?, dijo mientras se dirigía a la cama.

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