Hazme pecar padre

Capitulo 3

Sarah ansiaba conocer a Frank y Margaret más íntimamente, y si había interpretado bien las vibraciones, no sería muy difícil. Varias veces a lo largo del día, en la piscina y durante la cena, habían logrado tocarla con despreocupación, indicando que querían conocerla mejor. Una vez, estando en el mismo lado de la piscina que Margaret, Frank nadó bajo el agua y, al subir a su lado, la mano de Frank subió por su muslo y rozó su v****a.

Al salir a la superficie, dijo:

—Disculpa, pensé que eras Margaret—. Mientras ayudaba a Margaret a limpiar la cocina, Margaret se acercó varias veces, dejando que su brazo se beneficiara de una rápida caricia en los pechos de Sarah. Sí, iba a conocer a esta pareja de forma muy íntima.

Después de que Sarah se fue, Frank se colocó detrás de Margaret, que estaba guardando los platos y metió la mano debajo de su falda, subiendo por su muslo, moviéndose debajo de su tanga y agarrando su coño.

—Al menos esta vez tienes a la persona correcta en tus manos.

—¿Qué te hace pensar que me equivoqué la primera vez?- dijo metiendo un dedo dentro de su coño.

—¿Crees que el predicador puede darte un mejor polvo que yo?—dijo mientras se giraba y metía la mano dentro de sus pantalones y agarraba su polla que ya estaba empezando a ponerse firme.

—¿Quién quiere compartir su juguete con el predicador?—, respondió. —Tenemos que invitarla pronto.

Margaret sonrió y dijo: —¡Espero que haya bendecido mi juguete!

Pensar en Sarah los excitaba a ambos, así que decidieron refrescarse en la piscina. Desnudándose, se zambulleron desnudos y nadaron hasta la parte menos profunda. La levantó y la llevó a una tumbona. Frank dijo: «Supongo que tendremos que follar esta noche». Pero en sus mentes, el hermoso cuerpo de Sarah se entrelazaba con el de ellos.

De vuelta en la casa parroquial, Sarah estaba demasiado ocupada para dormir. Decidió ir a la oficina y empezar a revisar los registros de la iglesia para averiguar quiénes eran las figuras clave. Esperaba que hubiera mejores candidatos que John, el presidente de la junta administrativa, y su esposa, la cocinera de guisos. Al abrir el cajón superior, encontró justo lo que buscaba. El pastor anterior tenía una carpeta llena de recortes sobre sucesos importantes en la vida de los miembros de la iglesia. Justo encima, había una foto de Frank recibiendo una llave grande de su padre en una ceremonia de entrega del negocio. Margaret y la madre de Frank también aparecían en la foto. Los padres de Frank eran personas muy atractivas que no parecían lo suficientemente mayores como para jubilarse. La siguiente foto era del padre de Frank con su nuevo barco, que compró para que disfrutaran al jubilarse. Era un Chris Craft de 60 pies, igual al que tenía una feligresa de la iglesia de su padre. ¡Esto sí que tiene posibilidades!

La primera vez que Sarah fue invitada a una excursión de un día con Herman y su esposa, Eleanor estaba con sus padres. Hicieron un tranquilo crucero por la bahía, fondearon para almorzar y luego regresaron al muelle. A Eleanor nunca le gustó el barco y solo hacía viajes cortos cuando era necesario para entretener. Herman quería salir dos o tres días seguidos, pero a Eleanor le preocupaba que estuviera solo en el agua. Su padre sugirió que, como el yate tenía dormitorios separados y Sarah no trabajaba ese verano, podría ir con él por seguridad y aprender a pilotar el barco. A todos les pareció una idea maravillosa.

Cargaron suficientes provisiones para una semana y se fueron en lo que se convertiría en el mayor despertar s****l de la vida de Herman. Aunque solo tenía 60 años, él y Eleanor no habían tenido una vida s****l activa durante más de 10 años. Los padres de Eleanor y Sarah fueron al muelle a despedirlos. Sarah llevaba un pareo blanco sobre su bikini. Llevaba gafas de sol de espejo para poder observar lo que Herman miraba sin que él se diera cuenta. Estaba en la proa enrollando las cuerdas mientras Herman se abría paso fuera del amarre y hacia mar abierto. Cuando regresaba por el costado, un chorro de agua alcanzó la parte superior de su pareo, convirtiéndolo en una parte superior transparente que se adhería a su pecho y revelando la mancha de la parte superior del bikini que mantenía sus pechos en su lugar. Sonrió al ver los ojos de Herman salirse de sus órbitas mientras tomaba asiento a su lado en los controles. Al sentarse, el pareo se subió mostrando sus muslos, lo cual no pasó desapercibido para Herman. Herman sintió una sensación en la ingle que no había experimentado en varios años.

Herman le había dado a Sarah instrucciones sobre cómo pilotar el yate el día que estaban con sus padres, así que ella dijo: —¿Puedo conducir?

—Claro— dijo, contento de poder vigilarla en lugar de preocuparse por el rumbo del barco. Ella aprendía rápido y enseguida lo tuvo todo bajo control, así que bajó y les preparó un sándwich. Una vez al otro lado de la isla, fuera de la vista de la ciudad, echó el ancla y sugirió que se dieran un baño. Bajó y regresó en bañador, que apenas disimulaba el creciente bulto. Al volver a bordo, ella se tumbó en una tumbona a tomar el sol.

—Herman, ¿podrías ponerme un poco de protector solar en la espalda?—dijo mientras estiraba la mano y desataba la parte superior de su bikini.

—Claro— dijo con la voz temblorosa. Hacía mucho tiempo que no veía tanta piel femenina de cerca. Empezó a aplicar el protector solar con mucha delicadeza.

—Adelante, frótalo—dijo Sarah,—y asegúrate de cubrir los lados— Cubrir el lado del cuerpo de Sarah significaba cubrir los lados de sus pechos. Al hacerlo, ella se movía un poco, haciendo que su mano casi le tocara el pezón. Herman sudaba bastante y su respiración se volvía un poco irregular. Esperaba que Sarah no se girara y viera el bulto en su bañador.

Mientras él le colocaba de nuevo la gorra al protector solar, ella dijo: —¿Podrías lavarme las piernas también?

—Claro—dijo, y bajó hasta sus tobillos. Pasó mucho tiempo debajo de sus rodillas intentando animarse a tocar sus muslos. Al acercarse a la parte superior de sus muslos, ella abrió las piernas de repente, se agachó y desató los tirantes que sujetaban la parte inferior del bikini.

—Odio tener un bronceado desigual— dijo. Mientras él le aplicaba protector solar en las nalgas, ella extendió la mano y la guió para asegurarse de que entrara en su entrepierna.

—Usa ambas manos para frotarlo—dijo ella y él dejó el protector solar y comenzó a frotarle el trasero con ambas manos mientras ella levantaba su trasero contra él y se daba la vuelta para mirarlo, dejándolo mirando directamente hacia su coño cubierto con ese cabello rubio.

—Puedo encargarme de este problema— dijo ella, frotándole el bulto en los pantalones. Herman no sabía qué hacer. Al fin y al cabo, estaba con la hija del predicador y ninguna mujer, aparte de Eleanor, lo había tocado ahí. Como estaba de rodillas, a Sarah le resultó fácil agarrar la cinturilla y bajarle el bañador.

—¡Guau!— exclamó al sentir una polla de 23 centímetros en la barbilla.—¿Disfrutará Eleanor tanto como yo?

—Eleanor no ha tocado eso en años— dijo Herman, mientras pensaba en lo horrorizada que estaría al pensar en mirarle la polla a la luz del día. Siempre insistía en que la habitación estuviera a oscuras y solo tenía sexo en la postura del misionero. Cuando Sarah empezó a lamerle la polla, se asombró de que las mujeres realmente hicieran esas cosas que solo había visto en revistas.

—Siéntate aquí en esta tumbona—dijo Sarah, y déjame presentarte el sexo oral. Tomó el glande en su boca, haciendo círculos con la lengua, y Herman pensó que se volvería loco. Nunca le había pasado algo así. Luego lo lamió varias veces, recorriéndolo por completo, sin dejar ninguna superficie sin tocar. Después, empezó a lamerle los testículos mientras lo masturbaba con la mano. Mientras lo chupaba, se dio cuenta de que estaba excitado. Le rodeó los hombros con el brazo izquierdo y empezó a bombearlo con la mano derecha. Sus pechos chocaban contra su costado. De repente, un chorro de semen se disparó por la cubierta. Su cuerpo se relajó al dejar atrás años de acumulación.