Capítulo 4
El pulso hizo que la sangre me corriera a toda velocidad por el cuerpo.
¿Besar a Alec Grayson?
Jamás.
Evité el contacto visual con todo el mundo, especialmente con Alec.
«Van a tener que pillarnos con las manos en la masa, porque ni de broma voy a besar a este capullo».
Lo miré disimuladamente de reojo.
Ya se había medio girado hacia mí, y parecía como si estuviera intentando ocultar un tic nervioso.
«¿Te pasa algo en el ojo, Alec? ¿Un súbito espasmo muscular?».
―Claro ―accedió al fin con una gran sonrisa―. ¿Por qué no?
El corazón me martilleó con fuerza contra el corpiño del vestido. Había firmado el acuerdo y ya casi tenía el dinero.
»Hazlo, Gab. Y deprisa, antes de que sospechen todavía más».
Tragué saliva y me giré hacia él.
Me puso una mano robusta en la parte
