Capítulo 3
Las mariposas me cosquillearon en el estómago cuando me estudié en el espejo. Todo era tan caro. Iba vestida con un vestido color vino que complementaba el tono tostado de mi piel y acentuaba mis curvas, especialmente los pechos y la generosidad de las nalgas. Un lápiz de ojos de color bronce me destacaba los ojos, haciéndolos más llamativos de lo habitual, e iba a juego con el pintalabios rojizo que llevaba en los labios carnosos.
Alec también me había comprado un collar y unos pendientes deslumbrantes, algo que probablemente costaba el doble que nuestro alquiler, pero no podía quejarme. Eran preciosos.
«Todo esto es de mentira. No te acostumbre a ello, idiota».
Guardé todas las cajas de cartón blanco en el fondo del armario para poder devolverlo todo cuando se acabase aque
