Se mi esposa

1933 Words
Con su respiración golpeando mis mejillas, siento el calor del cuerpo de Jacob invadirme, sus ojos café que siempre fueron aterradores, están a escasos centímetros de los míos. *Dos años atrás* Mirando las fotos que tenía en mi departamento, voy rompiéndolas a la mitad. No deseaba nada que me recordara a Dereck, pero con cada fotografía que rasgaba, sentía que le hacía lo mismo a mi destrozado corazón. Duele, duele tanto saber que nunca me amó, pero más dolía la humillación pública. — ¿Por qué Dereck? ¿Por qué tuviste que hacerme esto? Recargando mi peso en la fría pared, me dejé resbalar hasta caer al suelo. Llevando mis manos a mi rostro sollocé y lloré tanto hasta que la cabeza me doliera. ¿Alguien podría decirme cómo me recupero de esto? Por favor… Él era el amor de mi vida, pero al parecer yo no fui el suyo. … Dos semanas pasaron desde que me convertí en la famosa novia abandonada de las redes. Mi orgullo estaba por los suelos, y no conforme con ello la empresa en la que trabajo esta en quiebra. — ¡Todo esto es tu culpa! —gritó mi padre, golpeando su escritorio—. Te enredaste con un vil ladrón y mira como estamos ahora. A mis veintiún años estaba viviendo lo que yo creía mi peor momento, sin imaginar lo que él futuro me deparaba. Nuestros socios se iban y ya no confiaban en "Lazzari" empresa que producía fragancias únicamente femeninas. — Estamos en la ruina, y ese estúpido está ahora gastandose todos los millones con la mujer que te lo robó. — Padre… —me sentía tan mal, nadie iba sacarme de este agujero n***o. — En lugar de estar llorando, busca alguna manera de salir de esto ¡Tienes a tu cargo una de las gerencias! ¡Llorar no te va a devolver al imbécil que nos dejó en bancarrota! Por muy duras que sean sus palabras, él tenía razón. Saldría de esto, estaba segura. Mañana saldría a la calle y la gente ya no me miraría con burla y risas. El mundo daba vueltas y algún día haría que él se hincara de rodillas y llorara con sangre, pagaría cada lágrima que me hizo derramar. Lamentablemente, el mundo parecía estar en mi contra. A las pocas semanas me llegó una foto de Dereck contrayendo matrimonio con la mujer que huyó. En ese instante quise morirme, apoyada en la ventana de mi departamento, miraba lo gris que se había vuelto mi vida. — A nadie le importo ¡A nadie en este jodido mundo le importo! —grité enterrando mis uñas en las barras de metal de la ventana. El dolor al presionar era fuerte, pero no más que mi alma muerta. Entonces, como si Dios se hubiera apiadado de mí, ella tocó mi puerta. Con el cabello desaliñado y mi ropa hecha un desastre, recibí a quien consideraba mi hermana. — ¡Betsy! —Nos abrazamos, ella soltó sus maletas y me acurrucó en su pecho. La necesitaba más que nunca en este momento. — Perdona por no haber estado antes, pero ya estoy aquí —me habló suave—. Ya lo sé todo, llora amiga, llora todo lo que quieras, aquí estoy para ti. Betsy y yo nos conocíamos desde la universidad, pero no fue hasta los últimos ciclos que nos convertimos en mejores amigas. Ella me consoló hasta desahogar todo mi dolor, y que producto de ello me quedara dormida. Me cuidó y veló por mi sueño. Betsy conocía lo vulnerable que soy. Ella era como la hermana que nunca tuve y la madre que perdí. Cabe resaltar que prácticamente crecí sin una figura adulta. Mi padre nunca mostró un verdadero afecto por mi. Solo intervenía cuando se trataba de dinero y esto le daba un beneficio a la empresa, de lo contrario, yo simplemente no existía. Al amanecer, me di con la sorpresa de encontrar mi departamento limpio y el desayuno recién hecho. Encontré una nota junto a la comida, así que, la leí con la dedicatoria de Betsy. " Puede que ahora todo lo veas en tonos grises, pero tu eres un hermoso arcoíris, ya veras que pronto saldrá el sol" Conmovida por el mensaje de Betsy, comí y me duché. Tengo que ser fuerte, el mundo no se acababa. Era ahora o nunca. El momento de cambiar de página. Seguir adelante y no dejar que algo que no significó nada para él, me siga consumiendo la vida. Así que, tengo dos opciones, tirarme al abandono y dejar que una mala experiencia me lleve al demonio, o tratar de sonreirle a la vida, aunque me sienta una mierda por dentro. Lo segundo sonaba mejor. Busqué en mi armario un cambio de ropa, un vestido n***o con cinturon blanco que se ceñía a mi figura juvenil, cepillé mis cabellos y usé algo de maquillaje para ocultar las ojeras. — Casi me veo presentable —musité dejando escapar un largo aliento de mi boca—. Lo hiciste Dereck, lo lograste, ya ni el espejo me hace sentir bonita. … Tratando de mostrar mi mejor cara, me presenté al trabajo. El que sería mi día de recuperación, resultó en un rotundo fracaso. Los empleados solo llegaron a mi oficina a presentar sus cartas de renuncia, incluso mi secretaria me abandonó. Me sentía derrotada y miserable. De pronto, alguien llamó, con mi voz quebrada dije empujaran la puerta, pensando que se trataba de otro empleado, pero no. Era mi padre con una sonrisa en los labios ¿A qué le sonreía? Si nos estamos desmoronando. — Padre —me levanté para recibirlo. — ¿Qué pasó con tu área? Acabo de ver a una fila saliendo de tu oficina. — Renunciaron, eso pasó —dije con la voz en un hilo. — Tenía mis esperanzas puestas en ti —negó con la cabeza, se veía decepcionado—. No sé cómo pude confiarte un cargo, si ni de ex prometido tenías el control. — Padre…—dije con voz temblorosa. — No estoy para tu llanto —levantó la mano fastidiado. Cuanto daría por un abrazo, saber que yo era más importante que su dinero, pero no ¿Qué lugar ocupaba yo en su corazón? Seguro que ni mi nombre estaba escrito ahí. — Felicidades Lia, eres un fracaso —me dije en la mente. Sin dinero, sin amor, traicionada, humillada. Ya nada podía ser peor. — Escucha, ahora vas a poner tu mejor maldita cara y no importa lo que diga tu solo vas a decir que sí ¿Lo entiendes? Sin darle una respuesta, él asumió que yo había aceptado. Parándose en la puerta, mi padre invitó a alguien entrar. Yo no tenía ánimos de nada, sin embargo, traté de al menos ocultar mi tristeza. — Adelante señor Jureck. ¿Jureck? Ese apellido lo recordaba de algún lugar. — Solo dígame Jacob, señor Lazzari. Con su notable sonrisa, el hombre que casi atropello en aquella noche de desesperación, entraba por la puerta de mi oficina. — ¡Jureck! —lo señalé— ¿Q-qué hace usted aquí? — La señorita de mirada triste. Mire qué pequeño es el mundo —contestó— ¿Trabajas aqui? — Es mi hija —intervino mi padre— Lia Lazzari. Algo ocurrió cuando mi padre me presentó. Un brillo extraño, como una chispa del infierno y la sonrisa de Jacob se desvaneció. — Así que es su hija —él se esforzó por volver a mostrar su sonrisa, extendiendo su mano para estrechar la mía— Jacob Jureck, para servirle señorita Lazzari —dijo. — Un gusto —respondí aceptando su mano, la que de inmediato apretó, para darme un beso en los nudillos. La sensación que me recorrió fue como una corriente eléctrica. Con sus labios pegados en mi mano, no me apartó esa mirada café oscura. Era como si me estudiara con los ojos. — El gusto es todo mio, hermosa dama —lo escuché decir con una voz profunda y varonil. Ese, el día que se presentó en mi oficina, no tenía idea de que quien besaba mi mano, era el mismísimo demonio. De haber sabido lo que pasaría después nunca le hubiera aceptado esa invitación. Jacob Jureck, era un famoso multimillonario que venía de Francia tras haber hecho una gigante fortuna, él estaba interesado en invertir en nuestra empresa a pesar de la quiebra en la que estamos, él apostaba por nosotros. —¿Está seguro de esto señor? Nuestra posición en este momento no es la mejor en el mercado —le advertí, recibiendo la mirada asesina de mi padre. — Estoy al tanto de lo que está pasando en esta empresa, señorita, pero bien dicen que el que no arriesga no gana. — Es usted un hombre muy sabio, Jacob a pesar de ser joven tiene toda la experiencia que un hombre en años se tardaría en lograr. Si fuera su padre estaría lleno de orgullo. — He trabajado desde jovencito ,señor Lazzari, en mi esfuerzo está la perseverancia. — Bueno si ustedes quieren seguir platicando, háganlo. Creo que mi presencia está de más aquí —me sentí algo incómoda. — De hecho, pensaba que tú podías hablar con Jacob,hija él ha regresado a su país natal después de 21 largos años. —¿Tanto? —pregunté sorprendida—.Pero se ve muy joven. —Tengo 30 años,señorita —me confirmó su edad. — Oh perdone, no quise ofenderlo, pero en todo caso no preferiría a alguien con más experiencia, para que le hable sobre el lugar. — Me encantaría hablar con usted, de hecho la última vez que hablamos ni siquiera nos terminamos de presentar. — ¿Ya se conocían? —preguntó mi padre Con tal de evitar el dar mayor explicación a mi padre, acepté salir con Jacob. — Perfecto, nos vemos en el mismo lugar que no vimos la última vez —sin dar mayor explicación él dio media vuelta y se marchó. Sin poder entender como había sucedido todo esto me llevé las manos en la cabeza, arrepintiéndome por haber aceptado salir con alguien después de mi desastroso casi matrimonio. —Padre, creo que lo llamaré para rechazar la salida, no puedo hacer esto, no me siento lista. —A ver Lia, vas a salir con Jureck, quieras o no él es nuestra única salida para que salgamos de esta ruina que tú nos llevaste. Así que lo que te pida vas a aceptarlo, de lo contrario podrás decirle adiós a tu trabajo, adiós a tu departamento. A todo. — ¿A qué te refieres con todo, padre? — Sabes de lo que hablo, no esperes que te solucione todo. … Llegado el día de la cita, fui a verlo. Sin imaginar lo que me pediría. Apenas nos encontramos, se levantó mostrando toda su caballerosidad, besando mi mano y jalando mi silla para que pudiera sentarme. Hasta ahí todo iba en completa normalidad, pero fue cuando abrió la boca, que casi me desmayo de la impresión. — ¡¿Qué?! —grité escandalizada. — Soy un hombre al que le gusta ir directo al grano. Así que mi propuesta es la que oíste. Necesito una esposa, tú buen apellido y estatus me ayudaran. Acepta casarte conmigo e invertiré en tu empresa. *Actualidad* —¡Maldito idiota, suéltame! —le grité a Jacob moviendo bruscamente mis brazos. Sin embargo, no supe qué le pasó por la cabeza, que empujándome bruscamente contra la pared, se apoderó de mi boca en un beso posesivo.
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