Empujo a mi hermano hacia la puerta como si fuera un niño pequeño que se rehúsa a disculparse y siento el nerviosismo de su cuerpo. — Todo va a estar bien… solo debes disculparte y decirle la verdad. — Intenté disculparme, pero solo me ignoró— murmura con una sonrisa triste. — ¿recuerdas esa vez que rompimos el vidrio de la sala jugando a los espías? —pregunto recordando nuestra infancia. Cuando éramos pequeños, el tío Alex nos regaló un set de espías. Tenía muchísimas cosas interesantes, como por ejemplo la pluma que escribía con tinta invisible y los binoculares con detector de calor. Pero lo que más odió mamá de ese set fue: la pistola que lanzaba pequeños misiles plásticos. Eran del perfecto tamaño de una canica, y nos quedamos sin misiles… así que decimos probar el a

