cap 1

1656 Words
Abro mis ojos frente a un gran ventanal cubierto con un cortinado color champagne y destellos dorados. Mi cama con dosel me hace sentir una princesa de cuento de hadas. Pero, ¿a quién quiero engañar? Todos saben que soy la dorada princesa hada. Aunque ya tengo 18 años, continúo llamándome así en secreto. Es la mejor manera de mantener mi autoestima en alto. Me siento en la cama, estiro mis brazos, toco las puntas de mis pies y me estiro como un gato. «Mantengámonos altas hoy Princesa dorada» me digo a mi misma antes de escuchar el golpe en la puerta. —     Luce, se me va a hacer tarde maldita sea— grita mi hermano al otro lado de la puerta mientras golpea como un demonio. —     Ya voy, lo siento…— contesto con la voz más tierna de mi repertorio. Es tan fácil manipular a mi hermano. Pero no crean que hago algo malo. Estoy haciéndolo para conseguir pequeños beneficios. No es como si lo usara por caprichos sin sentido, por lo menos no demasiado.  —     Está bien, pero no tardes…— dice seguido de un sonoro suspiro y dos golpes en la puerta, creo que fue su frente. Entonces escucho los pasos alejándose por el pasillo.  Me levanto con toda la pereza del mundo, elijo el mejor outfit para el primer día de clases en la universidad, y termino de vestirme. Me pongo una falda blanca con unas cuantas tablas, y una blusa manga larga que es apenas rosada. Combina perfecto con el destello dorado de mi piel y mi cabello. Voy a usar la nueva cartera de cuero ecológico rosa que me regaló el tío Alex por mis 18 años, y me siento perfecta. Un poco nerviosa, pero perfecta. Siempre debo verme de esta forma. Mantener mi frente en alto me salvó la vida cuando tuve que enfrentarme a todos esos mocositos que se creían mejor que una solo porque tenían ambos padres biológicos juntos.  Mi padre era un idiota. Era un abusivo a quien nunca le importamos mi madre y yo, salir de su casa y dejar que mi papá y Fran entraran a nuestras vidas, fue la mejor decisión que mi madre pudo haber tomado. Y le agradezco por eso.  Anoche, tuve ese sueño otra vez. Cada vez que sueño con Michael, todo sale bien. Supongo que se convirtió en mi amuleto de la buena suerte. Cuando me enteré que no iba a continuar la educación secundaria con nosotros, lloré por semanas. Me había enamorado del chico que se sentaba en la última fila, que siempre tenía su nariz enterrada en un libro, y que nunca me miraba. Logré llamar la atención de todas las personas a mi alrededor. ME convertí en la porrista estrella. Siempre fui buena alumna, siempre intenté socializar con todo el mundo, pero a pesar de que en serio intenté que volteara a verme, nunca lo hizo. Ni una vez. Salvo el último día que lo vi. Observo mi máscara de pestañas en el espejo, me pongo un poco de labial y toco mis labios. Quería saber lo que se sentía al ser besada por alguien a quien amas. Pero como siempre lo amé a él, al final acabé la secundaria sin saberlo. Todavía recuerdo la última vez que lo vi. Estábamos en la ceremonia de graduación del nivel primario. Tenía doce años. Mamá, papá y mis tres hermanos habían ido a sacarme fotos y comportarse como lunáticos. Pero no le ganan nunca en eso al tio Alex y la tía Carolyn que llevaron sus cámara de profesional para avergonzarme. Yo estaba muriendo de vergüenza mientras me sacaban fotografías y sostenía mi ramo de flores, cuando al final del pasillo vi a Michael de pie, solo. Entonces entendí que no todos tenían la misma suerte que yo. Él me observó en silencio por unos cuantos minutos, y sentí que mi rostro se ruborizaba de la vergüenza. Entonces, agachó el rostro y se perdió en el pasillo. Justo como había hecho la primera vez que noté que existía. Pero esta vez, estaba mucho más alto y sus hombros no eran tan pequeños. Intenté perseguirlo, pero nunca logré alcanzarlo. Y así, acabó mi vida en la primaria, y comenzaba una nueva etapa. Pasé todo el verano pensando en qué iba a decirle cuando lo vea en el nuevo año. Pero cuando iniciamos las clases, lo busqué a más no poder. Y aun así no lo encontré en ningún lado. Al final, pregunté en las oficinas del director, y habían decidido cambiarlo a una institución un poco más avanzada. Quizás por eso me observaba ese día. Quizás estaba intentando despedirse a su manera y no supe notarlo. Mis esperanzas de volverlo a ver, nunca menguaron a pesar de eso. Muy en lo profundo de mi corazón, siento que si me esfuerzo al máximo, algún día nuestros caminos se van a cruzar. Tal vez en un nuevo trabajo luego de recibirme, tal vez en un parque al que vaya con mis primos y hermanos. Tal vez ya no es el mismo niño taciturno que conocí y ahora lo encuentre en alguna fiesta o bar. Todo podría pasar. Pero de lo que estoy segura, es de que lo reconocería en donde fuera. Tengo grabado en mi mente a fuego el destello de sus ojos negros. La perfecta ondulación de sus rizos casi negros, lo afilado de su nariz y la arruga que se dibuja en la comisura de su boca cuando sonríe sin ganas. Me observo una vez más asegurándome de que todo está en el lugar perfecto. Echo mi cartera en mi hombro, y salgo por la puerta con la cabeza en alto. Hoy va a ser el mejor día de mi vida. Lo presiento. —     ¿Lista? —pregunta mi fastidioso hermano sosteniéndome la puerta del garage abierta. —     Estoy más que lista, pero te voy a pedir que por favor no espantes a la gente, porque en serio necesito amigos Fran, por favor te pido. Te lo estoy suplicando, así con mis manos en posición de rezo. Oh San Francisco, ten misericordia de mi vida social esta vez— digo teatralizando nuestra salida. —     No prometo nada, si un idiota se te acerca tendré que hacer algo. —     Oh San Francisco, que nadie se entere que eres mi hermano— digo cerrando los ojos con fuerza. —     Deja de comportarte como una idiota. ¿Esto lo aprendiste de la tía Carolyn, ¿no es así? —     ¿Funciona? —     … —     Funciona. Genial, debo copiarle otras cosillas entonces— murmuro jugando con mis dedos. —     Lo único que te voy a decir es esto: si quieres amigos, puedes acercarte a otras chicas. Los hombres solo quieren una cosa y lo sabes… —     Sí, pero las chicas suelen ser malvadas a veces. Los hombres siempre intentan meterse en mi falda y por eso siempre me tratan amablemente. —     ¡¡No aceptes ese tipo de amabilidad Luce!! —grita exasperado. —     Pero es verdad, llevan mis libros, me hacen lugar en la cafetería e incluso me ayudan con mis tareas. ¿Quién será mi presa este año? —     Por eso tienes mala reputación… —     Mi reputación ni me importa. Y no. No me importa. Las chicas comenzaron a circular rumores acerca de mi vida s****l. Pero es porque están celosas de mi. Soy bonita, inteligente, mis padres son adinerados, no es que me aproveche de eso, pero trae ventajas. Y… soy una genio cuando se trata de manipular hombres. Les sonríes un poco, les hablas un poco más amable que al resto y ya se creen especiales. Y un hombre que se cree especial, trae varias ventajas. Sin mencionar las que nombré anteriormente, una de ellas es la prioridad y la facilidad de conseguir lo que quieres. Entiendo que las chicas me odien, pero si estuvieran en mi lugar, y tuvieran el don de la manipulación como yo lo hago, harían exactamente lo mismo que yo. Estoy cien por ciento segura de ello. Así que, mi reputación no está en una buena posición. Al parecer, soy fácil. Me acuesto con cualquiera por favores, golpeo mujeres, fumo, me drogo y tengo unos cuantos tatuajes y piercings en lugares prohibidos. Al parecer, mi rostro de ángel me ayuda a camuflar mi verdadera personalidad, pero no soy más que una devora hombres. —     Debería importarte, papá va a ser nuestro profesor. No lo hagas quedar mal… Papá. Papá es el hombre más importante en mi vida, no podría arrastrar su nombre por el suelo. —     Voy a tener que controlarme estos años entonces. Pero si me buscan me encuentran— advierto. No soy de las que disfruta de pelear, pero mi tía no me enseñó a defenderme por nada. Y amo sentirme poderosa cuando creen que pueden conmigo solo porque mi sonrisa se ve amable. La mirada de sorpresa en sus ojos cuando notan que a pesar de verme delicada y frágil, puedo enviarlos por los aires con facilidad… ufff. Me prende. —     Contrólate, no puedo estar siempre para ayudarte. —     Pero vas a estar siempre para ayudarme… —digo sonriendo con suficiencia. ¿A quién quiere engañar con ese acto de hermano recto? Espero que no a mi, porque sería una completa falta de respeto. N/A Hola a todos. Este es el primer capitulo.  Escribo acá porque en la nota de autor no me alcanzaría el espacio.  Quiero agradecer a todos los que vienen de leer otra de mis historias, y a los que no las leyeron, no es necesario pero van a haber muchas referencias y nombres que sería mejor que conozcan.  Espero que les guste y que le den la oportunidad a Luce y Michael de entrar en sus bibliotecas. Es muy importante para mi, este es mi trabajo y en serio agradezco que aprecien la lectura y mis pobres habilidades de escritora.  Ahora sí, espero que lo disfruten. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD