Mikhail Cerré la puerta de mi departamento con tanta fuerza que las paredes vibraron, me quedé apoyado contra ella, con el pecho agitado, como si hubiera cometido el error más grande de mi vida. —Idiota… — murmuré apretando los dientes. ¿Qué demonios había dicho? ¿Cómo había podido soltarlo, así, sin más, sin pensar? «No puedo olvidarte.» Esas palabras no estaban destinadas a salir de mi boca jamás, eran parte de ese rincón oscuro que siempre trataba de mantener bajo control, donde guardaba todo lo que Sofía provocaba en mí. Me quité la chaqueta de un tirón y la lancé al sofá, caminé de un lado a otro, maldiciendo en ruso, intentando borrar el recuerdo de su mirada cuando escuchó mi confesión. No fue sorpresa lo que vi en sus ojos, tampoco enojo, fue algo peor, vulnerabilidad, como

