Mikhail
No podía dejar de pensar en lo que había pasado durante la sesión.
Adrián y Sofía… sus miradas, sus gestos, esas sonrisas sutiles que parecían tener un significado oculto, creí que estaba exagerando, pero cuando salí de mi oficina esa tarde y los vi de nuevo juntos.
La escuche invitarlo a su departamento y no voy a negar odiaba la simple idea de que él la tocara.
El solo hecho de imaginar lo que pasaría ahí hizo que una punzada de rabia me atravesara el pecho.
Yo no tenía derecho a sentir nada —eso era lo que me repetía— pero por más que intentara justificarme, la verdad era que me molestaba… y mucho.
Traté de ignorar esa sensación de rabia que siempre me invadía cuando la veía con otro hombre, así que fui a un bar, pedí un whisky doble y lo bebi de golpe para después pedir otro.
La rabia se mezclaba con algo más oscuro, un sentimiento que no quería nombrar, porque simplemente no quería sentirlo, no podía complicar mi vida aún más.
Dure un rato más en el bar, intentando que la noche pasara rápido, bebi varios whisky y algunos tequilas
Estaba a punto de irme cuando esa chica se me acercó —alta, delgada, con una sonrisa que gritaba “peligro”— así que no lo dudé.
No porque me interesara, sino porque necesitaba dejar de pensar en Sofía y Adrián.
Porque si algo tenía presente era esa tortura constante de imaginar cómo se vería el cuerpo desnudo de Sofía, de imaginar la suavidad de su piel y lo peor saber que Adrián es quien la está tocando en este momento es la peor tortura de todas.
Platicamos un rato, lo más trivial del mundo, o más bien ella hablo, a mí no me interesaba su vida, así que después de una hora salimos del bar.
Terminamos en mi departamento, pero ni siquiera recuerdo lo que dijo o hizo cuando subió a mi auto, mente seguía atrapada en esa maldita imagen de ellos dos juntos.
En el departamento ella se lanzó hacia mí, y me beso, una de mis normas cuando salgo con alguien es nunca besarme y ella la había roto, tome sus mejillas y la aparte de mi sin siquiera ser cuidadoso.
—Te lo deje claro, nada de besos— sentencie y ella suspiró antes de acercarse y acariciar mis hombros.
Odiaba los besos no por el contacto, sino porque desde hace años los únicos labios que deseaba probar eran los de esa chica rubia que me replicaba con cada frase que le decía.
Sin contar de que mi madre me habia enseñando que los besos eran algo simbólico, algo que solo con la mujer que amas vas a disfrutar pues para ella los besos eran un portal hacia los sentimientos de las personas y yo me negaba a conectar de esa manera con alguien.
Me aparte de la chica, de la cual ni siquiera recuerdo su nombre y me gire hacia la terraza, y ahí todo el enojo que sentía se incrementó.
A un lado de mi terraza, justo donde ambos departamentos se conectan con una pequeña barandilla, la terraza de Sofía estaba iluminada por las luces cálidas que ella siempre usaba.
Y ellos… ellos estaban ahí, Sofía, con ese vestido ligero que apenas la brisa movía, y Adrián inclinado hacia ella.
Lo vi besarla, no en la mejilla, ni en la frente, la estaba besando en esos dulces labios que, de seguro tenia, despacio y luego con desesperación, pero lo peor es que ella le regresaba el beso de la misma manera y cuando la levanto para aprisionarla contra la barandilla mi vista se nublo por el enojo.
Sentí que algo me golpeaba en el estómago, la chica que había llevado ni siquiera notó cómo me quedé inmóvil, ante la vista.
Sofía río contra los labios de Adrián y él la abrazó por la cintura, acercándola aún más.
El aire me pesaba, como si el mundo se hubiera vuelto más denso de repente.
No sabía si gritar, ir hacia allá o romper ese rostro perfecto que tanto presumía ese idiota.
Lo único que supe fue que no podía apartar la vista… aunque cada segundo que los miraba me dolía más.
No dejaba de pensar en lo que había visto en el estudio, esa maldita sesión de fotos se me quedó grabada como si fueran dagas.
Adrián besando el cuello de Sofía… y ella sonriendo como si no sintiera que yo estaba ahí, como si lo disfrutara.
Me tuve que tragar el impulso de atravesar la escenografía y arrancarlo de su lado, por eso corté la sesión.
No porque tuviéramos suficientes fotos, sino porque yo ya no soportaba ver ni un segundo más de esa escena.
Pero esto ya era demasiado, si no pude hacer nada en la sesión de fotos, ahora no voy a permitir que siga tocándola, él no va a tenerla, no voy a permitir que la disfrute de la misma manera en que yo deseo disfrutarla.
Porque el destino es cruel, y esa noche me lo demostró al recordarme que ella no era para mí y que era estúpido sentir este enojo injustificado.
La chica que había traído habló, pero yo ya no la escuchaba, sentí cuando me toco, pero yo no aparte la mirada de ellos porque solo tenía una imagen en la cabeza y un deseo, separarlos de una maldita vez.
No tardé en idear la jugada perfecta, tomé el teléfono y marqué al director creativo.
—Mikhail... Son las 10 de la noche, ¿Necesitas algo? Pensaba en salir con mi mujer— menciono fastidiado y no lo culpaba, no era horario laboral, pero él era la mejor opción para alejar a Adrián del edificio.
—Necesito que llames a Adrián ahora mismo —le dije, mi voz sonaba tan fría que ni siquiera preguntó por qué.
—¿Qué le digo? — pregunto curioso y a la vez confundido
—Invéntate lo que quieras, no se una urgencia, o algo que requiera su presencia inmediata, pero asegúrate de que sea creíble y no deje espacio a que se niegue— mencioné y el suspiro
—Mikhail... — menciono intentando negarse a mi petición
—Sin quejas Lui si logras lo que te pido te daré el lunes libre, así puedes darte una escapada de fin de semana con tu mujer— asegure y el asintió
—De acuerdo veré que puedo hacer— menciono antes de colgar
Minutos después, desde la penumbra de mi terraza, vi cómo Adrián respondía una llamada y su expresión cambió.
—Lo siento debo irme, Lui dice que es importante— menciono y Sofía miró hacia mi departamento y sonrió.
—De seguro Lui tuvo motivos para llamarte, disfrute mucho la velada, espero que podamos continuar con lo que dejamos pendiente— menciono con una voz demasiado sensual haciendo qué el enojo incrementará.
—Claro que se va a repetir Sofí, eres una mujer increíble— se acercó de nuevo y la beso haciéndola sonreír.
Cuándo salió del departamento Sofia tomo aire, se giró hacia la ciudad y suspiró mientras acomodaba su cabello, la seguí con la mirada hasta que su mirada dio con la mía.
Su sonrisa se borró, estaba seguro de que mi mirada reflejaba el enojo que sentía y eso no era nada bueno.
La chica que estaba conmigo se movió para atraer mi atención, Sofia la miró y luego entro a su departamento dejando la puerta corrediza abierta, pero a pesar de los constantes intentos de esa chica para hacerse notar yo solo podía mirar la terraza vacía y una enorme satisfacción me invadió.
Esa noche, yo había ganado la batalla, ella dormiría sola esta noche, solo que había un inconveniente, no me apetecía tener nada esta noche.
—Lo mejor es que te vayas— mencione fríamente
—Pero…— titubeo y yo suspiré
—No me hagas repetirlo, ya sabes el camino— mencione y ella me miró molesta antes de tomar sus cosas y salir de mi departamento.
Me quedé mirando la terraza de Sofía y suspiré, esta mujer era mi perdición, mi mayor tortura y sin duda alguna la única mujer de la que debo alejarme.
No porque no me atrajera, porque sin duda Sofia era la mujer más hermosa que pude haber visto en mi vida, pero también sería mi ruina desde el momento en que ella entre a mi vida.