Capítulo 7
Al otro lado del mundo…
― Cathleen llegaba con su hermano, comentando algo que le interesaba muchísimo. ―Damián hermano, ¿Ya está todo para la mudanza? ―pregunto muy sonriente.
―Sí… Ya están condicionando la casa donde llegaremos, me enviaron los documentos y en un par de semanas viajaremos ¿Te parece? ―pregunto, solo observando la cara de su hermana, que más feliz no podía ser. Que a pesar de que su padre, no hacía mucho que había fallecido, el hecho de que se fuera a casar con el amor de su vida, hacía que no estuviera triste, sino que simplemente la sonrisa siempre la acompañaba.
―Sí hermanito, gracias a ti, podré ser feliz…
―Lo sé, lo sé, ¿Lo quieres mucho? ―pregunto, solo observando como su hermana posaba sus manos a su cara, por lo roja que estaba.
―Sí, estoy loca y tontamente enamorada de él. ―solo tapando su cara con sus manos, por la vergüenza que sentía y a la vez, con una mezcla de mariposas en el estómago.
―¡Ay solo espero que, tu si puedas ser feliz! ―dijo un poco nostálgico.
―Lo soy… De verdad, no tienes nada de qué preocuparte. ―contesto Cathleen a su hermano
―Me conformo con ver tu sonrisa, aparte que la abuela se moriría de tristeza si te ve partir con Gabe, por eso lo hago, no me gusta dejar mi país, pero prefiero estar cerca de ti, eres lo único que tengo, aparte de la abuela.
―Damián ¿Por qué no buscas una chica que te haga feliz? Y olvidas ese trago amargo que los Klesko te hicieron, sé que la querías, pero digo, estamos orgullosos de ver todo lo que has logrado, aunque haya personas que aún no toleran a la gente inferior. Pero tú eres un gran hombre, trabajador y que siempre has luchado por lo que quieres, solo busca tu felicidad.
Me gustaría, que encontraras a alguien que te quisiera, pero te quisiera de verdad, no se tal vez y la encuentres en América, tal vez te esté esperando. ―dijo Cathleen, dando vueltas en sí misma por el jardín.
―Deja de girar que te vas a caer. ―dijo deteniéndola con sus brazos―. Bueno hermana, tú sí que el amor te hace soñar, que piensas que todos seremos felices, pero sí, me daré la oportunidad en cuanto vea a la indicada. ― mira, ahí viene el que te pone así. ―dijo volteando, para que viera quien se acercaba.
―Damián buenas tardes, mi amor. ― acercándose, para darle un beso en la mejilla a Cathleen.
―Buenas tardes Gabe ¿Ya listo para viajar? ―pregunto, solo viendo como tanto Gabe como Cathleen se miraban, con ojos de amor.
―Sí Damián, de hecho, ya tengo todo preparado, ya le avisé a mis padres y están ansiosos de conocerlos. ―dijo sin apartar la vista de Cathleen, que parecía estar hechizado, ya que Cathleen era muy bonita, con su cabello rubio cenizo, ojos azules como los de su hermano y con una figura muy definida, hacia suspirar a su ahora prometido.
―Espero y acepten a mi hermana, que, aunque aún no la conocen espero que no se opongan a que se casen, sé que debían ellos pedir su mano, pero confió en ti ―dijo Damián con un poco de temor, que fueran a rechazar a su hermana
-No, bueno mi padre está completamente de acuerdo, mi madre sí está un poco... Como decirlo incomoda por mi decisión, ella ya tenía un prospecto para mí, así que es la razón de quizás no esté muy contenta. Pero se que una vez que conozca a Cathleen, quedará fascinada.
―Eso espero, solo deseo que mi hermana sea feliz y no pase por lo que yo pase.
―Y si, no es así, créeme que lo lamentaré mucho por mis padres, pero ante ellos yo prefiero a Cathleen.
―Me agrada que la defiendas de todo y de todos, no espero menos.
―Damián no te preocupes, yo cuidaré de ella. ―dijo tomando la mano de su prometida―. Bueno a lo que vengo, ya está todo arreglado para la compañía, ya proyecté con Frank sobre las oficinas en Chicago y los enlaces que tendremos en Inglaterra, sobre todo que desde allá estarás llevando los asuntos de acá.
―Si eso mismo le comentaba a Cathleen, que ya tenía todo para la mudanza.
―Sí, ya estamos sobre los días, bueno pasamos a tu despacho, me gustaría después platicar con Cathleen un buen rato. ―depositando un beso en el dorso de Cathleen.
―Si está bien pasemos…
EN AMÉRICA.
Cecilia, madre de Jeffrey, le comunicaba a Janes, la decisión de su hijo de cortejar a una de sus hijas…
―¡De verdad que felicidad! Es una muy buena noticia. ―contestaba Janes, muy feliz, eso era por lo que había trabajado con sus hijas, por años.
―Solo vine para pedirte una cita contigo y tu esposo, para darle más formalidad a esto. ―dijo Cecilia, con una sonrisa en sus labios.
―Claro, hoy mismo hablaré con mi esposo y si te parece que el sábado, se organiza una comida y después hablamos de los detalles. ―dijo Janes, ofreciendo una taza de té a Cecilia.
―Sí, me parece bien. ―Recibiendo la taza de té que le habían ofrecido.
Una de las muchachas del servicio que estaba atenta, subió como despavorida, para comentarle a Catalina lo que había escuchado…
―Señorita, señorita, señorita. ―entrando a la habitación llamándola.
―¿Qué pasa?, ¿Por qué estás así? ―pregunto Catalina, al ver a su sirvienta tan acalorada.
―La señora Strohs vino, está hablando con su madre, dice que el sábado van a venir hablar para pedir permiso, que el joven Jeffrey quiere cortejar a una de ustedes dos.
― De inmediato Catalina le puso atención ¿Dijo a quién? ―pregunto Catalina ansiosa.
―No, solo escuche eso cuando deje el té, sabe cómo es su ama, que no deja que escuchemos nada, pero estoy casi segura que usted será la elegida.
―¡Tú crees! ―exclamo muy emocionada.
―Si ya verá, solo que si se casa con el joven no me deje con su ama, me lleva con usted como su mucama. ―pidió la sirvienta a Catalina, que no le gustaba estar a la orden de Janes, por ser muy regañona.
―Claro que si, además no me sentiría bien en otra casa yo sola, te lo prometo. ―dijo Catalina, con una sonrisa en el rostro.
La plática con las señoras se alargó toda la tarde y Janes Bennett, no les dijo nada a sus hijas, solo que el sábado vendrían a comer la familia Strohs. En la noche llegaba el señor Bennett, el cual era informado de dicha comida, omitiendo la razón de dicha comida, ya después en la habitación ella le informaría todo a su esposo.
―Bueno querida, que bueno que me informes para no salir. ―dijo dirigiéndose a sus hijas, espero y ayude a su madre, para que esa comida del sábado sea un éxito.
―Si papá― a dúo las dos chicas, aunque Bianca si sabía para qué era esa comida.
Catalina andaba en la luna, pensando. ―Catalina Strohs ¡Dios ya me veo el anillo de compromiso en mi mano ¡Ay que emoción, me siento tan feliz, que no puedo con mi felicidad en mi corazón, siento que voy hacer muy feliz!
Solo faltaban un par de días para la comida, así que Catalina, le pidió un vestido nuevo a su madre para la comida del sábado…
―¡No Catalina! Tienes muchos, solo escoge uno para la comida, además acabo de comprar uno para la fiesta pasada, la verdad tu padre gastó muchísimo en esos vestidos. ―comento estresada su madre, al ver que Catalina le estaba pidiendo un vestido nuevo “Con lo caro que estaban.”
―Por favor mama, si, si, si ―dijo detrás de su madre por toda la casa.
―¡No, y no insistas! Porque esta vez no te voy a complacer, solo es una comida. ―dijo Janes en lo que veía, que debían limpiar sus sirvientas, ya que la casa debía estar impecable.
―El señor Bennett, salió de su estudio para dirigirse a su esposa. ―¿Qué pasa Cariño? ―pregunto, dirigiéndose a su esposa ya que escuchaba una discusión.
―Pero Catalina, se le adelantó para manipular la situación. ―Papito, es que le estoy pidiendo a mamá, que me compre un vestido para la comida del sábado, por favor papá, sabes que es una comida donde los invitados no son cualquiera ¡Son los Strohs!
―¡No hija, esta vez, no! Lo siento. Solo es una comida y si te compro a ti, tendría que comprarle a tu hermana, solo ponte uno de los que ya tienes. ―dijo, fingiendo molestia.
―Pero… ¿Por qué? ―pregunto con un puchero.
―¡Dije que no! ―exclamo el señor Bennett, ahora si con molestia por el capricho que quería su hija, sabía que si se ponía como tapete “como siempre.” Terminaría cediendo.
Catalina se subió muy molesta a su habitación, el Sr. Bennett era la primera vez que le negaba algo a su hija, por así decirlo, cada vez que le pedían algo ella o su esposa, era muy complaciente, pero esta vez no estaba en pro de cumplir ningún capricho, ya que no tenía el dinero para hacerlo.
El Sr. Bennett, solo se sentó con las manos en la cara ¡Dios no me gusta ser así! Es solo que ya no puedo sostener más esto, la única manera de salvar esto es que Strohs me respalde para sacar la empresa adelante. ―dijo muy afligido.
―Lo hará querido, ya veras, solo no te desanimes, recuerda que te puede hacer daño, solo debes tranquilizarte, si mírame, todo va a salir bien. ―Tomando la cara de su esposo para que la mirara.
Cuando Janes terminó de hablar con su esposo, subió a hablar con Catalina…
―Bueno, en este momento me vas a decir ¿Qué te pasa Catalina? ―pregunto Janes a su hija, que encontraba inconcebible su comportamiento. ―Hiciste sentir muy mal a tu padre…
―Yo, solo quiero estar bonita mamá ―dijo Catalina al borde de la lágrima.
―Sí, pero un vestido no hará la diferencia, ahí está tu hermana que no ha hecho ni un berrinche ¡Dios Catalina! Solo no le hagas más berrinches a tu padre y pórtate dulce. ―Tocando su cabeza en señal de exasperación―. Catalina… Hay cosas que no sabes, tu padre lo que menos necesita, son más preocupaciones y menos de ese tipo. ―Comento Janes a Catalina, ya que le molestaba muchísimo, cuando su hija se portaba así de caprichosa.
―Pero mamá, yo solo…
―¡¡Nada y no me hagas enojar, porque entonces, me veré en la penosa necesidad de castigarte!! ―dijo tajante Janes
―Está bien, perdón, no lo vuelvo a hacer. ―dijo Catalina con un puchero, solo viendo como su madre salía de la habitación, aún muy molesta con ella.
Los días pasaron como agua, la señora Bennett se esmeró en comprar todo para la comida, pidió unos bocadillos y pasteles para el té, así como un buen whisky para los señores, sabía que esa comida era especial y no podía quedar mal, menos con sus futuros consuegros que ya casi era un hecho, que iban a emparentar.
Las muchachas se arreglaban muy lindas para dicha comida, Bianca se puso un vestido en color rosa palo, con un discreto, pero acentuado escote, solo acentuaba su pequeña cintura, un recogido en sus mangas cubriendo sus hombros, pero moldeaba muy bien su cuerpo y dejó su pelo suelto, se puso una cinta en el cabello, solo eso.
Catalina se puso un vestido en color verde aceituna, para que resaltará más sus ojos verdes, con un peinado recogido y unas horquillas en el cabello, su escote era un poco más pronunciado, corte en v que eran los vestidos que le gustaban usar, realmente resaltaba muchísimo con el vestido que escogió.
Ya la servidumbre estaba atenta a que llegaran los invitados, llegando muy puntual, los padres junto con Jeffrey Strohs, se presentaban en la casa de los Bennett.
―Buenas tardes, pasen por favor ―decía Janes, junto a su esposo que veía como llegaban los Strohs muy formales a su casa.
―Sí, gracias. ― Contestaban los Strohs, solo sonriendo y saludando a los anfitriones.
Ya en la cena, las chicas hacían su aparición, muy hermosas las dos, el señor Bennett estaba muy orgulloso de sus hijas, eran buenas niñas y ahora venían a pedir permiso, para cortejar a una de ellas. ¿Qué podía pedir más? Nunca se imaginó que llegaría el día, que las viera casarse, aun recordaba cuando fueron por ellas a ese orfanato y ahora gracias a eso, iban a emparentar, con una de las familias más respetables de la unión americana, eso lo llenaba de regocijo.
La cena comenzó, Bianca y Jeffrey de vez en cuando cruzaban miradas y esta se ruborizaba, Catalina también lo miraba, pero Jeffrey trataba de esquivar su mirada, realmente Catalina le gustaba y mucho. Pero la cuestión era, que sentía que no podría estar tranquilo haciendo negocios, sin estar al pendiente de ella, aparte lo voluntariosa que era, pensaba que no podría controlarla, simplemente ya estaba decidido, no daría marcha atrás, Bianca era la ideal para comenzar una familia.
―Dime Cecilia que piensas ¿Que tu hijo Gabe se va a casar? ―preguntaba la señora Bennett.
―Pues no sé, aún no conozco a la muchacha, ni a su familia, pero confió que es de buena familia, mi hijo es un chico muy sensato y sé que escogió bien con quien se va a casar, de hecho, ya llega en dos semanas y de ahí una carrera para preparar todo para el enlace, ya que se quiere casar en 3 meses.
―Pero tan pronto, digo podría esperar para casarse, preparar una boda, en tres meses es de locos.
Bueno, el lleva ya un año cortejando y eso me tranquiliza, se también que ella ya trae su ajuar de novia, como toda la ropa de cama, que es la herencia de su madre, me comentó Gabe que su familia es muy tradicional.
―Bueno si, pero si puedo ayudarte en algo no dudes, solo di en que te puedo auxiliar, ya sabes rotulando las invitaciones o en lo que necesites.
―Gracias, lo sé y si de verdad te necesito.
Después de la cena pasaron al salón, los señores les sirvieron su trago y a las damas su té, Jeffrey estaba más que nervioso, su padre solo palmeó la espalda para que se tranquilizara.
―El señor Strohs, inició la plática. ―Bien Bennett, la verdad es que esta cita que te pedimos, tiene un fin, que espero y después de que escuches nuestra petición, no llevemos una grata aceptación.
―Sí, los escucho, díganme. ― sentándose todos para escucharlos.
―Bien, como sabes la amistad que nos une desde hace algún tiempo, ha rendido fruto, ya que mi muchacho ha puesto los ojos en una de tus hijas y por lo que sé, ha quedado rendido ante su belleza, en un tiempo no muy lejano podamos concertar un matrimonio, las intenciones de mi hijo son claras y tiene todo mi respaldo para hacerlo, es por eso que estamos aquí.
Catalina, se ponía de nervios al escuchar al señor Strohs, ya que estaba segura que la mencionarían, solo estrujaba su vestido en señal de nerviosismo, miraba a Jeffrey con ojos de borrego a medio morir y pensaba ≤≤ Pero qué guapo, es tan varonil y sobre todo que me ama, de eso estoy segura, su nombre estaba a punto de ser pronunciado por el señor Strohs, era mejor poner atención. ≥≥
―Bien quiero pedir tu permiso, en nombre de mi hijo Jeffrey Strohs, para cortejar a tu hija, Bianca Bennett…
Bianca sonrió con satisfacción y, sobre todo, porque ella ya sabía de qué iba esa comida, ya él se lo había confiado en una carta, que le envió sin que nadie se diera cuenta, con una de su sirvienta.
El señor Bennett, guardó silencio al igual que Janes, ya que pensaban que por la que irían sería por Catalina, les tomó por muchísima sorpresa que no era así, pero, aun así, estaban contentos…
―Bien me es grato que una de mis hijas y sobre todo Bianca, sea la que quieres cortejar, para mí las dos valen oro y no porque sean mis hijas, sino porque sé, que son muchachas ejemplares, sobre todo que la educación que les dimos la han sabido valorar, comportándose muy dignamente poniendo en alto mi apellido. ―dijo el señor Bennett, levantándose de su asiento para mirar a su invitado de frente―. Acepto que cortejan a mi hija Bianca, siempre y cuando ella esté de acuerdo.
―Hija, dime ¿Estás de acuerdo en ser cortejada por Jeffrey Strohs?
Continuará…