Prólogo

1705 Words
Prólogo 14 de junio del 2005 Una vez más corro hacia la habitación de mi abuela en busca de refugio ya que mi padre parece no tener intenciones de querer entenderme, o al menos escucharme. La reina Elizabeth, mi abuela, es muy seria cuando se encuentra en presencia de muchas personas pero cuando estamos juntas ella es muy dulce y cariñosa. El día de hoy es mi cumpleaños y no quiero celebrarlo, siempre termino aburrida en algún rincón del palacio. Los herederos de los reinos aliados que vienen a mi fiesta son muy aburridos y lo único que quieren hacer es tomar té o charlar. Siempre he querido realizar mi cumpleaños con personas normales, tal vez un payaso o un mago. – Mi dulce Krystal, la abuela te tiene un regalo– mi abuela se acerca hacia mí y me guía hacia el sofá para sentarnos juntas en el. La veo sacar algo detrás de su espalda, era un cofre pequeño con muchos detalles brillantes en la tapa. Al abrirlo veo un collar de oro con un dije en forma de corazón y al abrirlo había una foto dentro. Era una foto mía de bebé y de mi abuela cargándome en sus brazos. Mi abuela retira el collar de la caja y gentilmente lo coloca en mi cuello, me acercó al espejo y veo el collar con más claridad. – Es hermoso, abuela. – ¿Me prometes que lo cuidarás?– mi abuela se levanta del sofá y se acerca a mí. – Siempre– la envuelvo en mis brazos en un abrazo. Abrazarla a ella se siente como si mi hogar siempre hubiese sido aquí. Krystal –Es tiempo de que madures. Ya no eres una niña, ¿Cuántas veces te he dicho que te comportes como alguien de tu edad?– mi padre camina frustrado de un lado a otro agarrándose el cabello. Creo que al paso que va estará calvo al final del día. –Cariño, es solo es una niña, ella hará mejor– mi madre se acerca a mi padre tocándole la espalda tratando de calmarlo, él la mira y relaja su semblante. A veces me pregunto cómo es que mi madre siendo tan amable y tranquila haya terminado con alguien como mi padre. Bien dicen que los polos opuestos se atraen. Es eso o mamá tiene mucha paciencia con mi padre para aguantar todas sus reglas y su cara de enojada veinticuatro por siete, te admiro madre. –¿Y hasta cuándo tendré que esperar?, ya tiene veinte años. Tiene que madurar–miro a mis padres atenta a todo lo que dicen, ellos siempre hablan como si yo no los estuviera escuchando. A este punto ya estoy acostumbrada. Mi padre, mejor conocido como James, voltea a verme dándome la misma mirada que siempre recibo de su parte. La mirada de «Ya no sé qué castigos darte» junto con algo de decepción en ellos. Su cabello castaño oscuro está despeinado y sus ojos iguales a los míos se ven un poco cansados. –Krystal, ¿Por qué no sigues mis pasos y te centras de una buena vez?¿Quieres ser como el rey Alejandro? Ese rey casi nos lleva a la bancarrota si no fuera por...–dejé de prestarle atención a mi padre, no sé cuántas veces he escuchado esa historia-El rey de Lenchister (el lugar en donde vivo) nunca obedeció la ley y quiso adueñarse de todo, casi llevándose los ingresos del país y dejando a los ciudadanos en la nada. Si no fuera por mí tátara, tátara, tátara, tátara abuelo nosotros no estaríamos aquí –así termina siempre mi padre. Mi madre ya cansada de la misma historia se limita a mirarse las uñas. – Padre, he escuchado esa historia múltiples veces. Sólo quiero saber esta vez cuál será mi castigo– confieso parándome de mi asiento. No sé cuánto tiempo llevo sentada pero mi trasero entumecido me lo agradece. Mi padre me mira con el ceño fruncido mientras mi madre lo mira expectante esperando alguna reacción por su parte. No entiendo el porqué se enoja tanto si solo fue un accidente, de igual manera siempre busca una forma de castigarme. Ya ni sé porque se esfuerza sabiendo que no lo voy a cumplir. – Cariño, escucha a tu padre. Él lo dice por...– mi madre es interrumpida por mi padre. – Sinceramente debí haber sido más duro contigo Krystal, tú madre y yo hemos tolerado muchas cosas tuyas. Mi madre la reina que en paz descanse, te permitió cada una de tus acciones pero esto ya es el colmo. Romper la pierna de Arthur es lo peor que has hecho hasta ahora. Arthur Hinault, el novio que mi padre me obligó a tener, fue una víctima más. Aunque para ser honesta, debí deshacerme del chico hace mucho tiempo. Esperé mucho tiempo, porque en algunas citas era amable o intentaba ser atento, que gran mentira. Él era el prototipo de príncipe perfecto, ahí estaba el problema. Yo no quiero un chico así. Intentó sobrepasarse conmigo e intentó tocarme, luego de que yo lo rechace él se defendió diciendo que según él yo era una chica fácil, pero lo que no sabía es que llevé clases de taekwondo. Lo descubrió después de que mi pierna le doblara la suya y gritara como todo un bebé. Cuando mis padres llegaron junto con los padres de Hinault, se escandalizaron tanto y comenzaron a gritar que controlaran a su hija. Fruncí mi ceño disgustada al escucharlos, si tan solo supieran quien es su hijo en verdad… – No sé a quién habrás salido–suelta mi padre enojado dirigiéndose al ventanal. Esto es fuerte, es una mala señal que vaya al ventanal, sus castigos suelen ser más graves y prolongados. Creo que esta vez sí me pasé, aunque no me arrepiento, el chico es un verdadero idiota y necesitaba que alguien lo ponga en su lugar de una buena vez. Tener un título no le da el derecho de hacer lo que se le da gana y mucho menos de sobrepasarse. – Creo que deberías disculparte hija–me susurra mi madre al oído. –Victoria, creo que debo esperar a que él dé el paso– mi madre me mira con el ceño fruncido. Ella sí es el prototipo de reina perfecta. Su cabello castaño rojizo está perfectamente peinado en un recogido haciendo que las facciones de su rostro destaquen más de lo normal. Sus hermosos ojos verdes se ven más brillantes que nunca gracias a la sombra café que usa en sus párpados. Si me preguntas a quién me parezco más, solo tendrías que mirar a mi madre. Soy la viva imagen de ella exceptuando los ojos y el cabello, mi cabello es de un color cobrizo dorado y mis ojos son azules pero de una tonalidad muy clara con detalles verdes alrededor de mis pupilas. –Ya te he dicho que no me llames por mi nombre, niña. Soy tu madre, así que ten más respeto. Ahora anda a hablar con tu padre– me voltea con sus manos sobre mis hombros y me dirige hacia el ventanal. Oh dios, madre me estás mandando a hablar con el mismísimo satanás. Me acerco lentamente a dónde está él, es mucho más alto que yo por lo que tengo que levantar la mirada. –Lo siento– murmuró en voz baja. Mi padre voltea su rostro para verme y se me queda mirando un rato, como si estuviera pensando seriamente lo que está por decir. Realmente me cuesta mucho pedir disculpas pero encuentro aún más difícil dejar mi orgullo de lado. Espero que mi padre pueda darse cuenta que estoy siendo honesta con él y esté dispuesto a escuchar mi versión. – Esto no se soluciona con una simple disculpa, Krystal. No sabes lo que acabas de hacer y mucho menos en qué posición nos dejaste frente a los Hinault. He dejado que hagas lo que se te dé la gana todo este tiempo pero eso está a punto de cambiar– dice mirándome fijamente a los ojos. Algo en su mirada me dice que el rumbo de esta conversación no me va a gustar para nada. – ¿A qué te refieres?–pregunto confundida pero con algo de miedo al mismo tiempo. – Si quiero que algún día seas una reina digna de este país, tendrás que aprender de las consecuencias de tus actos. Entenderás la gran responsabilidad que conlleva ser una princesa y lo importante que será el autocontrol sobre tus decisiones a partir de ahora. Irás a los Estados Unidos a estudiar y a formarte profesionalmente. Si llego a enterarme que te estás ocupando en otras cosas que no sea la universidad o peor aún, si alguien llega a descubrir tu verdadero estatus y este se hace público, regresarás inmediatamente y sin replicaciones al reino para casarte con el próximo hombre que vaya asignarte. Esta es mi última decisión– sentenció mi padre para después ir hacia la puerta y salir del salón a paso firme. Miro a mi madre estupefacta y veo que ella está igual o peor que yo. La reina sale detrás de mi padre, seguramente por respuestas, pero yo me quedo parada en el mismo lugar con el corazón en la boca. Siento que el castillo se me va a caer encima en cualquier momento. Esto no puede estar pasándome, no ahora. Tengo que hacer algo, no puedo dejar que me manden a otro país y mucho menos aceptar el casarme con otro imbécil más. Conociendo a mi padre me va a conseguir otro Arthur o hasta alguien peor. Debe haber otra manera de salirme de todo esto, pero ¿A quién engaño?. Sé que mi padre no se retractará en nada, él no es así. ¿Qué hago?,¿Cómo me oculto?. Tengo que buscar en internet. Saco mi celular de bolsillo y como última esperanza busco en google "Cómo ocultarse sin ser vista en una universidad". Me dejo caer al suelo sentándome en las frías baldosas. No me aparece nada, Google me has fallado. Como dice el dicho, cava tu propia tumba y acuéstate en ella.
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