Así que, en un intento por hacerle ver que yo solo quería el bien para él, me senté en su regazo cuidadosamente para no pegarme con el volante y así encima de él le miré a la cara. A pesar de que la giró para no mirarme. Hice algo que había aprendido que me gustaba hacer y le cogí de la barbilla clavándole ligeramente las uñas en las mejillas y le obligué a que me mirara. Él gruñó en respuesta mientras sus manos se aferraban a mis caderas como si no hubiera un mañana. —¿Crees que si hubiera sido yo la soplona estaría aquí encima de ti pidiéndote que me folles y no huyendo? ¿Eh? —le pregunté. Eso fue todo lo que necesitó para convencerse de que no había sido yo. —Hablas mucho, Scarlett Faye —y estampó sus labios con los míos dejándome sin respiración. El largo del vestido no fue ning

