When you visit our website, if you give your consent, we will use cookies to allow us to collect data for aggregated statistics to improve our service and remember your choice for future visits. Cookie Policy & Privacy Policy
Dear Reader, we use the permissions associated with cookies to keep our website running smoothly and to provide you with personalized content that better meets your needs and ensure the best reading experience. At any time, you can change your permissions for the cookie settings below.
If you would like to learn more about our Cookie, you can click on Privacy Policy.
Sin siquiera resistirme un poco, le devolví los besos tan fervientemente como él me los daba, mientras mis manos, como si tuvieran vida propia, se adentraban por su única prenda: el uniforme de prisión. Quería arrancarle la ropa y sentirlo piel con piel contra mí. Pero sabía que eso no era posible todavía. Sin darnos tregua para respirar, él me levantó del suelo para sentarme donde estaba minutos antes de que entrara y se colocó entre mis piernas, dejándome sentir el calor que emanaba y que se nos hiciera más fácil aún tocarnos. Yo sentía que estaba a punto de explotar y me estaba mareando del placer que era simplemente el hecho de besarle. No quería que parase, pero él tenía otros planes. —Todos los expedientes e historiales los tienen en la recepción cuando entras. Allí guardan todas

