El atardecer es precioso, siempre me ha parecido de los momento más bellos que la naturaleza nos ha regalado, pero eso no es nada comparado al hombre que tengo frente a mi. El Inuyasha actual se va desvaneciendo en mi cara y da lugar a ese adolecente de sonrisa contagiosa. Miro al chico frente a mi, ahora su estatura es más baja, no hay muchos musculos, solo un cuerpo bien formado. No hay cabellera arreglada, solo un cabello salvaje que hace lo que quiere, un cabello libre. Sus ojos dorados sonríen con vida, con ganas de comerse al mundo. Sus labios son suaves, puedo palpar la suavidad en mis recuerdos. Frente a mi Inuyasha hombre, ese arrogante, ese que me detesta, ese que culpa, ese que me hace enojar, ese que yo detesto, el Inuyasha en que se ha convertido no está. Solo está aquel chic

