—Ayer te despedí —gruño al ver a Cristina acostada sobre uno de los muebles en la sala con una actitud despreocupada que me enfurecía aún más.
Supongo que darle mucha importancia a una loba puede traer muchos dolores de cabeza. ¿Qué se cree esta, que ahora puede entrar y salir de mi casa cuando le dé la gana? ¿Acaso piensa que puede ignorar mis órdenes y seguir haciendo lo que quiera? Me acerco a ella con pasos firmes, mi mirada fija en su rostro, intentando transmitirle la furia que siento.
Mi voz es baja y amenazante, y puedo sentir la tensión en el aire. Cristina se endereza lentamente, acomodando su cabello rubio con un gesto despreocupado que me irrita aún más. Sigo cada uno de sus movimientos, intentando leer sus intenciones. ¿Qué está tramando? ¿Por qué ha vuelto?
Nunca le demostré amor ni cariño, que es esa mierda, solo fueron unos cuantos polvos y ya.
—Simplemente te extrañaba—endereza su cuerpo, acomoda su cabello rubio, sigo cada uno de sus movimientos.
Arrugó mi frente, signo de enojo.
"Se atreve a interrumpir nuestro momento con nuestra luna"
Suspiro al escuchar a mi lobo.
Ella se pone de pie, contoneando sus caderas al caminar hacia mi, desliza sus manos sobre mi pecho.
—Aquí no, vayamos a otro lugar —le digo sin mirarla, saliendo de mi casa. Ella sigue mis pasos sin rechistar, lo que es sospechoso.
Me pregunto qué estará tramando. Subo al auto y lo pongo en marcha, luego de manejar algunos kilómetros, me detengo en una cabaña apartada, rodeada de árboles y un silencio que solo se rompe por el sonido de unos cuantos animales alrededor. La cabaña luce una estructura rústica y acogedora, con paredes de madera oscura y un techo inclinado cubierto de tejas rojizas que se ven un poco desgastadas por el tiempo.
—Tenías tiempo que no me traías por estos lugares —dice ella con una sonrisa, sus mejillas lucen coloradas
Arrugo las cejas, la miro rara.
"Esta loca"
Sonrío al escuchar a Luck, pero puedo sentir la mirada de Cristina sobre mi.
Bajo del auto y camino hacia la cabaña, que por fuera luce un poco polvosa y desaliñada, pero por dentro sí me he encargado de su limpieza y luce magnífica, con una chimenea que crepita suavemente y un aroma a madera que llena el aire.
Cristina entra detrás de mí, sus ojos escanean el espacio.
—Sabes, te he querido preguntar algo —dice mientras busca algo alrededor de la cocina, alzando dos copas—. Desde ayer, tu casa tiene un olor muy peculiar. ¿Hay algo que deba saber?
Endurezco mi rostro, ya sé por dónde va esta conversación, lo cual no me va a gustar para nada. Camino hasta sentarme en uno de los muebles, intentando mantener la calma a pesar de la creciente tensión en el aire. Cristina saca un vino de mi colección, uno que sabía que era uno de mis favoritos. Es tan perspicaz, y nota cada detalle a mi alrededor, lo que me hace sentir cada vez más incómodo.
"Es una víbora"
murmuro para mis adentros, recordando las palabras de Luck. —Y...—hace una pausa mientras pone vino en las copas, camina hacia mí y me entrega una
—. Sobre todo tú —dice con una sonrisa enigmática, sus ojos brillando con una intensidad que me hace sentir como si estuviera estudiándome.
Tomo la copa sin decir nada, intentando mantener mi expresión neutral a pesar de la creciente irritación que siento.
Su cuerpo se cierne sobre el mío. Quedando mi rostro entre sus senos. Puedo ver mis marcas en ella, entre cierro los ojos.
"Enserio esta loca"
Ha pasado un tiempo desde que estuve con ella, mis marcas siguen ahí, tuvieron que haberse borrado hace ya tiempo. Sujeto con fuerza su cintura, undo mi rostro entre sus senos, con una de mis manos recorro su espalda, ella se arca ante me tacto, libero sus senos del sostén, succiono y muerdo con fuerza sus pesones.
—Damian —gime clavando sus uñas en mis hombros.
La imágen de mi luna se cierne sobre mi mente nublando mi juicio. Arranco la ropa de su cuerpo, me pongo de pie, la acomodo entre los muebles, palmeo una de sus nalgas.
—!Mi luna! —agarro su cabello, mientras muerdo sus hombros.
Arranco la tanga roja, quedando al descubierto su vulva rosada. Paseo mi lengua por su v****a, aprieto con fuerza sus nalgas. Libero mi pene erecto y de una sola estocada estoy adentro.
—Si, soy tu luna— gime.
—¡Veronica! —murmuro, doy estocadas fuertes y certeras.
De un momento a otro siento un golpe en mi estómago y ruedo por los suelos. Sacudo mi cabeza un poco desorientado.
—¡Así se llama la puta con la que te acuestas!—me avienta uno de los muebles— ¡cómo puedes decir su nombre mientras me follas!
Empiezo a reír a carcajadas. No puedo creer que mientras me follaba a Cristina la haya confundido con mi luna. Miro el mueble destrozado a un lado mío, ya que logré esquivarlo con facilidad me pongo de pie agarro mi boxer y lo deslizo sobre mí piernas. Agarro el vino y me lo tomo todo.
—Quien es la humana que está en tu casa —sus ojos brillan, esta a punto de transformase..
Solo doy una mirada mientras libero mi autoridad de alfa, su instinto se suprime, luce cohivida.
—No es de tu incumbencia—expreso con frialdad.
—No te olvides que tienes un contrato con mi manada—saca sus garras.
Siento mi sangre hervir del coraje. Respiro suavemente.
—No se me olvida, pequeña—me acerco hacia ella, la sujeto por el cuello—Tampoco olvides quien tiene el poder y si deseo puedo hacerte desaparecer junto a tu pequeña manada.
La aventó hacia un lado.
—No vuelvas a entrometerte en asuntos que no te compete—gruño enojado saliendo de la pequeña cabaña.
Subo al auto y me dirijo hacia el centro de mi manada. Necesito hablar con Joel, hay que hacer unos pequeños cambios en el contrato matrimonial.