Antes de que pueda decidir si debo devolverle la sonrisa o no, el rompe el contacto visual y golpea el espacio vacío junto a él en el banco.
—¿Por qué no tomas asiento? — lo dice de una manera que me hace pensar que está acostumbrado a conseguir lo que quiere. No es una sugerencia, si no una orden.
Si. Hombre rico. Fuerza. Control. Consigue lo que quiere, tipo de chico. No es mi tipo. Mis tipos son nerds, abrazadores de árboles y humanistas. No hombres atractivos, bien vestidos, mundanos, ricos, traficantes de dinero y engreídos que piensan que son un regalo de Dios para las mujeres y que pueden darse el lujo de vestirse con esmoquin ardientes y donar millones a eventos de caridad. Él no es absolutamente mi tipo.
Mis entrañas se aprietan, en vehemente desacuerdo. ¿Qué…?
En contra de mi buen juicio, me acerco sigilosamente a él y justo cuando me siento a su lado, una ráfaga de viento golpea mis piernas desnudas. Temblando tanto, envuelvo mis brazos alrededor de mi torso, pero eso hace poco para protegerme del frío.
—Ten— el chico se quita la chaqueta.
—Eso realmente no es necesario— objeto.
—Estás temblando como una hoja— coloca la chaqueta sobre mis hombros.
Voy a objetar de nuevo, pero oh…Mmm…su chaqueta es muy cálida y sedosa por dentro. —¿No tendrás frio? — Y su aroma, es como si tuviera poderes sobre mí que alteran la mente, haciéndome perder toda razonabilidad.
—De donde soy, esto casi parece verano— Él se ríe. Sonrió y mi mirada se desliza hacia la suya.
—¿De dónde eres? —
—Noruega— Me observa atentamente mientras lo dice y me sonrojo de nuevo. ¡Hay Dios mío! ¡Necesito controlarme!
—Eso lo explica— digo. Su risa espontanea hace cosas deliciosas en mis entrañas. —¿Estás de visita entonces? — le pregunto,
—Estoy asistiendo a la universidad de Florida— dice.
—Tomé un semestre allí— Eso fue antes de que mis padres murieran y yo tuviera esperanzas de obtener mi título en derecho.
—¿Te gustó la universidad? — el pregunta.
—Si. Yo solo… ahora estoy trabajando. En Café Exprés. Siendo un adulto, ya sabes. Pagando las cuentas— Estoy tan hechizada por este hombre divino que he olvidado por completo porque estoy aquí. Me examina divertido y siento que necesito llenar el silencio con algo.
—Ser un adulto responsable está muy sobrevalorado— digo. —Por si acaso preguntabas—
—Un mal necesario— se ríe, como si tuviera mucha experiencia en ese departamento.
—Si, pero no es divertido— digo.
—En efecto— Mira su reloj de platino. El silencio se instala entre nosotros. —¿Qué más te gusta hacer? — el pregunta.
—Oh, soy una caminadora de perros, y coso, bailo, pinto y escribo poesía. Ya sabes, un montón de cosas—
—Me gusta la gente creativa— dice.
—¿Enserio? —
El asiente. —Me intrigas. Si tu cita no aparece en los próximos tres minutos, ¿te importaría acompañarme a tomar una copa de vino en el bar? —
No puedo darme el lujo de perder a este cliente. Debería quedarme aquí. Y lo haré. Mi voluntad es más fuerte que mi lujuria. —No lo creo. pero gracias—
—Bueno, ¿Tienes algo mejor que hacer esta noche? — pregunta con una sonrisa torcida.
Quiero decir que tengo muchas otras cosas que hacer, pero él sabe que me han dejado plantada.
—Entonces, ¿por qué desperdiciar una velada perfecta y una vestido demasiado sexy para solo ir a casa y ver televisión por el resto de la noche, cuando puedes terminarla de muchas maneras interesantes? — pregunta.
Asumiendo que está ofreciendo sexo, le lanzo una mirada furiosa.
—No soy una puta— espeto.
Ni siquiera se inmuta. —Bien, porque me propongo a no pagar nunca por sexo—
Yo jadeo. Maldito chico rico. ¿Cree que me dejaré caer las bragas y me caeré sobre mis rodillas solo porque tiene dinero? Bueno, esta chica no va a ser el refuerzo del ego de este hombre. —Lo que quiero decir es que ¿si acepto, no me acostaré contigo? —
¿Por qué lo que acabo de decir suena como una pregunta? ¿Y por qué diablos sigo aquí sentada? Debería irme porque claramente, el solo busca una cosa.
Ugh. No quiero ir. Pero lo haré. Porque…
¡Maldita sea! ¡Levántate, Sophia! —Buenas noches, señor— espeto. Vuelvo a entrar y rápidamente encuentro a Hazel, que todavía está sentada en el mismo lugar que antes. Su rostro se ilumina con una sonrisa.
—Oh, ¿lo encontraste? —
—No— resoplo.
Ella entrecierra los ojos. —¿De quién es esa chaqueta de esmoquin?
¡Mierda!
Ahora tengo que devolvérsela. —Espera— me doy la vuelta para dirigirme hacia la salida, pero en lugar de avanzar, choco contra el musculoso pecho del noruego. Parada justo frente a él, ahora me doy cuenta de lo alto que es. Si.
Al menos seis pies y tres pulgadas. Mido cinco pies y seis pulgadas, pero incluso con los tacones de tres pulgadas que llevo, la parte superior de mi cabeza solo llega hasta la parte inferior de su sexy barbilla. Me mira con los ojos entrecerrados y se lame el labio inferior. Sin mi consentimiento, mi corazón se vuelve loco.
—Hola de nuevo— dice con una sonrisa. —¿Estás segura de que no quieres acompañarme? —
Doy un generoso paso hacia atrás, me quito la chaqueta y se la entrego. Se pone la chaqueta y percibo otro olor a su colonia. Huele muy bien.
—Simplemente no aprecio como asumiste que tendría sexo contigo— digo.
Hay movimiento en el rabillo del ojo. Extraño. Tengo la sensación de que los guardias de seguridad están acechando cada uno de nuestros movimientos, escuchando nuestros intercambios verbales.
—No asumí nada. Tu asumiste que yo asumí eso— sus ojos arden.
—Hola soy Hazel— ella le sonríe con un brillo en los ojos y empuja mi codo con el suyo una señal segura de que lo aprueba. —Es un verdadero placer conocerte. ¡Simplemente Wow! —
—Estoy tratando de que tu amiga tome una copa conmigo, pero ella parece resistirse— dice sin quitarme los ojos de encima.
—Sophia, ¿recuerdas lo que hablamos antes? — Hazel dice con una sonrisa rígidas mientras me agarra el codo. Duro
Debe de estar refiriéndose a como discutimos que nunca tengo relaciones sexuales. O que es una excelente lectora de personas.
—Ya que el otro tipo te dejó plantada, ¿deberías de tomar un copa con…? — Hazel deja que su voz se apague y se gira hacia él. —¿Cómo debería llamarte? —
El extiende una mano y se estrechan. —Kasper, por favor—
—Perfecto— dice con una risita, cayendo sobre si misma por culpa del chico. —Recuerda, Sophia. Nada es más aburrido que ser el mal tercio en mi cita con Jared—
—¿Ves? Soy aprobado por tu amiga— interviene el sexy extranjero y sonríe.
¿Por qué están confabulando contra mí? No me gusta. No, ni un poquito. Pero la aprobación de Hazel me hace pensar que debería reconsiderar su oferta. ¿pero por qué? ¿Está simplemente enamorada de su apariencia como yo? ¿Podría ser eso?
—Necesito usar el baño de mujeres— dice Hazel. —¿Nos disculpas por un momento? — Ella me arrastra consigo antes de que pueda protestar y se detiene abruptamente justo cuando pasamos la esquina, luego se gira hacia mí. Su mirada es decidida. —Tienes que decir que sí. ¿Por qué dudas siquiera? —
La miro, completamente confundida por un momento. estoy anonadada. En realidad. ¿No puede ver a través de la mierda de solo-quiero-meterme-entre-tus-piernas tipo rico y poderoso?
—Déjame iluminarte. Me dijo que… bueno, era más como si aludimos a que espera que me acueste con el después—
Ella me mira fijamente, con una expresión de desconcierto en su rostro, casi horrorizada.
—¿Aaaa? —
—¿Enserio? —
—Esta es una oportunidad única en la vida, Sophia— dice
—¿Una vez en la vida? ¿De que estás hablando? — pregunto.
—Quiero decir, durante meses te has estado dejando de que no estás saliendo, y luego aparece el Príncipe Azul y…—
—Bueno, sí, pero…—
—¿Pero ¿qué? — ella pregunta.
—Yo—
—Necesitas divertirte un poco y sabes que lo es verdad— Ella cruza los brazos frente a su pecho y me mira fijamente, su ceja izquierda se alza.
—Pero Colton…objeto, sintiendo una punzada de culpa al considerar dejar a Colton y perder unos ingresos preciosos que se destinarían a las prótesis de piernas de mi hermana.
—El no aparece. Son las siete y media en caso de que no te hayas dado cuenta— sus brazos se agitan ahora.
—Oh, Dios mío. ¿Qué te pasa? — pregunto.
—¿Qué sucede contigo? — Ahora casi está gritando y algunas cabezas se giran. —Si no sales con él, nunca lo dejaré pasar—
Ahora simplemente se está volviendo loca. Pero tengo que admitir que nunca la había visto tan inflexible en nada, así que tal vez debería seguir adelante.
—¡Bien! Pero si se convierte en un desastre, te llamaré para que me recojas—
Sus ojos se iluminan y grita con alegría. —Por supuesto. Siempre puedes contar conmigo para cualquier cosa. Y te prometo que no te arrepentirás—
Todavía un poco agitada, con mi desgana aguantando, saqué mi teléfono de mi bolso para hacerle saber a Gerald que mi cliente, Colton, no se presentó.
—Llámame después, ¿bien? — Hazel me da un abrazo rápido.
La observo mientras camina hacia la salida y sale. ¿Qué acabo de aceptar? ¿Realmente puedo hacer esto? ¿Qué pasa si mi cliente aparece? Miro mi teléfono. ¿Debería de llamar a Gerald? Si, debiese. Marco su número. Cinco timbres, no hay respuesta. Llamo de nuevo. Aún sin respuesta. Escribo un mensaje.
“Gerald, mi cliente, Colton Finch, no apareció. Son las 7:34. Me voy. Sophia.”
Presiono enviar. Acercándome a mi nueva cita a la vuelta de la esquina, veo de nuevo a Kasper. Mi corazón palpita. Cielos. ¿Cómo es que esta teniendo este efecto en mí?
Echo los hombros hacia atrás y respiro profundamente. Bueno, aquí va nada.
Mis ojos se cruzan con los suyos justo cuando doy la vuelta a la esquina, y una vez más me sorprende lo mucho que se parece a Clint Eastwood de joven. Mientras camino hacia él, tengo que recordarme a mí mismo que debo respirar. No ayuda que sus ojos sean tan frescos como la brisa del verano. Y lo realmente desconcertante es que me gusta el efecto que tiene en mí.
—¿Cuál es el veredicto? — pregunta una vez que me detengo a unos metros de él.
—Con mucho gusto aceptaré tu invitación y tomaré una copa contigo— le digo. —Pido disculpas por la demora en la respuesta—
Me regala una sonrisa tan brillante y perversa que mi estómago se contrae de necesidad.
Al ver que su pajarita todavía está desabrochada, instintivamente levanto la mano y me tomo un momento para atarla. Mientras tanto, el me mira y la energía entre nosotros se enciende más a cada segundo. Cuando termino, le quito la pelusa de la chaqueta del esmoquin.
—Listo— digo, —Ahora estás listo para partir—
Miro sus ojos y es como si pudiera ver hasta el fondo de ellos, a un hombre que es poderoso, pero gentil, confiado, pero humilde, de voluntad fuerte y, sin embargo, increíblemente perdonador.
Oh…
Él sonríe mientras me mira con los ojos entrecerrados. —Gracias—
—un placer—
Kasper me toma el brazo y subimos las escaleras alfombradas de rojo hasta el segundo piso. Es difícil mantener el equilibrio con estos zapatos de tres pulgadas, así que agarro sus bíceps para estabilizarme. Es tan musculoso como se esperaba debajo de su ropa, y no puedo evitar apretar su brazo un poco más fuerte de lo necesario mientras me pregunto cómo se verá sin camisa.
Como se verá desnudo. Como se sentirá presionar mi cuerpo contra el suyo… ¡Sophia contrólate! Para de pensar en cómo su presencia me está mareando, me concentro en el entorno. Los guardias de seguridad todavía están por todas partes. Unos cuantos hombres y mujeres vestidos con atuendos formales deambulan por los pasillos. Probablemente los asistentes al baile benéfico.
Sus ojos se estrechan mientras me mira. —Esto se me acaba de ocurrir— dice, —Me acabo de dar cuenta de que quizás no sepas quien soy—
¿Espera, que?
¿Kasper es famoso o algo así? Ahora me siento un poco estúpido por no reconocer quien es. ¿Pero cómo se supone que voy a saber quién es algún estudiante universitario rico de Noruega es?
—Lo siento no puedo decir que lo haga—
El guardia de seguridad que está directamente a mi derecha se acerca un paso y se inclina. ¿Qué está pasando?
Kasper inhala un suspiro para decir algo.
—¡Sophia! ¡Sophia! ¡Ahí estás! — grita una voz profunda.
Me doy la vuelta y Colton corre hacia mí. tiene la cara roja y su frente brilla por el sudor.
No tengo tiempo para preguntarle a Kasper ninguna de las docenas de preguntas que de repente me vienen a la mente antes de que Colton me dé un abrazo de oso gigante.
Ah, uf! Er…mi mente se queda completamente en blanco. ¿Qué se suponía que debía decirle otra vez a mi cliente?
—Hola, Colton Finch—le digo y me obligo a sonreír. —Mi, ¿no estas después de… er…— Me alejo. Dios, él no es tan sexy. Quiero decir, no es terriblemente desagradable. Es bronceado y musculoso y viste muy bien. Pero él no se compara con Kasper. —Soy Sophia, y esta noche seré tu…— ¡No puedo decir que soy una escort frente a Kasper! Olvídate del estúpido guion. Es improvisación de aquí en adelante. —Supongo que soy tu cita—
—Lamento haber llegado tarde—dice Colton. Es aproximadamente una pulgada más bajo que yo y ahora me estoy castigando por usar tacones tan altos.
—Tuve una reunión de negocios de emergencia— Se seca el sudor de la frente con un pañuelo blanco. —Y me disculpo de antemano, pero probablemente tendré que hacer algunas llamadas telefónicas a lo largo de la noche—
—Fue un placer conocerte, Sophia— dice Kasper. —Ten una buena tarde— El asiente, se da la vuelta y comienza a caminar por el pasillo.
¡No! ¡No te vayas! Quiero hacerle tantas preguntas. Quiero… Necesito más tiempo con él. Se necesita toda mi fuerza de voluntad para no correr tras él, pero me obligo a quedarme. Mi hermana cuenta conmigo. Esto es lo mejor.
¡Lo es!
Aprieto los dientes. Hice lo correcto.
¡Lo hice!
Pero ¿Por qué entonces siento que me he traicionado a mi misma?