1. Escorts y Amantes.
Todo mi cuerpo tiembla y mis dientes castañean como locos. Esto. Mayormente. Apesta. ¿En qué demonios estaba pensando en apuntarme a ser escort?
¡Bien, concéntrate, Sophia!
¿Por qué tuve que olvidar mi chaqueta en casa? No solo estoy tomando muy malas decisiones en mi vida, sino que soy muy olvidadiza, lo que no me ayuda en este momento.
Una ráfaga de viento despiadadamente gélida me golpea. Estoy empezando a creer que voy a morir de hipotermia aquí afuera. A menos que primero muera de vergüenza. Yo diría que las probabilidades son aproximadamente 50/50.
“Bueno, hola, señor Finch” murmuro con la voz temblorosa. “¡Oh, Dios mío! Eres una cosa tan sexy, ¿no? Soy Sophia, y en esta hermosa velada es un placer ser tu cita”
¡Argh!
Esto es más que ridículo. Pero si quiero conservar mi trabajo, mejor sigo órdenes o sino… Y esas son las palabras precisas que me dijo Gerald, mi nuevo jefe en “Escorts y Amantes”, que recitara cuando conocí a mi primer cliente. Ahora, si pudiera decirlas con suficiente convicción para que Colton realmente crea que lo digo enserio, sería genial.
¿Por qué no incluyeron una sección en la orientación de escorts de tres horas, enseñándome a mentir como una profesional e ir en contra de mis sentimientos?
Paso mis manos arriba y abajo por mis brazos llenos de piel de gallina, tratando de frotarlos con cualquier cantidad de calor, porque cualquier cantidad de calor es mayor que el calor cero que siento en mi cuerpo en este momento.
He estado esperando afuera del Hotel Roya Inn en el centro de Orlando bajo el saliente durante los últimos treinta minutos. Se suponía que el señor Finch estaría aquí hace veinte minutos, a las siete de la tarde, para que pudiéramos ir a cenar. Debería haber sabido. Los hombres que tienen dinero y estatus piensan que las reglas de la cortesía común no se aplican a ellos.
Vistiendo nada más que un vestido de coctel n***o, de lentejuelas, con tirantes finos y escandalosamente corto por encima de la rodilla y zapatos de tacón negros de tres pulgadas, no tengo defensa contra la ráfaga de aire helado que golpea contra mí.
Vuelvo a escanear mi entorno, pero nadie se parece en lo más mínimo a mi primer cliente. El perfil de Colton dice que mide 5 pies 8 pulgadas. En su foto, tiene el pelo corto, rubio y ojos color avellana. Y parecía un fanático del fitness, lo cual me preocupa un poco ya que nunca he visto el interior de un gimnasio.
Sin embargo, de todas las demás mujeres, el me eligió a mí, aunque dejé muy claro en mi perfil de Escorts y Amantes que no me gusta nada el fitness y que tengo algunas curvas. Tal vez fue mi cabello oscuro, y hasta la cintura lo que despertó su interés. Dijo que le gustó.
Otra ráfaga de viento particularmente despiadada golpea contra mí. Oh. Mi. ¡Dios! ¡Hace un frío tan jodido!
¡Olvídate de esperar afuera!
Entro en el hotel de lujo por cuarta vez para calentarme. En cuanto cruzo las puertas giratorias de cristal, el calor me envuelve. Mi cuerpo inmediatamente comienza a descongelarse. Me dirijo directamente a la chimenea y giro mi trasero hacia ella.
—¡Sophia! ¡Vaya, tus labios están azules! — Hazel Keller, mi mejor amiga desde hace once años y mi compañera de trabajo desde hace uno, se levanta del sillón de cuero, con sus grandes ojos azules llenos de preocupación. Se acerca a mí y me rodea con sus brazos en mi espalda, frotando vigorosamente.
—Estaré bien—digo. Hazel está aquí para asegurarme de que mi primer cliente de Escorts y Amantes no sea un asesino en serie o un secuestrador. O ambos.
—Estás temblando como una hoja pobrecita— dice. Hazel es sorprendente en todos los sentidos: alta, esbelta, rubia, tiene piel de mármol y es super inteligente, divertida y sexy. Y con una generosa asignación mensual de su padre, siempre parece como si acabara de salir de la portada de una revista de moda. Yo no he podido permitirme un traje nuevo desde hace un par de años. De hecho, el vestido que llevo es de ella.
—¿Todavía no está aquí? — pregunta mientras se aleja, sus iris reflejando las llamas de la chimenea.
Sacudo la cabeza. —Tampoco hay llamada telefónica— confió en Hazel sin reservas. Como guisantes en una vaina, sufrimos juntas la humillación de la escuela secundaria, y últimamente, nuestra amistad ha sido el pegamento que ha impedido que mi vida destrozada se desmorone.
—Bueno, ciertamente no merece sexo— dice.
—No te preocupes. No soy una amante. Soy escort—
Su ceja se levanta. —¿Lo que significa que otra vez…? —
—Mi trabajo es brindar buena conversación, compañía femenina y tal vez una o dos sesiones de besos—
—Entonces, básicamente, estas ahí para lucir bien en el brazo de un hombre y ser su cita PG-13— dice.
Asiento, pero me estremezco por dentro. Por undécima vez desde que llegué aquí, me recuerdo a mí misma porque me estoy sometiendo a esta humillación. Cuando mis padres murieron en un accidente automovilístico hace un año, mi hermana menor, Olivia, de diecisiete años, sufrió el mismo accidente. Ella sobrevivió, pero perdió ambas piernas.
Mis padres no tenían ahorros ni seguro, así que no tuvimos suerte. Ahora estoy tratando de ahorrar para sus prótesis de piernas de 19, 000 dólares para que pueda tener una vida algo normal.
—¿Cuál es la política de cancelación? — pregunta Hazel.
—Él se presentará— Espero tener razón, pero hay una vocecita dentro de mí que teme estar equivocada. Necesito ese dinero. Desesperadamente.
Ahora mismo tengo $250 en mi banco y ni siquiera he pagado el alquiler este mes todavía. Realmente necesito este trabajo. sí Colton no aparece, no me pagan. Lo cual es una regla ridícula ya que me tomé el tiempo para arreglarme y ponerme bonita.
Levanto la vista cuando un hombre fornido, guapo, de mediana edad, vestido con un traje n***o, pasa junto a nosotros. Luego veo a otro igual al final del pasillo, solo que más musculoso. De repente, todo el vestíbulo está lleno de hombres brutos vestidos con trajes negros, con cables saliendo de sus orejas y desapareciendo en los cuellos de sus camisas de vestir blancas.
—¿Qué onda con los guardias de seguridad? — La vista de tantos de ellos me hace respirar entrecortadamente.
Hazel se encoge de hombros y luego sonríe con picardía. —No tengo idea, pero si no tuviera planes ya, seguro que me hubiera gustado llevarme uno a casa. Incluso dos— Hazel se autoproclama una persona que tiene citas en serie y se ha relacionado con más hombres que minutos que tiene una hora.
Me río. —Estoy segura de que lo harías. Pero por lo que parece, creo que están en un trabajo importante—
—Dios, amo a un hombre serio que no está disponible— murmura, luego se muerde su perfecto labio inferior. —Hace que la persecución sea mucho más divertida—
—Te invito a que lo intentes— le doy un codazo.
Ella exhala y deja caer los hombros. —Me reuniré con Jared más tarde, ¿recuerdas? —
Jared es su viejo amigo con beneficios. Es un encanto y muchas veces me he preguntado por qué no hacen oficial su relación. En la ama, eso es obvio y ella parece adorarlo. Y no puede alardear lo suficiente de su increíble vida s****l.
—Entonces, ¿Cuánto tiempo le vas a dar a este perdedor que no se presentó antes de que decidas ir a bailar con Jared y conmigo? — pregunta Hazel, mirando a uno de los tipos tractivos y musculosos.
Ahora que siento que mi trasero está ardiendo, me doy la vuelta y caliento mi parte delantera en las llamas de la chimenea. —Esperaré hasta que aparezca—
—Eres demasiado amable— dice. —Habría salido de aquí hace cinco minutos—
Pero ella no está desesperada por dinero como yo. —Estoy segura de que aparecerá en un momento. Tal vez olvidó su chaqueta en casa— Y, a decir verdad, preferiría tener una cita en lugar de ser el mal tercio en la cita de Hazel y Jared.
De nuevo. Hazel niega con la cabeza y pone los ojos en blanco.
—¿Ya estás poniendo excusas para él? —
—Si, lo sé. soy patética—
—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que tuviste sexo? — pregunta.
—Mas de dos años, ¿verdad? —
Ella es una gran amiga, siempre me recuerda cosas así. —Soy una Escort, no una Amante—
—Soy una gran lectora de personas— dice.
—Puedo hacerte saber si se portara bien en la cama. Y si se presenta la oportunidad, ¿Por qué no divertirte un poco? — Tiene razón en lo de leer a la gente. No se ha equivocado ni una sola vez con nadie desde que la conocí.
Se deja caer en el sofá nuevamente, extiende los brazos sobre el respaldo del sofá y cruza las piernas. —Has tenido un año difícil— Su voz se ha vuelto suave, como si supiera que está pisando terreno sensible. —Tal vez es hora de que te abras al amor nuevamente—
Su comentario hace que mis entrañas se revuelvan y me muevo sobre mis pies.
—Y si tienes química con este… ¿Cómo se llamaba? — entrecierra los ojos.
—Colton— digo
—Si, Colton. Si hay química, ¿Por qué no lo usas para disfrutar un poco? —
Dios, no puedo creer que este siquiera considerando esto. Pero que un hombre me toque, me acaricie, me bese… para recibir algo de afecto…ha pasado mucho tiempo desde que eso sucedió.
—¿Y si es un psicópata? —
—Como soy una experta en personas, te daré un codazo si me gusta, me tocaré la nariz si creo que es un imbécil, y te pisaré el pie si es un canalla. Pero no olvides traerlo aquí para poder conocerlo— dice.
—No lo sé. Tal vez— digo.
—Trato—
—Uh… dije que tal vez—
—Tal vez es “Si” en mi libro— Ella sonríe triunfalmente. Sintiéndome lo suficientemente caliente como para soportar el frío al menos una vez más, miro hacia afuera.
Eh.
Hay un hombre ahí afuera que no estaba antes. Quizás ese sea Colton. Es difícil distinguir sus rasgos físicos desde aquí, así que me dirijo hacia las puertas giratorias. Salgo y respiro repentinamente cuando el aire gélido me golpea. ¡Puaj! Olvidé del frío que hace aquí.
Miro al hombre que está parado directamente a la derecha. Por lo que puedo decir desde mi vista lateral limitada que es joven y muy, oh, muy atractivo.
Está fumando un cigarrillo, lo que con cualquier otro chico sería un completo desvió y una ruptura inmediata e interminable del trato, pero no con él. Apuesto a que podría hacer que cualquier cosa luzca fresca y saludable.
Está apoyado contra la pared de mármol del hotel. Lleva un esmoquin n***o con gemelos plateados. Rico como el infierno probablemente. Probablemente también arrogante. Quiero decir, sé que no debería de juzgar, pero no puedo evitarlo. He tenido demasiados encuentros con personas como él.
La pajarita negra que lleva en el cuello esta desabrochada, al igual que los botones superiores de su camisa. Su rostro esta parcialmente oculto para mi en la sombra, pero el contorno de su físico musculoso es notoriamente obvio, al igual que su altura, debe de tener al menos 6 pies 2 pulgadas. Mi lema es y siempre ha sido: la altura está al lado de la divinidad. Y este hombre es de hecho divino en muchos niveles.
Se gira para mirarme y no puedo evitar respirar repentinamente porque inmediatamente me siento completamente indefensa cuando sus intensos ojos verdes me miran. Definitivamente no es mi cita, Colton.
Pero ¡Ay, Dios mío! Ojalá y lo fuera. Mis mejillas se calientan y casi tengo la sensación de haberlo visto o conocido en algún lugar antes. ¿Quizás esté en el sitio de Escorts y Amantes? No. Ciertamente lo recordaría si lo estuviera.
Es más sexy que el infierno. De repente me doy cuenta de que me vuelvo total y absolutamente ajena la frío. No puedo evitar sentir una atracción magnética hacia él. Mi estómago se revuelve. ¿Qué? No recuerdo la última vez que sucedió.
—Hola— dice, con una sonrisa torcida mientras sale de la sombra. Exhala el humo del cigarro lejos de mí. Santo cielo… Clint Eastwood no tiene nada que ver con este tipo, excepto que se parece sorprendentemente a la estrella de cine, labios carnosos. Tiene la nariz recta, pestañas espesas, cabello rubio sucio, mediano, corto y que ondea con el viento gélido. Su rostro cincelado, su pura belleza y carisma harían llorar de alegría a un director de cine.
—Hola— grazno. Sin mi permiso, mi corazón comienza a latir a un ritmo celerado e inconexo. Me siento inquietantemente incómoda e irrazonablemente emocionada al mismo tiempo. Lo odio. Me encanta.
—Lo lamento— Deja caer el cigarrillo al suelo adoquinado y lo pisa con su brillante zapato Oxford n***o. Se sienta en el banco, con los codos apoyados en sus firmes muslos, mientras se encorva hacia adelante.
Entrecierro los ojos, muy consciente de que he perdido la capacidad de pensar. O respirar. Y… ¿Por qué mi corazón se acelera como loco? No es que sea mi tipo ni nada por el estilo. A pesar de que mi ser razonable me grita que ignore al hombre, porque sé que los hombres como el son problemáticos, digo: —¿Perdón por qué? —
—Realmente no fumo— dice con una risa profunda que me golpea justo en el plexo solar. —La última vez que encendí un cigarrillo fue hace dos años y medio— Noto un ligero acento, pero no logro ubicarlo. ¿Frances? ¿No, alemán? Definitivamente no.
—Entonces, ¿Por qué estás fumando ahora? — Doy un pequeño y vacilante paso adelante. Uf. Realmente no quiero relacionarme con un tipo como el, ¿verdad? Sin embargo, algo invisible, pero irresistiblemente fuerte, me atrae hacia él y no hay absolutamente ninguna manera de detenerme.
El lado derecho de sus labios se arquea y algo en la forma en que me mira envía un escalofrío de excitación por mi cuerpo.
—Tengo que asistir a un baile benéfico que comienza dentro de veinte minutos. Y mi novia acaba de romper conmigo—
—Oh, ¿Ella no vendrá entonces? — pregunto. El niega con la cabeza. —Lo lamento—
—No es tu culpa— sus cejas se levantan y él se sienta, con un brazo extendiéndose por la parte superior del banco, el otro corriendo a través de su cabello antes de posarse en su pierna. Me mira atentamente durante un momento, y por algún momento inexplicable. Por alguna razón, mis mejillas se calientan.
—¿Ibas al baile también? — me da una suave sonrisa y aparecen sus hoyuelos.
—Bueno… er…Solo cena—
—¿Con tu novio? — el pregunta. ¡Inventa una historia rápido, Sophia! De ninguna manera le voy a decir que acabo de empezar a trabajar como acompañante. Es muy vergonzoso admitirlo. ¡Ja, apenas puedo admitirlo ante mi misma! —Acabo de tener…tener…er. Estoy esperando mi cita y el llega tarde. Es una primera cita. Una especie de cita a ciegas…una cita— Resoplo. Cielos. Apenas consigo formular una sola frase. ¿Es el o es el hecho de que estoy empezando un trabajo vergonzoso? —Se suponía que estaría aquí a las siete—
—Así que en este momento no tienes cita— dice.
—Bueno. No…todavía— digo.
—Bien— Me mira fijamente durante unos segundos y es como si el tiempo se hubiera detenido. Él sonríe y deja al descubierto unos dientes blancos y perfectos. Y ese hoyuelo otra vez…
Debería mirar hacia otro lado. ¡Se normal, Sophia!