+ALESSANDRO+ Me derrumbé. Literalmente. Mis piernas simplemente dejaron de sostenerme. Como si el alma se me hubiera arrancado del cuerpo y me hubiese dejado hueco. Caí de rodillas en medio de la sala. El mismo lugar donde hacía solo unos minutos había alzado la mano contra la persona que más amo en el mundo. Mi hija. Valentina. Mi niña. Mi orgullo. Mi razón de ser. Y ahora… Ahora ya no tengo nada. El eco de su voz gritando “¡no me vuelvas a buscar en tu perra vida!” retumbaba en mi cabeza como un martillazo tras otro. Una y otra vez. Como una tortura. Mi pecho se apretó tan fuerte que creí que me iba a desmayar. El aire no me entraba. Me sentía como si me estuviera ahogando con mi propia culpa. Me llevé las manos a la cara, me tapé los ojos, pero no servía de nada. Sus lágrimas se

