Verdades que duelen

1425 Words

—Entonces haz un mejor trabajo en parecer mi padre, porque ahora mismo, solo pareces un general de guerra que está dispuesto a sacrificarme por su imperio. Me di media vuelta sin esperar su respuesta y subí las escaleras con el corazón en la garganta. Cerré la puerta de la habitación con tanta fuerza que el marco tembló. Bianca se sobresaltó, ya estaba de pie, descalza, en su short diminuto y esa camiseta de tela delgada que usaba para dormir. Tenía el cabello revuelto y los ojos abiertos de par en par, como si acabara de presenciar un asesinato. —¿Qué…? ¿Qué fue eso? Yo no le contesté. Caminé hasta el armario, abrí de un tirón y empecé a sacar mi ropa sin orden alguno. Tiré las perchas al suelo, saqué la maleta del fondo y la lancé sobre la cama. Empecé a meterlo todo a empujones. No

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