Roxanne Roosevelt era la primera de una familia de ocho personas eran seis hermanos dos mujeres y cuatro hombres, más mamá y papá; sus hermanos aunque ella era la primera eran muy protectores. Su casa era estilo de campo.
Su mamá criaba animales de corral y a ella le encantaba recorrer los grandes espacios de su hogar.
Era una chica soñadora de inmensos ojos azules, piel muy blanca y cabello rubio, tenía un rostro muy hermoso, siempre le encantaba montar a caballo y disfrutar de largas caminatas con su padre con quién hablaba de cualquier tema.
Siempre fue muy madura, le gustaba razonar con su papá sobre algunos temas de interés.
Quería estudiar para ser maestra, le encantaban los niños y enseñar; así fue creciendo entre animales domésticos y chicas que la atendían tanto a ella como a sus hermanos.
Un día su papá decidió que era mejor vivir en la gran ciudad, pues habían más oportunidades de estudios y así dejaron atrás sus días de vivir en el campo.
Rápidamente se adaptó al estilo de vida de la ciudad y junto a sus hermanos iban a un colegio local donde disfrutaba con sus nuevos amigos, cuando llegó a la ciudad ya tenía quince años, pero era algo ingenua.
Soñaba con el amor y vivía creando historias románticas en su cabeza con chicos guapos de los que se enamoraba perdidamente, pero todo era parte de su romanticismo, así disfruto de su adolescencia.
Conocía chicos, pero rápidamente se sentía decepcionada, vivía más enamorada del amor que de los chicos; un día en una reunión social conoció a un chico ya tenía veinte años y estaba sacando su carrera de maestra como siempre lo había planeado.
El no era tan alto, su estatura era de un metro setenta y ocho quizás, de piel tostada como la canela, ojos oscuros y penetrantes, labios carnosos y hermosa boca, nariz aguileña, dientes muy bien alineados que cuando sonreía parecían hermosas perlas, era un chico realmente guapo.
Él estaba en la parte de afuera y ella lo vio venir, inmediatamente quedó flechada por aquel espécimen masculino, tendría unos 25 años, él al mirarla le sonrió y ella sintió derretir su corazón con aquella sonrisa.
Caminó hacia él y extendiendo su mano le dijo su nombre:
— ¡Hola soy Roxanne! Y tú ¿Cómo te llamas?
Él le sonrió muy pícaramente y dijo:
— Mi nombre es Giovanni, pero puedes llamarme Gianni, mucho gusto preciosa— dijo ésto extendiendo su mano para tomar la de ella y besarla suavemente.
Entonces ella dijo muy coqueta:
— A mi puedes llamarme Roxie ¿Vienes solo o hay alguien que te invitó?— preguntó amablemente ella.
— Me encanta tú nombre, se oye algo sexi— le sonrió él— hay un amigo que debe estar acá quien me invitó.
—Bueno vayamos allí dentro y lo buscamos— dijo ella invitándolo a entrar.
Siguieron hasta el interior del salón donde él encontró a su amigo quien al verlo dijo:
— ¡Gianni! Pensé que no vendrías— dijo saludando con efusividad.
— Realmente no iba a venir— dijo confirmando la idea de su amigo— ahora me alegro de haberlo hecho— lo dijo mirando a la chica llamada Roxie.
— ¡Ah, veo que conociste a Roxie! Así que siéntete en casa y disfruta de esta maravillosa reunión— dijo su amigo, que se llamaba Bruno.
— Pues te digo que ya me siento en ambiente, se ve de un bueno y en compañía de esta bella chica— dijo con sinceridad— te aseguro que me voy a divertir.
Se rieron y así se rompió el hielo entre ellos, sintiendo como si se conocieran y fueran viejos amigos, Gianni le dijo:
— ¿Bailas?
—Un poco, no soy tan buena bailarina— respondió ella tímidamente.
— Eso se arregla en la pista de baile— dijo él divertido— vamos a bailar está.
Ella lo siguió divertida y se enlazaron en una cadencia de baile disfrutando de la cercanía de sus cuerpos, bailaron casi todo el tiempo que duró la fiesta, hablaron de muchos temas; el ya había terminado la universidad, había estudiado medicina y estaba terminando la rural.
Se sentían cómodos el uno con el otro conversando y bailando, Bruno los veía y hacía gestos de sorpresa con su rostro de estar complacido, pues su amigo Gianni era un poco solitario, aunque le encantaba bailar y salir con chicas, no era promiscuo en sus relaciones amorosas.
Bruno también conocía a Roxanne, sabía que era algo tímida, pero muy sociable y de muy buena familia, le encantaba ver juntos a sus amigos disfrutando, ojalá pudieran llegar a ser algo más que conocidos.
Al culminar la fiesta, Gianni le preguntó a Roxie:
— ¿Tienes quien te lleve?
—Vivo cerca a unas dos cuadras, ahora le digo a los de la casa y me llevan— dijo ella explicando.
— No chica, yo te llevo hasta tu casa, y así conozco dónde vives— respondió Gianni muy caballero.
Salieron y llegaron hasta la casa de ella y se despidieron quedando verse al siguiente, pues empezó entre ellos un feeling romántico que les agradó a ambos, se compartieron números y se despidieron con un suave beso en la mejilla.
Al otro día estuvieron hablando por teléfono casi cuatro horas y se
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Empezaron a salir y compartir juntos y en apenas dos semanas ya habían convenido ser novios, ella se sentía muy cómoda con él, la ayudaba en sus estudios mientras él se ocupaba de culminar con su residencia médica
En pocas semanas sentía que volaba con lo enamorada que se sentía de Gianni, su mamá le reñía por estar tan embobada con ese hombre como le decía.
Realmente a Roxie no le importaba lo que opinaran de su relación con él, ella sentía que al fin había encontrado el amor de su vida y nadie le iba a quitar la felicidad que ahora estaba sintiendo; y si tenía que luchar con uñas y dientes por el amor que sentía lo haría.