Trina —Nadie te tocará de nuevo —siseó, su voz, un susurro cargado de promesas oscuras—. Lo juro. Pero yo no quería sus juramentos, no los creía, tampoco deseaba su protección. Lo único que quería era venganza. Vengarme de él por todo lo que me había hecho, por todo lo que me había quitado. Y Dominic, aunque no lo sabía, acababa de darme la herramienta para conseguirlo. —No necesito que me protejas —susurré, mi voz ronca, pero firme—. Ahora solo necesito que te apartes de mí camino. Dominic no respondió de inmediato. Sus ojos oscurecieron, clavándose en los míos con rabia. Finalmente, asintió, un gesto casi imperceptible. —No voy a suplicarte, Trina, no ha nacido la primera persona a quien yo me le arrodille y no voy a empezar contigo. Más bien agradece que te salvé de esos hombres, p

