Un bar nuevo, un corazón inquieto

1364 Words

Dos días después del encuentro en el lago, el camión llegó justo al mediodía. El calor caía sobre Las Azucenas como un manto ardiente, haciendo que el asfalto temblara, pero ni siquiera eso detuvo la expectación de los vecinos que, curiosos, se asomaban a ver qué pasaba en El Bar de las Diosas. Murmullos y miradas se cruzaban, señalando el imponente vehículo de carga que ocupaba parte de la calle. —¡Papá! ¡Ya llegaron! —gritó Salamandra desde la entrada, secándose las manos en el delantal mientras corría al encuentro del equipo que bajaba cuidadosamente las nuevas sillas y mesas. Su voz vibraba con una mezcla de sorpresa y alegría. Todo estaba envuelto en plástico protector: piezas talladas en madera oscura con curvas elegantes, tapices color vino tinto con ribetes dorados que prometían

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